“El Coyote de este cuento se
quedo en el aparato…”
En el segundo día de campaña, el candidato presidencial de la Alternativa Democrática, Henrique Capriles Radonski, definió con una acertada y clara metáfora, el escenario electoral al cual nos enfrentamos: “Es el Correcaminos contra el Coyote”.
Más claro no canta un gallo. Todos conocemos la famosa comiquita que le ha dado la vuelta al mundo y ha entretenido a generaciones. Y pocos pueden atreverse a negar la condición de Correcaminos del líder de la Unidad, quien se ha comprometido con un magnífico esfuerzo puerta por puerta, casa por casa, pueblo por pueblo, que hemos visto a través de la televisión, de los periódicos, y que ya a estas alturas miles y miles de venezolanos han podido comprobar de primera mano.
En la acera contraria está el villano de la historia, simplemente maquinando cómo entorpecer las vías por las cuales se abre camino el héroe del cuento. Preparando catapultas con rocas, trampas camufladas, detonaciones fallidas. Y como en la tira cómica, nada resulta. El Correcaminos sigue en lo suyo: darle 3 vueltas a Venezuela, sin voltear siquiera a ver los escombros que quedan atrás, luego de colapsar los aparatos destinados a emboscarlo. Incluidas las encuestas marca “Acme”.
Ese es el signo de la campaña. Un candidato joven y en buena forma física, que se vale de su fortaleza como maratonista para llegar en tiempo récord a dar la mano a tantos venezolanos como sea posible en el corto tiempo que resta para esta titánica tarea.
El contrincante no camina. Se desplaza en un camión, en las alturas, en una carroza, o en una elevada tarima que más bien parece un altar. Está blindado en una aparataje que lo aleja de la gente, del sentimiento; que lo protege de la inseguridad que ha crecido como la espuma bajo su propia responsabilidad o más bien irresponsabilidad.
El contrincante no gobierna. No se ocupa de administrar los ingresos de la República en función del bienestar de la ciudadanía. Se preocupa, sí, de entorpecer la campaña del contrario, de torcer leyes y de retener recursos, de complicarle el trabajo a los medios de comunicación, que son las zancadillas del Coyote de este cuento.
Pero la velocidad y la agilidad del Correcaminos convierten en ineficaces tales jugarretas. Desatinadas e inútiles, y para colmo descubiertas, predecibles a estas alturas, gracias al uso y abuso de las mismas triquiñuelas.
Vista la energía con la cual ambos actores están accionando, el resultado del 7 de octubre es predecible. Mientras uno se estanca en la monotonía y el falso aparataje, el otro crece como la espuma a punta de trabajo, de sudor, de energía y de fuerza enfocada en el objetivo: pasar de una vez por todas esta página perdida de la historia y amanecer en una nación de posibilidades, de progreso, de justicia y de paz.
Hay un camino, ya no es solamente una promesa de futuro, es un hecho que se está constatando día a día, con un líder que transita todas las rutas de Venezuela para demostrar a nuestros compatriotas que esa opción existe, que es de carne y hueso, que tiene con él a un nutrido y capaz grupo de colaboradores y que está dispuesto a escuchar.
Para hablar en términos hípicos, el Coyote de este cuento se está quedando en el aparato. Y para hablar en términos de automovilismo, el Correcaminos de esta historia está desprendido desde hace rato.
Candidato a la Alcaldía de Baruta por la Unidad
Por: DAVID UZCÁTEGUI
POLÍTICA | OPINIÓN
EL UNIVERSAL
martes 10 de julio de 2012