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AGUSTÍN BLANCO MUÑOZ: ¡Yo seré el próximo Presidente!



Hoy es imposible predecir el curso
de este proceso electoral…

 

La prepotencia dice: estoy completamente sobrado. Quisiera tener un contendor de la talla del Conde del Guácharo que pueda ir más allá de “La Nada”.

El discurso opositor se aferra a celebrar su presidencia, porque así lo señala el futuro. Su convicción es tajante: yo no estoy inventando. Mis asesores brasileros y norteamericanos observan con fundamento que mi éxito debe estar ligado al chavismo.

De modo que yo no puedo enfrentar lo que mucha gente apoya, sino convencerlos de que yo lo haría mucho mejor porque cuento con experiencia, estoy lleno de salud y bríos para emprender tareas de envergadura.

Pero téngase claro: no estoy jugando al chavismo sin Chávez, simplemente sabemos que si no logramos mover gente de ellos hacia nosotros, estamos fritos.

Lo que me sale entonces es jugar al antichavismo pero de manera discreta. Y a ese candidato nunca lo menciono por su nombre, lo llamo “El Otro”, aunque en La Vega se me salió y lo emplacé para que atacara de frente, pero de inmediato me llamaron la atención mis asesores.

Me recordaron que no puedo perder mi imagen de la tranquilidad, paz, entendimiento y no confrontación que es lo que quiere la gente cansada de la angustia y el miedo a la polarización. Y aquí estoy en mi carrera hacia una victoria segura y en esto es decisiva mi condición de Flaquito como decidí bautizarme.

Tengo claro que no debo caer en las provocaciones violentas que en forma creciente me va a poner “El Otro” y su séquito. Es por el único lado que me podría atacar, porque en lo demás ofrezco continuar las cosas que se vienen haciendo, pero en un ambiente de concordia y entendimiento, sin exigir ni las franelas de un determinado color ni el voto obligado para mi partido porque mi partido se llama Venezuela.

Esto quiere decir que con la gente que me apoya no tengo mayores problemas. Los otros partidos saben que tienen que vivir y morir conmigo.

Y cada uno está consciente en que yo soy el pitcher relevo del gobierno de El Otro, dispuesto a colaborar con quien ya lleva catorce entradas y le están bateando cómodamente los adversarios.

Claro, no es que yo sea chavista sino que, incapaces como hemos sido de crear una política propia, desde el Caracazo para acá, no nos queda de otra que admitir que el chavismo ha llegado tan lejos en popularidad, que todo el que lo enfrente está condenado al fracaso.

Por eso yo lo enfrento sin enfrentarlo. Y así se lo digo a la gente: vente conmigo que es lo mismo pero mejor. Te respetaré lo que tienes pero te daré mucho más: paz y seguridad, trabajo, vivienda y educación de calidad. Podrás vivir con la puerta de tu casa abierta en la seguridad de que estará cuidada por la autoridad del Estado.

Pero, insisto, no me puedo presentar como un radical antichavista. No puedo atacar las misiones y la política social del régimen. Más bien las garantizaré por medio de una ley de reparto de bienes y beneficios para todos.

Muchos han llamado esto legitimación. Pero eso es en caso de que yo pierda. Porque ganando con la táctica acordada, él me habrá legitimado a mí por el préstamo que me ha concedido de su obra para que yo me montara.

Claro, mis asesores me han dicho que hable de transición, aunque eso no está muy claro. No sé si lo que se plantea es la continuación de lo existente u otra cosa.

Yo me inclino por lo segundo, pero me atajan y me dicen que no me meta en ese enredo porque después no voy a poder salir.

Me insisten: debes poner en las manos de la gente los instrumentos para que se labre su destino y mejoras mediante el trabajo. Y les he respondido: eso es bueno para el futuro, pero en lo inmediato debo seguir la fórmula populista, que no fue inventada por esta revolución sino que es algo muy viejo, que ha conseguido ahora una renta petrolera de tal monta que hace posible los planes inmediatos de ayuda a la pobreza y que posterga los tan mencionados planes de desarrollo industrial y diversificación de la economía.

A esto es lo que ellos llaman socialismo y revolución, al lado de Cuba y el ALBA. Y yo no puedo atacar sino dejarlo correr para no ahuyentar a quienes se me acercan. Por eso insisto: déjenme ganar ofreciendo lo mismo para conseguir los votos y después veremos.

No voy a caer en que si cojo para el socialismo o el capitalismo. Para mí lo importante es el progreso y el futuro

La tarea álgida será desmontar todo esta tramoya que es la revolución que ha tomado para sí todas las instituciones y que se ha extendido internacionalmente como un socialismo distinto al ya detectado como un rotundo fracaso.

Y la cosa será muy dura por el apoyo que tiene el régimen en lo económico, social, político, institucional y militar. Por eso, dijo el Gral. Rangel Silva advirtió que no reconocerán otro triunfo que el del jefe único: si no gana con el chingo gana con el sin nariz.

Y aunque me han dicho que en las FAN hay mucho descontento, lo del 05 de julio me puso la piel engallinada cuando escuché a los muchachos con aquel grito de “Cazadores… Somos cazadores, revolucionarios y chavistas”.

Me di cuenta que el grito de “¡A mí mando y obediencia!” está completamente vivo en la institución cuya oficialidad en su inmensa mayoría disfruta hoy de los beneficios de la revolución.

Y ante esta aplastante realidad no me queda otra que plegarme a los señalamientos de mis asesores: esto se resuelve con la avalancha de votos que nos anuncia él casa por casa o el pueblo por pueblo, el corazón por corazón, huracán por huracán o ciudad por ciudad.

Como dije en Maturín, la emoción que siento por todas partes es muy grande y si se traduce en votos no puedo perder. Y el chavismo en picada y sin poder seguir su curso, verá como sus huestes vienen a ponerse a mi lado. Sin embargo, el Chingo y el Otro parecen dispuestos a todo. ¡Qué historia amigos!


Por: AGUSTÍN BLANCO MUÑOZ
@ablancomunoz
EL UNIVERSAL
viernes 13 de julio de 2012