“Hace pocos días, en Carúpano…”
■ En una pequeña ciudad venezolana del estado Sucre, fue testigo del salvajismo que recorre las calles del país.
La semana que acaba de concluir estuvimos unos días en la ciudad de Carúpano, Estado Sucre, un lugar de antigua leyenda como centro de prosperidad, por su gente emprendedora, pacífica y de trabajo. Fueron días de aprendizaje, creación y satisfacción cultural, con motivo de la presentación del reciente film de Malena Roncayolo. Pero de todo ese aspecto positivo escribiré en otra oportunidad, pues toda esa faceta del viaje quedó ensombrecida por un hecho espeluznante del que fuimos testigos y que da macabra cuenta de lo que ha devenido nuestro país en los últimos años. Porque no es Carúpano la única comunidad nacional que puede protagonizar una historia como la que relataré.
El sábado 23 de junio desapareció una niña de 12 años en El Lirio, un barrio humilde de Carúpano. El miércoles 27 -luego de 4 días de intensa búsqueda por sus familiares, vecinos y la policía- apareció asesinada por estrangulamiento, con signos de una furiosa violación. Por datos de los vecinos fue identificado rápidamente un sospechoso, de nombre Luís Cortesía, quien horas más tarde fue apresado por el CICPC en la humilde casa donde habitaba, donde fueron presuntamente halladas evidencias de su culpabilidad y al parecer confesó el crimen. Llevado a la sede del organismo, esa misma noche se agolparon vecinos enardecidos y otros curiosos frente al cuerpo policial, quienes exigían “justicia popular” contra el presunto asesino.
Entre los furiosos acechantes se comentaba que Cortesía tenía antecedentes por violación de menores, que había estado preso por el mismo delito y que había sido liberado sin cumplir su condena, como parte de las liberaciones ordenadas por la ministra Iris Varela para descongestionar las cárceles. Todo eran rumores no confirmados, mas la protesta terminó esa noche con disturbios que incluyeron la quema de cauchos y hasta, parcialmente, de un espacio de Mercal. Con atinado juicio, los jefes policiales trasladaron al sospechoso esa misma noche hasta Cumaná. Pero la protesta vecinal no cedió y, por el contrario, creció la mañana del jueves 28. Nuevos indignados se sumaron a los que habían hecho vigilia la noche anterior y añadieron su sitio a la Fiscalía y el Tribunal.
La solución que encontró alguna autoridad no identificada -o grupo de ellas, sin duda de altas investiduras- no pudo ser más salvaje y miserable: trajeron de nuevo a Luís Cortesía desde Cumaná, en pocas horas lo presentaron ante el Tribunal de Control, el fiscal lo imputó y el juez ordenó recluirlo en la cárcel pública de Carúpano, un antiguo comedor popular convertido en reclusorio penal y abarrotado de delincuentes de todas los grados y categorías. Al final de la tarde fue recluido el imputado en la cárcel, reseñado por los guardias carcelarios e introducido en la zona de los reclusos. A esa hora, todos los demandantes de “vindicta popular” se agolparon frente a la cárcel, exigiendo con gritos que se aplicara justicia expedita.
*Thaelman Urgelles, es un cineasta, escritor y analista político venezolano. Tras sus estudios de Psicología, Letras y Comunicación Social, a finales de la década de los 60, ejerció el periodismo deportivo y de actualidad política.
Por: THAELMAN URGELLES
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