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MANUEL CORAO: Poder electoral vasallo



“Ni el pueblo ni la historia
los perdonarán…”

 

Quienes lean por vez primera el contenido de mis escritos, bien podrán pensar que la expresión del titular obedece a la pasión que la disputa electoral le pone a quien se parcializa por una tendencia. Pudiera considerar el lector igualmente que mi condición de hispanoparlante acostumbrado a observar consumarse triquiñuelas, mordidas o burlas por parte de los funcionarios administrativos pertenecientes a cualquiera de los poderes públicos a cambio de canonjías, bien pudieran hacerme ver como hechos punibles procederes producto de mi imaginación; mas no es así. Es tal el enmarañado en Venezuela fruto de la ineficiencia, el desacierto, la incapacidad y la desidia que bien pudiera ser tales sucesos el guión para una novela, pero de terror.

Desde que las autoridades electorales fueron designadas por la mayoría reinante de la bancada oficial en el poder legislativo, este proceder estuvo caracterizado a priori por la presencia mayoritaria de miembros militantes del Movimiento Quinta República, primero y luego Partido Socialista Unido de Venezuela. La ley fundamental establece que los directivos deben ser independientes, norma expresa a la cual los diputados han hecho caso omiso sustentados en una disciplina que ya apuntaba a la reiterada violación de la carta. Esta conducta fue propiciada hasta los extremos actuales desde el poder ejecutivo por el jerarca Hugo Chávez una vez emborrachado de poder.

La improvisación de cánones amparados en poderes especiales y otras en leyes formales, más decisiones de última hora, han sumergido al país en el caos administrativo luego que los entes contralores renunciasen al celoso cumplimiento de la inspección previa de la gestión pública y control posterior contemplados en el legajo constitutivo de la Contraloría General de la República de Venezuela.

Los procedimientos básicos para el inicio de cada proceso comicial han sido violados u omitidos. Depuración mediante una auditoría del Registro Electoral Permanente, designación oportuna y no casual de los centros de votación y el establecimiento de un reglamento electoral con penas a ser aplicadas de manera expedita si son trasgredidas, no se ejecutan como norma.

La actuación del hampa y el uso indebido de los medios de comunicación gubernamentales merecen un comentario aparte. La acción de los inadaptados sociales arroja ya en lo que va de semestre la cantidad de 9,510 residentes asesinados, 56 por día, según la policía científica CICPC.

Son venezolanos que no regresan al hogar porque alguien le quitó la vida. Las peripecias delictivas se salieron del alcance de las autoridades ya que estas no se ocuparon a tiempo. Hoy por hoy mueren tanto compatriotas del gobierno como de la oposición; el hampón no pide cédula ni carnet político.

Práctica común es el abuso en la utilización de las instalaciones comunicacionales públicas por parte del presidente Chávez. Los “institucionales” mensajes de gobierno y los que directamente le promocionan, mas las casi a diario cadenas nacionales televisivas impuestas, están fuera de cualquier evaluación equitativa. A esta política hay que sumarle la producción por parte de los comunicadores del estado de una sostenida campaña de descalificación, descrédito y odio hacia el opositor en instalaciones repetidoras de la nación. Sin duda alguna quienes adversan al barinés están en abierto riesgo de pérdida de derechos y de vida. Se impone un castigo ejemplar pero el CNE se hace de la vista gorda.

Por más que persigan a los adversarios, se alíen con los cacos, nieguen las más elementales facultades, lograrán que la oposición deje de batallar para hacer posible el relevo político anhelado en paz. Trabajarán arduamente por llevar a Henrique Capriles Radonski a la presidencia de Venezuela, alcanzarán los votantes que sean necesarios por un mejor devenir. Nada evitará que Hugo Chávez salga del poder el 7 de octubre por premisa comicial si la sociedad sufragante así lo sentencia.

Para nada le servirá al prusiano buscar en los cuarteles los votos que en la calle ya perdió, pero si por casualidad se le ocurre una conjura apoyado en una sociedad de cómplices, ello será solo una vaga ilusión porque más temprano que tarde vendrán tras él 100 ánimas en pena que se mantienen clamando justicia luego de haber sido en vida vilmente masacrados por sus compañeros de armas en una aciaga noche de febrero de 1992. Ni el pueblo ni la historia los perdonarán.


Por: MANUEL CORAO
Politica | Opinión
El Nuevo Herald