Aquí y ahora
Recientemente, en un recorrido por Soledad, Henrique Capriles, habida cuenta de las trapisondas, ventajismo y abuso descarado de poder del Gobierno, en esta campaña electoral, en un leguaje sencillo y directo, hizo el símil con la famosa serie de dibujos animados que titula la columna de lo que está ocurriendo.
Concretamente señaló que esta campaña será como el coyote versus el correcaminos: “Aquí está el correcaminos…
Yo voy a ir de pueblo a pueblo, familia por familia, de corazón a corazón”. Obviamente que la comparación tiene que ver con el coyote, que nunca ha podido con el correcaminos.
Mientras Capriles camina, literalmente, toda la geografía patria, Chávez, a pesar de que dijo que se encontraba bien de salud, hace apariciones públicas intermitentes por televisión o montado en una carroza, en caravanas repletas de funcionarios públicos, muchos de ellos obligados a asistir, so pena de perder sus trabajos.
Esta imagen que hemos visto reiteradamente contrasta con la del candidato de la unidad, quien luce enérgico, entusiasta, activo, cubierto de una aclamación popular que no percibíamos desde hace tiempo.
Chávez luce fatigado, repetitivo, sin discurso; sin el envión necesario para recuperar la fe y la esperanza en un futuro mejor de sus seguidores. Aquello de la conexión religiosa entre el líder y su gente que dijo alguna vez un encuestador, ahora militante tarifado de las filas oficialistas, parece que se extingue como la llama vacilante de una vela que consume los restos de cera que le queda.
Da la impresión de que no hace falta oír crecer la hierba, está creciendo rápidamente, a plena luz del día, afincando sus raíces de manera fuerte en la tierra fértil de la democracia.
Se respiran renovados aires de libertad. Pero, como dijo Capriles, el coyote, aunque nunca le pudo ganar al correcaminos, tampoco cesó en su empeño de derrotarlo, utilizando a su antojo todas las artimañas habidas y por haber. Sin embargo, el recibimiento alegre, espontáneo que obtiene Capriles de humildes venezolanos que salen de sus casas a saludarlo, a abrazarlo con cariño, sin temor alguno, es una muestra evidente de lo que viene.
De manera que hay que estar preparados para resistir y responder todas las arremetidas de quien, aun debilitado, se aferra al poder como el náufrago a la tabla de salvación en la mitad del océano. En lo personal, creo que en la medida en que Capriles avance en el favor popular, las embestidas y ataques serán peores. La utilización de los recursos de los venezolanos para favorecer a Chávez se hará cada vez mayor. La desproporción del uso de los medios oficialistas se incrementará, tal como fue denunciado por el Comando Venezuela.
Durante el inicio de campaña, Venezolana de Televisión le dedicó seis horas y media de cobertura a Chávez, contra once minutos a Henrique Capriles, al tiempo que el dócil y parcializado CNE le pedía a los medios equilibrio (¿?) en las transmisiones y reseñas de las actividades y actos políticos de los aspirantes a la silla presidencial. Ello significa que el Gobierno no se detendrá ante nada y, menos, guardará el respeto a unas reglas del juego que garanticen la igualdad de condiciones para ambos.
Pero volvamos a lo del correcaminos: parece que la balanza se inclina favorablemente hacia el que dice que no viene a “pulverizar” a nadie, sino a construir un país sin exclusiones aberrantes, sin amenazas permanentes. O sea, a dirigir el camino del futuro, el camino del progreso. Bip-bip…
Por: FREDDY LEPAGE
@freddyjlepage
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EL NACIONAL