Advierten sobre consecuencias
de grupos “vigilantistas”
■ Identificados siete grupos violentos que operan en el municipio Libertador. Expertos dicen que hay más.
■ Una advertencia sobre la posibilidad de que el Gobierno central pierda el control de los llamados “colectivos” hizo el presidente del Consejo Metropolitano de Seguridad y director de Polimiranda, comisario general Elisio Guzmán.
El funcionario señaló que con la excusa de fomentar la organización social para la mejora de las comunidades se ha potenciado a grupos “distintos al sentir democrático del venezolano”.
“Esos colectivos parapoliciales obedecen a un proyecto político. Su misión es clara: asegurar la permanencia del Gobierno mediante el uso de cualquier herramienta”, afirmó.
Guzmán intervino en la instalación de un seminario sobre políticas públicas en seguridad ciudadana, organizado por la asociación Paz Activa. Posteriormente, se refirió al caso de las tres personas que aparecieron asesinadas en el distribuidor La Florida de la avenida Boyacá, al parecer por un grupo de reciente formación denominado El Lídice.
Dijo que los colectivos deberían ser asociaciones integradas por “buenos vecinos, sin antecedentes policiales”, dedicados a prevenir el delito. Por el contrario, en la actualidad actúan con el objetivo de establecer “territorios liberados”, tal y como sucedía con la guerrilla hace más de 40 años.
Se extienden:
Hasta ahora están identificados por lo menos siete colectivos armados. En su mayoría nacieron y operan en varios sectores de la parroquia 23 de Enero. Sin embargo, de acuerdo con el subcomisario Francisco Javier Gorriño, han surgido otras agrupaciones de ese tipo en vísperas del proceso electoral. Ahora se les ve en Lídice, Manicomio y las avenidas Sucre y San Martín.
Indicó que esos grupos experimentaron una fase de importante crecimiento hasta 2008, debido a que, supuestamente, recibían aportes de la Alcaldía de Libertador. En esa etapa renovaron el armamento. Gorriño señaló que hasta 2004 los integrantes del colectivo Tupamaro poseían escopetas y revólveres, además de dos fusiles. Posteriormente fueron superados por los miembros de Alexis Vive y La Piedrita, que disponen de ametralladoras y fusiles de asalto.
Agregó que el grupo de mayor expansión en Caracas es La Piedrita. Dijo que sus miembros a menudo atacan a los empleados y los bienes de la Alcaldía Metropolitana, pues aún no aceptan la victoria de Antonio Ledezma. Se han apoderado de más de 16 motos de esa instancia de gobierno. A esa acción la llaman “recuperación”, lo mismo que a las invasiones de inmuebles.
Subrayó que, por lo general, los delitos quedan impunes.
Por eso Gorriño no tiene mayores esperanzas de que sean detenidos los homicidas de los hermanos Jeison y Alí Labana, y de uno de sus primos, Abel Eduardo González, cuyos cadáveres fueron encontrados el domingo pasado en la Cota Mil.
La excepción de esa regla fue la detención de tres miembros de La Piedrita, por estar supuestamente implicados en el homicidio de un escolta del MRI, Tony José Gómez Herrera, el 11 de enero de este año en el barrio Maca de Petare.
Gorriño recordó que uno de los implicados en el ataque contra el inspector jefe del Cicpc Víctor Manuel Izarra, el 1º de diciembre de 2011, estuvo la semana pasada con otros tres integrantes de La Piedrita en un acto de la Cámara de Comercio de Caracas, con el objetivo de amedrentar a los asistentes.
Ensayo de vigilantismo:
En el área metropolitana, los colectivos surgieron en el 23 de Enero como ensayos de organización social para diversas actividades. Aunque muchos están armados, otros se dedican a actividades culturales y religiosas, como por ejemplo, el paseo de vírgenes y la organización de la procesión del Día de Reyes.
La Piedrita y Alexis Vive se organizaron y cobraron fuerza los primeros años del gobierno de Hugo Chávez, alimentados por el deseo de reivindicar el nombre de miembros de la comunidad, ultimados por funcionarios policiales o miembros de grupos rivales. En el caso de La Piedrita fue Diego Santana, mientras que el otro grupo debe su nombre a Alexis González, muerto en abril de 2002 por agentes de la Policía Metropolitana.
Gorriño explicó que las primeras actividades de los colectivos armados estuvieron encaminadas al control del tráfico de drogas y a velar por la seguridad de los habitantes en los bloques de la parroquia donde cada uno tenía su centro de operaciones.
Posteriormente comenzaron a vender servicios de vigilancia y protección a los organizadores de fiestas privadas en esos edificios.
Gracias al apoyo del Gobierno central y de la Alcaldía de Libertador llegaron a desplazar los cuerpos formales de policía, y actualmente imponen sus propias normas.
Por: JAVIER IGNACIO MAYORCA
jmayorca@el-nacional.com
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EL NACIONAL
JUEVES 28 DE JUNIO DE 2012