Un silencio rotundo cayó
sobre la Casa Amarilla
■ La homosexualidad es un delito grave según la ley keniana. Secciones 162, 163 y 165 del Código Penal de Kenia de 1930, revisado en 2006.
En la sede principal de la Cancillería de la República no se comenta absolutamente nada, desde la noche que ingresaron los restos mortales de Olga Fonseca, embajadora de Kenia, asesinada el 27 de julio, en la residencia oficial, ubicada en la zona norte de Nairobi.
La diplomática con 33 años de experiencia, graduada como licenciada en Estudios Internacionales en la Universidad Central de Venezuela, había salido apenas 15 días antes de esta sede oficial, anclada al frente de la plaza Bolívar de Caracas, con una nueva misión, que a la postre se convertiría en la última de su vida.
“Con cuánta alegría fue a cumplir esta gran misión, esa es una de las embajadas más importantes por la triangulación de Tanzania, Uganda, Ruanda. Ella era la más adecuada. Fue tan alegre, con tantos planes, con tantas esperanzas. Me decía en su despedida en Caracas: ‘viceministro vamos a hacer un gran trabajo, allá hay minería, hidrocarburos, ambiente’”.
Recordó Reinaldo Bolívar, viceministro para África, al frente del ataúd engalanado con la bandera venezolana, de los familiares de Fonseca, sus amigos más entrañables y compañeros de trabajo, quienes consternados no salían de su asombro ante los terribles hechos acontecidos en el país africano.
De acuerdo con las palabras del funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores, Fonseca era una mujer abnegada, dedicada en cuerpo y alma a la labor diplomática, defensora de los ideales bolivarianos y eterna colaboradora.
Antes de partir a su nueva tarea como ministra consejera se reunió con varios representantes de distintos ministerios para diseñar un plan de trabajo. Sin embargo, no tuvo tiempo de ejecutarlo.
“Ojalá las nuevas generaciones vean en Olga Fonseca un paradigma, un ejemplo. Todos los que han pasado por África tienen mucho que agradecerle a Olga Fonseca. En mala hora nos pone el destino a decir estas palabras sobre ti. Honor y gloria en honor a la memoria de Arelis Fonseca”, señaló con la voz entrecortada quien sería su jefe inmediato durante los últimos años de vida.
De acuerdo con reportes de medios de comunicación nacionales y agencias internacionales, la corta estadía de Fonseca en África estuvo signada por reuniones con empleados de la embajada para tratar temas delicados, relativos a tres acusaciones de acoso sexual que pesan sobre el anterior representante diplomático venezolano en Kenia.
Acoso sexual:
El nombre de Gerardo Carrillo Silva es —hasta el momento— clave en las investigaciones relativas al homicidio de la diplomática, cuyo cuerpo se encontró sin vida la mañana del 27 de julio, en su habitación. Solo tenía 12 días en el continente africano para el momento de su muerte.
El cuerpo sin vida de Olga Arelis Fonseca Giménez, de 57 años de edad, fue hallado sobre su cama, cubierto por un edredón, por empleados domésticos de la residencia oficial.
El cadáver presentó muestras de estrangulamiento y marcas de ataduras en sus manos y pies, según indicaron en su momento las autoridades locales, responsables de investigar los hechos ocurridos en la embajada venezolana el día del homicidio y los días previos a éste.
Fonseca llegó a Kenia el 15 de julio con la misión —aparentemente— de imponer orden en esa dependencia diplomática, que se encontraba acéfala de representación venezolana tras la supuesta huída de su anterior embajador Gerardo Carrillo Silva, investigado por los señalamientos realizados en su contra por un cocinero, un vigilante y un chofer ante la Policía Diplomática el 25 de mayo del presente año.
Las autoridades nacionales poco o nada han revelado en torno a la situación real ocurrida en la embajada de Kenia, durante el período que estuvo Carrillo al frente. El polémico embajador fue designado el 12 de diciembre de 2006.
En relación con la muerte de la diplomática y la detención de varios empleados de esta instancia nacional, el Gobierno nacional expresó, a través de un comunicado, su “sentido pesar por la deplorable desaparición física de la ciudadana Olga Arelis Fonseca Giménez”, a quien se calificó como una persona con una “intachable vida personal, profesional y laboral al servicio de las causas justas”.
La investigacion:
Con respecto a las investigaciones mostraron su confianza “en las averiguaciones penales y criminalísticas que realizan las autoridades de la República de Kenia para establecer las responsabilidades”. Al mismo tiempo ofrecieron la colaboración necesaria para aclarar este hecho. En pocas horas se habían trasladado hasta el lugar los embajadores de países vecinos y representantes de Caracas.
Funcionarios de la Cancillería explicaron que se prepara un nuevo comunicado que será público en los próximos días y deploraron las “cosas insólitas” publicadas por los medios de comunicación.
De acuerdo con los medios locales de Kenia, los problemas con el embajador comenzaron en el mes de noviembre de 2011 y en mayo los tres empleados locales acudieron ante las autoridades nacionales para exigir una investigación y que le fuese retirada la inmunidad diplomática para avanzar en las averiguaciones.
Mientras esta situación se producía, Fonseca estaba en Irlanda perfeccionando el inglés. Tenía cinco meses en este país cuando fue convocada por la Cancillería para asumir la misión de Kenia.
“Ella estaba jubilada, pero su compromiso con la Cancillería era muy alto”, indicó Ilenia Medina, amiga y compañera de la funcionaria, quien la calificó como “una persona muy completa, integral, nunca conocí un gesto de violencia, de agresividad, nada que enturbiara su espíritu, era una de las personas más equilibradas que he conocido y justa”, señaló Medina, mientras el silencio del ingreso del ataúd daba paso al llanto de sus compañeros en el interior de la sede oficial.
Fonseca era natural de Acarigua, estado Portuguesa, provenía de una amplia familia, integrada por 13 hermanos. Tenía más de 20 años viviendo en las residencias Palmita, de la parroquia Santa Teresa, en el centro de la ciudad capital. Era soltera y sin hijos. Sus vecinos la recuerdan como una mujer sumamente reservada, tranquila y muy amable, que realizaba constantes viajes, pero nunca informaba a dónde se dirigía.
Poco antes de partir a Kenia, regresó de Irlanda y permaneció en el país por espacio de una semana —aproximadamente—. Marina Parra Losada, conserje del edificio donde vivió la víctima, recuerda que al llegar nuevamente a Caracas quiso comer pan sobado, y le pidió el favor de conseguirle harina pan y leche.
La humilde mujer fue una de las tantas personas que se congregaron en la Casa Amarilla del centro de Caracas para verificar con sus propios ojos la noticia de la muerte de la “señora Olga”, como la llamó varias veces durante su relato.
“Ella era una mujer muy tranquila, gentil, noble, callada, todo el mundo quedó sorprendido, ella no merecía una muerte como ésta. ¿Para qué se tuvo que ir por allá tan lejos?, debió quedarse aquí, ¿porqué no fue acompañada?”, se preguntó en medio de su atribulación la mujer, quien hasta ese momento no lograba creer la noticia del viernes 27 de julio.
Por el caso de Fonseca, las autoridades kenianas tienen detenidas a cuatro personas, como los principales responsables de este homicidio. Aunque todavía se espera que le impongan los cargos formales por homicidio.
Entre los detenidos se encuentra quien era el primer secretario de la embajada Dwight Sagaray, y el amigo íntimo de éste Muhammed Ahmed Mohammed Hassan, quien supuestamente es médico y fue detenido una semana después de iniciarse las investigaciones.
Según la policía de Kenia el móvil del homicidio sería la lucha de poder entre los integrantes de la embajada. Con la llegada de Fonseca se produjo el despido de cinco trabajadores, entre ellos Sagaray, quien tenía gran ascendencia entre los empleados, de acuerdo con funcionarios de la fiscalía keniana.
El grupo realizó cargos por acoso sexual contra Carrillo y se mostraban en violentos. Una versión inicial no confirmada alegó que la funcionaria quiso persuadirlos del retiro de los cargos.
La situación en la sede diplomática era muy tensa, y Fonseca señaló temer por su propia vida. Durante uno de los interrogatorios, Kevin Odhiambo, conductor de Fonseca, declaró que había “luchas de poder” en la embajada. A lo largo de los casi 12 días que estuvo Fonseca en Kenia no entabló conversaciones con su “casi hermana” Medina, ya que siempre hablaban por twitter y facebook. La colega no pone en duda que cada incidencia ocurrida en el país africano fue informada oportunamente al viceministro Bolívar, ya que esto es lo que dicta el protocolo.
“Si se sabía que había una situación difícil ¿porqué la enviaron sola?. Ella fue porque quiso, no fue obligada, pero sí se conocía el grado de dificultad que había allá, ¿porqué no la enviaron con alguien más, con seguridad, por ejemplo? Solo me queda la imagen del Cordero de Dios, que llevaron al sacrificio”, indicó entre sollozos, a la espera de una justa investigación y a sabiendas que nunca llegará el almuerzo prometido al cierre del foro de Sao Paulo. Esta sensación la comparten de manera similar varios de sus compañeros, uno de ellos, que intentaba mantenerse al margen, solo señaló que ella no merecía morir así. “Creo que es muy injusto lo que ocurrió, además deja mucho que desear de la gente que estaba ahí. Ella fue a poner un orden y fíjate con qué le pagaron”, exclamó el hombre, mientras comenzaba el servicio velatorio y la carroza fúnebre esperaba a la entrada de la Casa Amarilla para trasladar a Fonseca hasta su última morada, en Acarigua, en Portuguesa.
Por: Sabrina Machado
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domingo 05 de agosto de 2012