Tiempos de cambio
Caracas marchó el domingo con Henrique Capriles en lo que constituyó una nueva demostración de fuerza, de respaldo popular, de decisión de cambiarle el rumbo al país, y por más que el ministro de Información, Andrés Izarra, haya instruido al Sistema Nacional de Medios Públicos (o mejor dicho, pesuvista), para que minimizaran el impacto de esta entusiasta caminata, es imposible negar que la calle está hablando claro y raspao.
Esta marcha y posterior concentración en las cercanías de Parque Central abarrotó la avenida Lecuna y tuvo como corolario un mensaje fresco, de futuro, de esperanza por parte de Capriles, quien no necesitó de largas e interminables chácharas para abordar los asuntos que preocupan a los caraqueños: la inseguridad, la necesidad de rescatar los espacios para el ciudadano y la perspectiva de un país con un modelo económico productivo que le dé finalmente a la economía informal alternativas más allá de una acera o una esquina.
Capriles abordó la problemática situación de los hospitales en Caracas, en particular de la Maternidad Concepción Palacios y el Vargas, sin pasar por alto los temas ambientales como la nunca cumplida promesa de sanear el río Guaire, a pesar de tantos anunciados chapuzones de la actual jefa de Gobierno de Caracas en sus tiempos de ministra del Ambiente y del mismísimo jefe del Estado y candidato a la reelección.
Pero el plato fuerte de su mensaje fue sin duda el compromiso que asumió con respecto a la lucha contra la inseguridad. Dijo que dentro de un año mostrará resultados tangibles en esta materia. Por cierto, en el Gobierno casi nadie se refiere a la fulana misión destinada a garantizar la seguridad de los ciudadanos.
Las cifras de muertos de cada fin de semana y de prácticamente cada día hacen dudar a cualquiera con respecto a la seriedad de este nuevo plan del gobierno, luego de decenas de planes fracasados, o dejados a mitad de camino, como ocurrió con las iniciativas que el ex ministro engavetó cuando recibió el despacho de Interior y Justicia de manos de Jesse Chacón.
Capriles, a quien desde el laboratorio comunicacional del oficialismo pretenden presentar como un tipo sin discurso, dibujó para los caraqueños con sus palabras certeras la ciudad que todos queremos tener. Una ciudad para pasear de noche, en la cual los espacios dejen de estar secuestrados por la delincuencia y la oscuridad, una ciudad para caminar con tranquilidad, una ciudad de inclusión y en la cual se respire calidad de vida. Todo lo contrario a lo que vemos en una urbe en la que su alcalde se ocupa de la campaña presidencial y deja de lado los problemas que les hacen la vida imposible a los ciudadanos del municipio Libertador.
El masivo respaldo recibido en Caracas revela varios aspectos: primero, no estamos hablando de una ciudad roja rojita, embelesada con decenas de promesas incumplidas por “un solo gobierno”; segundo, la Alcaldía de Caracas no está para atender las urgencias de sus ciudadanos, sino para reducirse a la condición de comando de campaña de Chávez; tercero, pertenece al pasado la visión de una ciudad presa de la hegemonía del oficialismo, en la cual sus sectores populares eran un coto electoral seguro y amarrado.
Caracas le respondió a Capriles como lo han hecho Barinas, Anzoátegui, Miranda, Cojedes, Bolívar, Mérida, Zulia, Lara, Carabobo, Apure, Falcón, Amazonas, Sucre, Monagas y prácticamente todo el país. El comando del Coyote tendrá que moverse al ritmo que le marca el incansable Correcaminos… Bib bip…
Por: VLADIMIR VILLEGAS
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