Se fue con Capriles
Son de esas historias que uno cree que nunca las va a escuchar de algunas personas que son tan rígidas en sus pensamientos que es imposible imaginar la movilidad en su ideología. Se trata de Domingo, un vecino. Desde el principio apoyó eso que llamaban el proceso y ahora lo refieren como el desastre. Me refiero al gobierno actual de Venezuela.
Este amigo es una persona que además de sus apegos políticos ha demostrado ser un buen ciudadano. Típico personaje clase media. Trabajador, luchando por la mejor educación para sus hijos, honesto y padeciendo lo que denomina la inflación que le imponen al comandante presidente desde el corazón del imperio.
Hace unos días Domingo me sorprendió. Me comentó con mucho pesar que ¡hasta aquí llega mi apoyo al comandante! Catorce años de fiel militancia. Se terminó. Le dije, te diste cuenta que el tema de la inflación es por la malas praxis económicas del gobierno. Será que descubriste que la corrupción en estos años es peor que nunca. Me imagino Domingo que sientes el golpe de que no alcance tu sueldo y el de tu esposa a final de mes. Insistí, confirmaste que existe una inflación de la calle que no tiene nada que ver con las cifras, que además estás cansado de la peleadera y la división del país. Le recordé esa noche que se metieron en su casa y amenazaron a sus hijas de muerte. La inseguridad se tomó este país incluyendo nuestro vecindario.
Domingo no me dejó seguir con mi lista de causales. Fíjate que esas realidades son verdad, esas son las que alejaron a mi esposa, a mi mamá ya hace muchos años del chavismo, pero en mi caso la situación era distinta. Siempre pensé que el comandante sabía lo que hacía. Tenía paciencia para esperar más a ver si las cosas cambiaban, pero esta vez, me afirmó, el tema es otro.
No salgo de mi asombro por lo que dijo el presidente el 24 de junio, el Día del Ejército, en ese acto tan bonito y en donde él se veía tan bien, tan repuesto. Es que no entiendo, me insistió, cómo pudo Chávez decir algo tan extremo, tan indelicado, tan abusivo como que “el que no es chavista no es venezolano”.
Se le fue la mano, Domingo me confesó que esa frase fue una gran ofensa. No sé si el vecino necesitaba una excusa para alejarse de sus apegos sentimentales con el chavismo. Me pareció sincero. Estaba frustrado y triste. Lo último que me dijo fue, vecino yo no engrosó las filas de los Nini y al igual que el resto de mi familia también me voy con Capriles. Difícil saber qué es lo que produce un desapego en la política.
Por: OSCAR HERNÁNDEZ BERNALETTE
oscarhernandezbernalette@gmail.com
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EL UNIVERSAL
lunes 2 de julio de 2012