Que “El Mandón” está ganando,
no es una realidad…
■ Una realidad es el ventajismo grosero, evidenciado en peculado de uso del lado oficial.
■ En principio, todo el que detenta el poder en época electoral lleva alguna ventaja. Pero el rojismo se pasó en abuso y grosería.
Aún así, no son los afiches, muñecos ni carrozas de una campaña grosera y ventajista, de suyo corrupta, son los votos y estos los tiene @hcapriles, el candidato civil.
El tema indigna y preocupa en grado sumo, pues si el voto es el medio legal y legítimo a través del cual los ciudadanos eligen sus gobernantes, la equidad debe estar garantizada como premisa para las partes en la contienda cívica. No el caso que tenemos, por tristeza.
Una cierta ventaja electoral, una propiedad casi inevitable del poder, ha adquirido dimensiones de abuso intolerables.
Una actitud francamente ventajista que se manifiesta no sólo en aprovechar los actos públicos con ocasión de gobierno, para hacer propaganda en favor de la candidatura del señor presidente- en tanto candidato, sino para intentar rebajar y hasta degradar la condición del candidato opositor. Al propio tiempo que se descalifica al caudal de venezolanos que lo han elegido como su representante por unanimidad en libérrimos comicios primarios.
Que El Mandón está ganando, no es una realidad. Una realidad es el ventajismo grosero, evidenciado en peculado de uso del lado oficial.
El oficialismo siempre ha jugado al ventajismo, utilizando el dinero que es del pueblo venezolano para hacer campaña electoral y el CNE es cómplice silente en esta materia.
Si a ver vamos, cómo es que un candidato inicia su campaña electoral por horas de transmisión, vulnerando de tal modo el reglamento electoral y, además, usando los recursos de todos los venezolanos para hacer campaña. ¿Se configura o no el delito de peculado de uso?
Acaso esta conducta, de suyo ventajista y alevosa, encuadra en la comisión del delito de Abuso de Función Pública con fines Electorales, previsto y sancionado en el artículo 68 de la Ley Contra la Corrupción.
Conviene denunciarlo y que sean los órganos de justicia y electorales los encargados de dilucidar tal situación. Desde luego, por lo que llevo dicho, dirán que es una babiecada ilusa y quijotesca de quien esto escribe, pero aunque sea para registro histórico, es bueno dejar constancia de los abusos y atropellos de un gobierno que persiste en esa terca manía, a troche y moche, de querer mandar a todo trance.
Cierto que la norma contenida en el artículo 192 de la Ley Orgánica de Telecomunicaciones establece la obligación de los medios de comunicación audiovisual de transmitir mensajes oficiales, sin embargo, desde hace ya bastante tiempo el gobierno ha incurrido en el manejo indiscriminado, excesivo y hasta abusivo de esta potestad legal, pues ha ordenado y ordena a cada rato la transmisión de mensajes que por su contenido y duración, constituyen indubitables mecanismos de censura. A esto último los especialistas han denominado “censura indirecta”.
Ya el electorado civil que compone la mayoría, el mismo que anhela un cambio en el rumbo de Venezuela, sabrá darle un giro a esta realidad, a esta pesadilla coloreada de un rojo alarmante, de un afán perverso de perpetuación del poder y de imposición de una voluntad única del megalómano.
Lo del 5 de julio, además de los desatinos y desconocimiento de la historia, evidenció una vez más lo que hemos venido señalando insistentemente. Tanto el lector del Acta de Independencia de Venezuela, como el pseudo orador de orden, tomado in fraganti en La Asunción, no desaprovecharon para arengar y vocear consignas a favor del oficialismo. Y desde luego, el presidente en funciones y en preaviso, hizo lo propio.
Luego, no pudo ser más patético lo ocurrido en Los Próceres. De aquel acto vivido el 5 de julio de 1811, una gesta de profunda y acendrada naturaleza civil, la convirtieron en un show circense de muy mala calidad, donde no faltó la lluvia de loas al jefazo, de mimos a la revolución y de jerigonzas intentando justificar el desgobierno que hoy manda en Venezuela.
Sin más vueltas, sabemos quienes nos des-gobiernan y esa triste realidad la podemos cambiar con votos. Yo tengo el mío y funciona.
Mi voto es mi fusil, es mi arma civil y espero no falle en una próxima oportunidad.
Por: Jesús Peñalver
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VIERNES 13 DE JULIO DE 2012