Los colectivos armados existen y cada
gobernador rojo tiene el suyo

Los colectivos chavistas son organizaciones casi civiles, radicales, semiclandestinas, ultrachavistas, ultratodo, con una cierta formación paramilitar, fortificadas. Tienen armas de distinto calibre, no miles, pero sí unas cuantas, tal vez cientos.

Sin permisos de porte alguno, evidenciadas en la foto del pequeño y malvado diputado Serra en aquel acto infantil; retrato que recorrió al mundo y llenó de asombro a las personas decentes del planeta.

A propósito, Sra. fiscal, ¿qué es de la vida de esa investigación que usted prometió llevar hasta sus últimas consecuencias? Bueno, estoy seguro de que cuando termine la averiguación de quién fue el autor de la muerte de Consuelo, del crimen del padre Amaro y el asesinato del mariscal Sucre, usted tendrá tiempo para dedicarse a su oficio.

Los colectivos operan con alto grado de impunidad, bien porque el Cicpc, la GNB, la PN o el Sebin tienen instrucciones precisas de no “entorpecer” sus labores revolucionarias, o bien por aquello de cuidar el pescuezo, no sea que en un enfrentamiento el armamento del colectivo sea más poderoso que el de las fuerzas oficiales de seguridad. Eso ya sucedió una vez en el 23 de Enero.

El colectivo: 2 carreras; el Gobierno: cero carrera, cero hit.

Hay culillo. La mayoría de ellos tienen salarios que provienen fundamentalmente de la Alcaldía de Libertador y del Gobierno del Distrito Capital. Los proveen de vehículos, motos, elementos propagandísticos y algunos “fondos de contingencia”. Son los responsables de la defensa (agresión) de los llamados, por ellos mismos, “territorios liberados” como el de Cotiza y el de La Vega; gozan de una cierta autonomía; no obedecen sino a sus propias leyes, a sus propios dirigentes.

Los colectivos son distintos de los Tupamaros o del grupo de la desaparecida Lina Ron. Se conocen, se tratan, comparten y hasta realizan operaciones conjuntas, pero son distintos.

Son organizaciones creyentes en la insurrección y la lucha armada. Tupamaros y UPV tienen ligeras inclinaciones políticas y participan activamente en los procesos electorales. Los colectivos usan nombres encubiertos. Los otros son núcleos políticos abiertos. Necesitan de un padrino, un alcalde, un ministro, una fuente de poder.

Los colectivos armados no podrán existir en el Gobierno de Capriles. Tupamaros y UPV, como partidos políticos, sí lo harán. Hay bastantes. Cada gobernador rojo tiene el suyo. El Grupo FRÍO en Barquisimeto nació amamantado por Reyes Reyes. Actuó con lenidad. Ahora se enfrentan con el gobierno institucional de Henri Falcón, aunque para ser respetuoso con la verdad, no hay juez, fiscal ni organismo policial o militar de carácter nacional que se atreva a molestarlos.

Aquí en Caracas hay varios, muy famosos. El colectivo Alexis Vive. Los ahijados de Freddy Bernal. Quizás el más famoso. Sus dirigentes aparecen regularmente blandiendo armas y usando pasamontañas. Tiene emisoras, dos de radio y están asociados a una planta de televisión. ¿Y Conatel? Bien, gracias.

Luego está el grupo La Piedrita, que de piedrita no tienen nada. Los niños mimados de Jacqeline Faría. Más bien son el grupo El Fusilito. Entre Alexis Vive y El Fusilito hay contradicciones. Se disputan el mismo territorio, los mismos apoyos, los mismos negocios. También anda por allí el colectivo 100. Es de menor jerarquía, pero están apadrinados por Darío Vivas. El Movimiento Base Popular. Dolorita Rebelde. Entre todos ellos no llegan a 150 personas. No representan para nada un peligro. Ni una amenaza. El gobierno de Capriles los meterá en cintura en 36 horas.

Señor del cielo, estoy que termino el artículo y no logré comunicación telepática con ninguno de ellos. ¿Será que tienen cascos blindados? Bueno, otro día será.

Por: EDUARDO SEMTEI
@ssemtei
POLÍTICA | OPINIÓN
EL NACIONAL
LUNES 16 DE JULIO DE 2012