El Método del Discurso
A Chávez no le molesta que lo acusen de falsear la historia con la tesis del Bolívar con sangre negra, o india, nacido quizá en Barlovento. Ese debate entretiene al vecindario, y al fin y al cabo la verdad histórica le importa un rábano: Chávez prefiere la verdad política, mejor dicho, la conveniencia política.
Le sacó la piedra en cambio que Capriles Radonski le recordara que en 800.000 hogares se acuestan con hambre.
Inmediatamente aclaró que no pasan de 400.000 las familias hambrientas, algo que sigue constituyendo una atrocidad. ¿Cómo gastar la plata en satélites cuando el venezolano no come? Con lo que cuestan varios Sukhois comerían completo esas 400.000 familias, u 800.000.
Lleva 13 años distrayéndonos con discusiones banales; reconocer que hay hambre en Venezuela representa el fracaso de la revolución. El venezolano come mal y millones no comen. El Gobierno prefiere que hablemos del rostro real de Bolívar, librarse del tema que quitaría la razón de ser a una revolución, el hambre, la aparición de nuevos pobres por culpa del desempleo, el buhonerismo y el subempleo.
Con el último boom petrolero, en un año se vendieron 500.000 autos y se agotaron los televisores de pantalla plana; inevitablemente disminuyó el número de pobres. Tan pronto el precio del petróleo dejó de duplicarse, la pobreza aumentó con rapidez y apenas en este año electoral se ha alimentado artificialmente el consumo, en 2013 aumentará estrepitosamente la cantidad de pobres.
Los nuevos hambrientos se reclutan entre los trabajadores cuyo contrato colectivo no se renueva, los que ganan salario mínimo que medido según la cotización real del bolívar es miserable; las cachifas colombianas envían mucho menos dólares a sus familiares; los que emigran comprueban que en Panamá, Argentina, el ingreso real supera al de aquí. Comer cuesta más en Venezuela que en Miami o Panamá o Chile.
Las propias estadísticas oficiales, mentirosas lógicamente, denuncian que hay 400.000 hogares donde el venezolano pasa hambre, algo que acepta el Presidente porque prefiere que sean 400.000 y no 800.000.
Pero, ¡400.000 familias sigue siendo un escándalo! En Venezuela ni un venezolano debiera buscar comida en la basura, como ocurre en nuestras ciudades. Nos hemos empobrecido, basta fijarse en los modelos de los automóviles que circulan por las calles, o el deterioro de autopistas, puentes, aeropuertos.
Cuando se gasta una fortuna en expropiar supermercados, el Gobierno le ofrece alimentos subsidiados a los que cuentan con recursos para comprarlos y adicionalmente carga con la tarea imposible de importar, distribuir y comercializar esos productos. Hay 800.000, o 400.000, hogares con hambre por culpa de un modelo de desarrollo charlatán que necesita que el petróleo pase de 100 a 200 dólares, lo que no ocurrirá.
En la lejana Bangladés aliviaron la suerte de los más pobres con programas elaborados por organismos internacionales que no buscaban ser explotados políticamente, sino llenarles el estómago a los hambrientos.
El programa Hambre Cero representa un paso hacia la dirección correcta. Hay que mejorar las misiones, recordar las lecciones que dejaron programas como los hogares de cuidado diario y las becas escolares.
Perder el tiempo discutiendo cuál era el verdadero rostro de Bolívar le hace un favor a Chávez.
¡El hambre, la miseria, la inseguridad, son los verdaderos temas! Obvio.
Por: FAUSTO MASÓ
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