Después de 22 años, Jaua ya no
es aquel activista encapuchado
■ El vicepresidente ejecutivo de la República y ministro de Agricultura y Tierras fue un “combativo” dirigente estudiantil en la década de los noventa.
■ Formó parte de la Unidad 77, un movimiento de la UCV cuyos integrantes, dos décadas después, han ocupado posiciones de poder en la burocracia agrícola.
Piso 7 de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV. Militantes de la Unión de Jóvenes Revolucionarios (brazo juvenil del ilegalizado partido Bandera Roja) están reunidos en una de las aulas de la Escuela de Sociología. Son el motor de un movimiento estudiantil con creciente poder a través de un frente novedoso: la Unidad 77.
Alrededor de ella se han aglutinado independientes y activistas de izquierda. De pronto, hace entrada un grupo de encapuchados. Son los integrantes más ortodoxos. Las risas de quienes los reconocen enojan a uno de ellos: Elías Jaua. El joven reclama respeto para él y para su atuendo. Luego se sienta y así comienza a participar en las deliberaciones de ese fin de semana de 1990. El episodio lo confirman dos personas que estuvieron en la reunión y que fueron entrevistadas por separado. “Todos sabíamos quiénes eran. Estudiaban Sociología y no eran más de 15. Nos resultó gracioso”.
La U77 se convirtió a partir de ese año y por casi dos décadas y media en uno de los principales movimientos de la UCV con ramificaciones en otras casas de estudio. La mayor fuerza se concentraba en dos bastiones: la Facultad de Agronomía y la de Ciencias Económicas y Sociales. Después de 22 años, Jaua ya no es aquel activista sino el vicepresidente ejecutivo de la República y el ministro de Agricultura y Tierras. Ningún otro miembro del Gabinete del presidente Hugo Chávez ha sido tan influyente en el destino del campo venezolano en los últimos 6 años (sólo Juan Carlos Loyo, un tutelado, lo sustituyó como titular del ministerio entre 2010 y 2011). Muchas de las figuras que han ocupado cargos clave de la burocracia agrícola en el último lustro han sido y siguen siendo hombres y mujeres que fueron compañeros de Jaua en ese frente universitario o estuvieron muy cerca de él en los días de militancia ucevista: un grupo de por lo menos 14 fue identificado por sus antiguos compañeros de estudios y por dirigentes, ex dirigentes y militantes activos y retirados de Bandera Roja. Las fuentes consultadas coinciden en un punto: “La mayoría de ellos entró al Ministerio de Agriculturas y Tierras de la mano de Elías”.
La generación de Jaua, con la U77 en plano estelar, alcanzó posiciones de poder a través de las cuales sus integrantes pudieron administrar hatos y fincas expropiados, gerenciar importaciones masivas de insumos, dirigir compañías de alimentos, decidir sobre financiamientos a productores, tutelar organismos de certificación de rubros de origen animal y vegetal y conducir la investigación científica relacionada con el agro. Muchos de ellos se han sentado a la diestra del sociólogo en los viceministerios agropecuarios o han presidido instituciones y compañías públicas para cumplir un objetivo: instaurar el modelo productivo socialista del Plan de Batalla por la Soberanía Agroalimentaria 2006-2015. Los resultados de las políticas oficiales son defendidos por el Gobierno. En septiembre de 2008, por ejemplo, Chávez dijo lo siguiente al presentar a algunos miembros del grupo liderado por Jaua en un Aló, Presidente transmitido desde el antiguo hato El Cedral, hoy Empresa Ganadera Agroecológica Bravos de Apure: “Vamos a pedirles, por favor, que se pongan de pie para darles un aplauso al equipo del ministerio, el equipo de la Revolución Agraria.”. El mandatario, 4 años después, aún defiende la gestión y afirma que el país sienta las bases para convertirse en una potencia agroalimentaria. Sus detractores no dejan de señalar, sin embargo, que las estrategias del Ejecutivo, que han tenido las expropiaciones y los proyectos con nuevos aliados internacionales como elementos cruciales, han dejado como herencia un campo más dependiente: la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación incluye a Venezuela en la lista de países con menor capacidad de cultivar sus propios alimentos en Latinoamérica. Las importaciones agropecuarias aumentaron más de 200% desde 2000 y casi 70% desde 2006, según el INE.
Fichas de confianza:
Yván Gil, es quien hoy está a cargo del área de Circuitos Agroproductivos y Agroalimentarios y de las presidencias de Agropatria y de Ecisa. Vladimir Córdova, José Manuel Amundaray, Aníbal Espejo, Amílcar Carvajal y Franklin Almao, también ex militantes del grupo, han rotado en, por lo menos, seis instituciones ministeriales. Saverio Celis y Ligmar López, quienes son hermanos de dos ex integrantes del frente que fueron asesinados en jornadas de protestas universitarias (Juan Carlos Celis y Richard López Plaz), igualmente han formado parte del equipo agrícola, lo mismo que María Fernanda Sandoval, a quien recuerdan no como militante, aunque sí como afín al movimiento. Martha Bolívar fue una estrecha una colaboradora del actual vicepresidente y ministro en la época estudiantil y tanto ella como su hermana, Ángela Bolívar, han sido funcionarias. Otro ex viceministro, Ricardo Fong Key, salió de las filas del Movimiento Ezequiel Zamora que hace más de dos décadas Jaua contribuyó a organizar entre estudiantes de educación media en Caracas.
A ellos echó mano Jaua cuando fue nombrado ministro de Agricultura y Tierras por Chávez en 2006. La designación, de hecho, lo sorprendió: “¡Pensé que íbamos a pasar hambre! No es mi área, yo soy sociólogo y politólogo”. Esa fue la respuesta que dio cuando el diario El Universal le preguntó en febrero de 2010 cómo había reaccionado ante la decisión presidencial de encargarlo del agro. El jefe del Estado pensó en él en una noche de reflexión que ha descrito así: “Andábamos que no dábamos `pie con bola’ en agricultura.
¡Fallas, fallas y más fallas! Y me dije: `¡Dios mío, pero si la revolución agrícola es alma y nervio de la revolución socialista! No se podrá hacer una revolución sin un proyecto agrícola exitoso.
Entonces llamé a Elías”. Jaua no escondió, en la misma declaración de prensa, que el mandatario le solicitaba sus oficios como operador: “El Presidente me dijo que este ministerio requería de dirección política y con esta premisa hemos armado un equipo de buenos profesionales comprometidos con la visión de que presenta la nueva Ley de Tierras”. Ambos discutieron sobre un punto: el despacho era uno de los más difíciles y podía “quemar” a cualquiera.
El sociólogo tenía 36 años de edad en 2006 y sustituyó a Antonio Albarrán, a quien la Asamblea Nacional responsabilizó por el manejo irregular de 3,3 millardos de bolívares del Central Agroindustrial Azucarero Ezequiel Zamora de Sabaneta. Jaua llegó a ese escalafón luego de un periplo por las filas del MVR y de la Asamblea Nacional Constituyente en la que fue miembro de las comisiones de Relaciones Internacionales y Ordenamiento Territorial.
De allí saltó a la cabeza de tres despachos: la Secretaría de la Presidencia, el Fondo Intergubernamental para la Descentralización y el Ministerio de Economía Popular hasta 2005. Sus responsabilidades al frente de la política agrícola, sin embargo, han consumido una parte central de su trayectoria.
Mano derecha:
Yván Gil llegó al Viceministerio de Circuitos Agroproductivos y Agroalimentarios en agosto de 2008. Un año antes había sido designado presidente del Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas, cuyo manejo ha sido criticado por jubilados y ex empleados, quienes señalan su politización. Hoy es presidente de Ecisa, una empresa estatal dedicada a la importación y distribución de productos como semillas, insumos y maquinarias. Esa compañía, involucrada en acuerdos binacionales con Cuba y Argentina, absorbió en octubre de 2010 a Agroisleña, el consorcio privado que fue estatizado por orden presidencial para crear Agropatria. Le ha correspondido capear la tormenta por la escasez de agroinsumos que afecta el sector y que ha sido reflejada en documentos oficiales que indican que en 2011, con 108 tiendas, se satisfizo la demanda de menos productores que los que el Gobierno logró atender en 2006, cuando disponía de 16 establecimientos.
Gil ha buscado un perfil bajo:
Un episodio que lo puso bajo los reflectores ocurrió en diciembre pasado cuando le pidió al presidente Chávez recursos por más de 300 millones de dólares para reactivar Agropatria. La respuesta del jefe del Estado, en una transmisión televisada, fue esta: “En año y medio me pagas mis 300 millones de dólares, que no son míos, son del pueblo”. A la presión presidencial se le sumó este año la de los obreros del conjunto de empresas que integraban la antigua Agroisleña, quienes denunciaron en abril pasado la parálisis operativa de las plantas y la desidia de los nuevos administradores. De acuerdo con los trabajadores, la cadena importaba 80% de los insumos y tenía capacidad para producir sólo 20%. Un vocero sindical, Robert Alvarado, dijo entonces que el monto invertido a principios de año sólo había sido empleado para la compra de productos más allá de las fronteras. Gil ha señalado que Agropatria ha sido blanco de una “desmedida campaña de prensa”. Una nota oficial reseñó en marzo sus palabras: “La empresa va a garantizarle a pequeños y medianos productores insumos, y no como se hacía en Agroisleña, que sólo atendía a los más grandes”. Aún no ocurre así, si se juzga por las quejas.
Gil, según sus ex compañeros, era excelente estudiante.
Fue preparador de varias materias e hizo carrera docente en el área de mecanización agrícola, que profundizó con un posgrado en Francia. Cuando la U77 “calentaba la calle” para protestar contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez, fue visto en largas asambleas estudiantiles y en reuniones del movimiento.
“No levantaba mucho la mano y se limitaba a leer los materiales políticos. Tampoco le conocí posición específica en torno a temas del agro, como la defensa de las tierras, por ejemplo”, refiere Simón Guillén, militante de Bandera Roja y encargado de la captación de estudiantes para la formación de cuadros dentro de la U77. Al final de la carrera Gil hizo una intervención que asombró a todos. “Ya era muy tarde. ¡Lo habríamos captado para que fuera presidente del Centro de Estudiantes!”, exclama Guillén. Docencia y militancia de izquierda son herencia de familia: su padre, Freddy Gil, fue decano de la Facultad de Agronomía y miembro del MIR y Bandera Roja en los años sesenta y setenta. El veterano profesor fue fundador de Mercal y el primer presidente de la Corporación Venezolana Agraria, creada en 2001 y sustituida en 2010 por la Corporación Venezolana de Alimentos.
Aguerrida:
Tatiana Pugh, ingeniero agrónomo, fue una de las integrantes más activas de la U77. “Era muy aguerrida”, dice Guillén. Fue docente en la Facultad de Agronomía e hizo una especialización en genética en Francia. Entró en el Ministerio de Agricultura y Tierras en 2007 como viceministra de Circuitos Agroproductivos y Agroalimentarios. Fue regente de la Escuela Socialista de Agricultura Tropical y dirigió la Corporación Socialista del Cacao.
Desde enero, preside el INIA.
La recuerdan como una firme defensora de la línea de Bandera Roja. Un agrónomo puntualiza que en el trajín de la política estudiantil las diferencias de los militantes de izquierda con los independientes reunidos en la U77 eran inevitables. “Se involucraba en discusiones acaloradas”, agrega el entrevistado.
Ocupaba el cargo de viceministra en 2007 cuando se le interrogó por el ascenso de las importaciones alimentarias. “Hay una gran leyenda con respecto a cuánto importamos”, refutó y esgrimió que en caso de frutas y granos las compras foráneas eran pocas. Tres años después, como presidenta de la Corporación del Cacao, dijo lo siguiente: “Sólo en el socialismo es posible que el cacao, en lugar de ser un instrumento para la esclavitud como lo ha sido durante cerca de 500 años, se pueda convertir en un instrumento de liberación”. Los productores se han quejado de la regulación del precio del rubro y del estancamiento de la producción, desde principios de los años noventa, en un promedio de 17.000 toneladas anuales. El Gobierno, sin embargo, celebró el año pasado el incremento de la producción nacional a 20.955 toneladas, un nivel que no satisface a todos los cacaoteros. Como presidenta del INIA, expresó que se sentía satisfecha con la gestión. “Hemos demostrado que podemos producir semillas de hortalizas y de leguminosas”, dijo de acuerdo con una nota oficial. La funcionaria afirmó que con esos insumos se podía garantizar una mayor soberanía. El reto no es menor: hay voces que indican que la capacidad de investigación está disminuida y, según datos del propio ministerio, en 2011 se logró producir apenas 1.774.140 insumos agrícolas de los 6.100.000 planificados.
De sociología al agro:
Richard Canán, como Jaua, estudió en la Escuela de Sociología de la UCV en Caracas, de la que también fue profesor por un breve período. Ha ocupado dos viceministerios del despacho de Agricultura y Tierras: el de Circuitos Agroproductivos y Agroalimentarios y el de Economía Agrícola. También dos presidencias de entidades adscritas: el Banco Agrícola y la CVA.
A finales de 2007, le correspondió admitir un dato: 21 compañías estatales y 51 empresas de producción social sólo habían logrado procesar 290.000 toneladas de alimentos, equivalentes aproximadamente a 1,5% de toda la producción nacional.
Ese año cerró con una ola de escasez de productos básicos, especialmente la leche. Canán fue una figura gubernamental que dio la cara por la estatización de las torrefactoras y por el aumento de la importación de carne.
Como estudiante universitario, debió salir en defensa de sus creencias públicamente más de una vez. Eran tiempos en los que las marchas que protestaban el alza del pasaje, mejor presupuesto universitario y cese del “paquete neoliberal” podían terminar en enfrentamientos y muertes. En 1993 acudió a la redacción de El Nacional, acompañado de Jaua y Roland Denis Boulton, un compañero de la Escuela de Filosofía que después fue viceministro del Ministerio de Planificación. El objetivo era desmentir el contenido de unos panfletos lanzados en la UCV en los que se reseñaba a 20 militantes como encapuchados involucrados en manifestaciones dentro del recinto. “Esto forma parte de la guerra sucia iniciada por el Gobierno y sectores ligados a él, con el fin de desprestigiar a la dirigencia juvenil”, declaró Canán, que apenas una década más tarde acumuló en su currículum los cargos de presidente del Fondo Intergubernamental para la Descentralización (2004) y ministro de Comercio (2010).
María Fernanda Sandoval, agrónoma y ex docente de la UCV, ha estado al frente del viceministerio de Circuitos Agroproductivos y Agroalimentarios y presidido el Instituto Nacional de Salud Agrícola Integral, antiguo Servicio Autónomo de Sanidad Agropecuaria. Desde esa posición afrontó duras críticas sindicales por la forma como ejecutó la transición entre ambas instituciones. Del organismo técnico encargado de la vigilancia de los productos de origen vegetal y animal fueron despedidos 2.600 trabajadores. Algunos ejercieron demandas.
Mandos medios:
La U77 también ha sido cantera de funcionarios que han nutrido otros niveles del aparato agrícola. Vladimir Córdova fue líder en la Facultad de Agronomía en los años noventa, cuando asumió la presidencia del centro de estudiantes.
Hoy ocupa el cargo de coordinador del Insai en Vargas, función que lo responsabiliza de la verificación fitosanitaria de las importaciones alimentarias que llegan al segundo mayor puerto del país. Aníbal Espejo, sociólogo y que en 2002 fue uno de los imputados y sobreseído por los hechos de Puente Llaguno, llegó a la presidencia del hato El Frío, una gran productora de ganado de Apure para el momento de su expropiación en 2008. El Gobierno renombró el hato como Empresa Socialista Ganadera Agroecológica Marisela, para el cultivo de arroz con Vietnam. En octubre de 2011 Espejo, que también es diputado suplente del PSUV por Apure, dijo que había triplicado su producción, en comparación a cuando estaba “en manos de latifundistas”. Amílcar Carvajal, otro señalado y liberado de culpa por los hechos del 11A en El Silencio, ha sido director principal de la junta directiva de Ecisa desde 2009. José Amundaray fue presidente encargado del INIA y es miembro de la junta directiva actual de Agropatria; y Franklin Almao ha representado al Ministerio de Agricultura y Tierras en la oficina de Aragua. Todos son parte de una generación nacida de la agitación de finales de los ochenta y unida por la propuesta agraria chavista y por una gestión común. El futuro dirá si fueron coherentes con sus ideales estudiantiles.
Una raíz zamorana:
Elías Jaua contribuyó a organizar el Movimiento Ezequiel Zamora en 1991. Estaba constituido por estudiantes de educación media de Caracas y Miranda. Fue creado en 1991 por un sector disidente de Bandera Roja para competir con su brazo juvenil, la Unión de Jóvenes Revolucionarios.
En esa ala militó otro hombre que ocupó hasta enero el Viceministerio de Economía Agrícola del Ministerio de Agricultura y Tierras: Ricardo Fong Key.
También presidió el Banco Agrícola e incluso Pdval, compañía estatal investigada por las pérdidas de alimentos.
Fong Key, junto con otros estudiantes, declaró a El Nacional en 1991 como parte del movimiento: “Nosotros no somos subversivos ni saboteadores de oficio. La violencia la propicia el Gobierno al no escuchar nuestras quejas, al no parar su paquete y al infiltrar policías en nuestras manifestaciones pacíficas para facilitar su labor represiva”.
Otra persona cercana a Jaua en sus tiempos universitarios fue Martha Bolívar. Desde finales de 2008 preside la Fundación de Capacitación e Innovación para Apoyar la Revolución Agraria, adscrita al despacho del ministro. Su hermana mayor, Ángela Bolívar, es ingeniero agrónomo y fue incorporada al equipo primero como directora y luego como presidente del Instituto Nacional de Salud Agrícola Integral. En un escrito colgado en Aporrea, en 2009, recordó los hechos de Tazón en 1984: “Ese día las balas marcaron para siempre nuestra conciencia de clase”.
Nada que aportar:
Las gestiones para entrevistar a Elías Jaua, vicepresidente y ministro de Agricultura y Tierras, no fueron exitosas, al igual que fallaron las realizadas para contactar al viceministro Iván Gil. Tatiana Pugh, presidenta del INIA, envió un mensaje de texto: “Creo que no tengo mucho que aportar”. A Richard Canán se le dejaron mensajes en la contestadora, lo mismo que a María Fernanda Sandoval. “Si el MAT no autoriza, no se pueden dar entrevistas. Gracias”, se recibió como primera respuesta vía texto. Y luego otra ante la insistencia: “Disculpe tenía que empezar diciendo que el teléfono no lo tiene la ingeniero”.