El coyote es mañoso y el
correcaminos avispado
Yo no podría afirmar que sea cierto que Chuck Jones se inspiró en Mark Twain para inventar los personajes del Coyote y el Correcaminos, aunque lo afirmara él mismo varias veces. Total, que estos fulanos andan deambulando de televisor en televisor desde 1948. Ahora se mudaron a Venezuela. Están nacionalizados.
Andan compitiendo por la Presidencia de la República.
El coyote tiene nombre y apellido. Canis latrans. (Ustedes pensaban que iba a escribir otro nombre, pero se equivocaron). El coyote es carnívoro.
Le gusta consumir presupuestos gordos. Fondos chinos. Reservas excedentarias. No puede ver un dolarcito porque le brinca y rápidamente lo esconde bajo el colchón. Es un cazador solitario. Si alguna vez sale a buscar alimento con otros coyotes y tienen una disputa, con seguridad, usando sus mañas y artes, el más fuerte de la manada extraña al otro en Ramo Verde. Tiene buen olfato. Sabe aprovechar las oportunidades. Tiene buen sentido auditivo, especialmente ayudado por todo ese equipo tecnológico de punta que mandó a instalar en la Cantv (avenida Libertador) y en el Sebin (Plaza Venezuela). Lo oye todo. En la tardecita se lo trasmiten a Mario “Talco Mennen” Silva para su difusión. Ahora de la vista, por decir de la vista, es deficiente. No ve la realidad. Las cosas pasan y ni las advierte.
Ni las nota.
Anjá, el correcaminos es un pájaro flaco. Su nombre es Californianus geococcyx. (Nuevamente los malpensados creyeron que iba a poner otro nombre, craso error). Es rápido en sus movimientos. Ágil de pensamiento. No se alimenta de carroña ni guarda odios ni rencores. Anda volando por el país, donde la gente lo saluda.
El Canis latrans se traduce al castellano como perro ladrador. Qué ironía. Qué casualidad. Bueno el Canis quiere atrapar al Californianus. Le tiende trampas. Le bloquea los caminos. Le rompe la propaganda. Le ladra y le espita Espécimen Majunchen. Hace tiempo lo encerró por un par de meses en una cueva solitaria, pero no se lo pudo devorar.
El Californianus escapose.
El coyote es mañoso. El correcaminos es avispado. El coyote anda con una alforja llena de dinero, de trampas, de trucos. A cada rato le tiende una celada al correcaminos, pero no más le pone una bomba en Cotiza cuando el correcaminos ya anda por Sabaneta comiéndole el maíz en la orilla a Canis. El correcaminos no es violento. Quiere que todas las especies vivan felices y en paz.
No le gusta la división, la confrontación, la violencia. El correcaminos observa bien a su alrededor y de todos aprende.
No quiere ser jefe de la manada. No quiere ser el rey de la selva. Quiere formar un equipo. Fomenta la unidad. Reconoce que ni lo sabe todo ni lo puede todo.
Ahora, el coyote es distinto.
El coyote sabe de satélites, de medicina, de petróleo, de armamento, de economía, de asuntos internacionales. El coyote tiene amigos coyoticos.
Los alimenta. Los cuida. Y a veces si se alebrestan los regaña.
Cuando el coyote caza tiene la virtud de mimetizarse. A veces es águila que no caza moscas.
A veces es un babalao centroamericano. A veces es un cosaco moscovita. A veces es un budista asiático. A veces es lobo disfrazado.
El correcaminos es siempre el mismo. Desde hace años no cambia. Fiel a sus creencias y principios. Vive y aprende. Escucha. Observa. Emite un graznido cuando hace falta. No responde lo que no le preguntan.
Canis no puede contenerse.
A Canis le gustan las guaridas ajenas. Las expropia. Las confisca. Si están repletas de cosas, mejor. Pero Canis está viejo y cansado. Derrotado y solitario.
Correcaminos, no. Cada vez tiene más amigos. Más gente.
Quien anda con coyotes corre el riesgo de ser devorado. Bueno, Didalco no corre ese riesgo.
Canis tampoco es bagre.
Por: EDUARDO SEMTEI
@ssemtei
POLÍTICA | OPINIÓN
EL NACIONAL
LUNES 2 DE JULIO DE 2012