“Un verdadero suicidio
para el pueblo…”
Vistos los últimos acontecimientos, he de volver sobre mis pasos y retomar la senda de los escritos políticos y mi crítica de izquierda, desde la izquierda, para alejarme de la campaña electoral y reencontrarme un poco con mis antiguos lectores. No fue Henry Ford o algún capitalista el que escribió: “El Estado del Pueblo es una pura sin razón” fue Federico Engels. Pero Lenin se apropió de la frase y remató aún más la idea: “Hablar del Estado del Pueblo es tan absurdo y contradictorio, desde el punto de vista del socialismo, como hablar del Estado del pueblo libre”, dijo y agregó: “Todo Estado debe ejercer una represión particular contra la clase oprimida, de allí que ningún Estado sea libre y ningún Estado sea un Estado del Pueblo”.
Entonces, ¿de dónde sacaron los neosocialistas venezolanos aquello de que la cosa es del pueblo? Ya sabemos que los neosocialistas latinoamericanos, africanos y especialmente los venezolanos no vinculan el socialismo con el trabajo y la producción. Sabemos también que no forman élites, nomenclatura o aparato industrial, científico o tecnológico y de allí críticas como las del presidente del Partido Comunista con toda razón, luego de 13 años: “Venezuela carece de una base industrial, matriz del proletariado; todo se importa desde productos tecnológicos hasta alimentos y termina con una incógnita ¿Dónde está el desarrollo?”.
En teoría el pensamiento neosocialista (no solo el actual) es noble por cuanto conquistaron el poder que ostentaron los antiguos usurpadores supuestamente enriquecidos (que llegaron gracias a otra revolución del pueblo). Pero al conquistarlo decidieron constituirse como clase, con consciencia de clase burguesa acomodada pero sin producir absolutamente nada. De allí críticas como las de Carlos Betancourt quien sostiene que por eso se dedicaron “a la reconstrucción del papel del Estado burgués” y las de Domingo A. Rangel quien dijo que solo: “hacen negocios y aprovechan la situación de influencia que tienen en el Gobierno para enriquecerse ellos, no para enriquecer a los demás”. Ante esas críticas los neosocialistas contraatacaron con un lenguaje retaliativo, como el que criticó Simón Sáez Mérida cuando dijo que: “el resentido social no es un revolucionario” y de allí las respuestas del chavismo cuando acorralados ante la crítica dicen ¿y acaso ustedes no hicieron lo mismo?
Es pues una clase burguesa dependiente directamente del barril y del erario público que ha golpeado el aparato productivo a tal punto que a Marx le habría dado un infarto, a Stalin esas cifras hubieran significado el paredón pero que a los neosocialistas latinoamericanos y africanos les parece cheverísimo. En la práctica se han convertido en una nueva clase burguesa pero inorgánica porque no puede sostenerse por sí misma. Una clase suicida cohesionada únicamente por la coyuntura petrolera semejante a la de otros exponentes más conocidos como Charles Taylor de Liberia, Denis Sassou Nguesso del Congo, Robert Mugabe de Zimbabwe, Kamuzu Banda de Malawi, Laurent Kabila, Francisco Macías Nguema, Paul Biya y Omar Al-bashir. Venezuela aún puede rectificar, porque no creo que el pensamiento sea el mismo, pero sin duda transita el camino de la africanización de su economía política y va rumbo a la total destrucción en lo que baje el barril del petróleo y créanme en unos años bajará abruptamente.
Venezuela está pues gobernada por otra nueva clase temporal a la que su propio líder les implora que dejen de comprar autos de lujo (Hugo Chávez 12/03/2009) y que ha batido el récord de Rolls Royce comprados, la que ostenta el mayor número de yates, la que rompió el récord de ocupación en las primeras clases de las líneas aéreas y la que de forma suicida sextuplicó la importación per cápita en todos los rubros. Una nueva clase alimentada al sustituir a los empleados públicos y duplicar la nómina inorgánica de un millón a casi dos millones y medio de empleados, que consumen el 60% del presupuesto y que ha logrado hacer que 140 mil millones de dólares se fugaran, que la desinversión internacional llegara al 35% y que aumentara la deuda externa en 168% solo para satisfacer su costosa forma de vida y lujos sin producir ni un tornillo. No se trata de un “Gobierno del Pueblo” sino de un verdadero “suicidio del pueblo”. A alguien deberá tocarle la noble y ardua tarea de recoger los pedazos de lo que nos dejen de nuestro pobre y mancillado país.
Por: THAYS PEÑALVER
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@thayspenalver
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EL UNIVERSAL
jueves 19 de julio de 2012