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Thursday, November 21, 2024
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FREDDY LEPAGE: El CNE y el ventajismo electoral



Aquí y ahora

 

Resulta insólita la posición blandengue del Consejo Nacional Electoral con respecto a las actividades de Chávez en la campaña. El temor y la parcialidad hacia el oficialismo son reverenciales. Esto ha quedado tristemente reflejado en el acuerdo propuesto y firmado por los representantes de los candidatos presidenciales.

Se supone que el CNE debe asumir a toda vela su papel de árbitro imparcial y, por ende, equilibrado de la contienda comicial con estricto apego a las normas electorales plasmadas en el enrevesado andamiaje legal venezolano. Si esto es así, se presumía que el ente rector debía incluir en el mencionado pacto a un tercer actor fundamental, el Ejecutivo, y todo lo que él representa.

Pero el Gobierno fue dejado intencionalmente por fuera, lo que en la práctica significa que puede seguir actuando con plena libertad, pues no lo amarra ningún compromiso que vaya más allá de sus propias decisiones. O sea: que para la mayoría de los rectores del CNE solamente hay dos contendores en la competencia. Y el tercero, que es el que maneja los inconmensurables recursos del país puede seguir interviniendo ­como hasta ahora­ a favor del presidente Chávez, que tiene la doble cualidad de ser candidato y cabeza del Ejecutivo a la vez.

A todas luces, a esa mesa le falta la tercera pata que garantiza una contienda justa con reglas del juego claras y definidas. La pata del equilibrio, pues. Henrique Capriles ha propuesto hasta la saciedad la necesidad de que Chávez no siga jugando con ventaja y usando y abusando descaradamente de su condición de jefe del Estado. Lo gallardo y valiente sería que se despojara de todos los beneficios derivados de su condición y compitiera de tú a tú con el abanderado de la unidad democrática.

Cuando la rectora Socorro Hernández expresa que la reglamentación de las reiteradas y largas cadenas nacionales de radio y televisión del presidente candidato no es de la competencia del CNE, está renunciando deliberadamente a una de las funciones primordiales establecidas en la ley. Sencillamente se muestra a favor de una parcialidad política.

Pero, en todo caso, aunque esta actitud de quien se supone debe conducirse de otra manera, deja mucho que desear, no debe ser óbice para continuar solicitando un comportamiento acorde con los principios de justicia y respeto que deben imperar en cualquier democracia que se precie de serlo.

Como la pelea es peleando, todas estas artimañas, triquiñuelas y excesos de quien quiere perpetuarse en Miraflores por seis años más, no van a torcer la voluntad de cambio y progreso que representa Henrique Capriles.

Mientras al candidato oficialista lo llevan en carroza, alejado de la gente que, solamente, lo ve en televisión o, en el mejor de los casos, distante, muy distante, montado en costosas tarimas llenas de alegorías revolucionarias, Capriles pisa el acelerador y acentúa las visitas a todos los pueblos y ciudades de la geografía nacional, recibiendo el calor de humildes venezolanos que se sienten defraudados por tantas promesas vacías, incumplidas.

La preocupación de Chávez lo lleva a decir cosas tan incongruentes y fuera de realidad como que “él representa el futuro”. ¡Por Dios! Un señor que lleva 13 años gobernando y pretende llegar a 20, ¿puede ser cambio alguno? Lo cierto es que con CNE o sin CNE, Capriles empezó con buen pie, no sólo le agarró la calle, sino también la iniciativa de marcar la agenda nacional. Chávez va a la cola de un candidato lleno de energía y propuestas que han calado profundamente.


Por: FREDDY LEPAGE
@freddyjlepage
Política | Opinión
EL NACIONAL