“Si de algo sirve la experiencia
es para no confiar en el CNE..”
Hugo Chávez pretende obligarnos a confiar ciegamente en la pulcritud del CNE, como si ese organismo no formara parte esencial de su grosera manipulación de la realidad político-electoral. Por ahora, como telón de fondo de las falsas encuestas que produce el régimen para meterles en la cabeza a sus seguidores que la paliza que le dará al “otro” en octubre será inmensa y definitiva, y para acusar a Henrique Capriles Radonski de golpista por negarse a reconocer de antemano los resultados que en su día ofrezca el ente comicial.
A este torcido razonamiento de Chávez se le ven todas las costuras, pero eso poco le importa. A fin de cuentas, su campaña no persigue el simple objetivo de convencer a nadie de nada, sino el de inquietar, agitar y enardecer a sus partidarios, al parecer, con la finalidad de ponerlos en pie de lucha para lo que pueda ocurrir el 7 de octubre.
Es preciso destacar que esta estratagema psicológica se fundamenta en la presunción equivocada que desde hace años se hacen algunos dirigentes de la oposición sobre una supuesta falta de madurez política de los venezolanos. De acuerdo con ese juicio falaz, lo mejor sería no llamar la atención de los electores sobre la amenaza que encarna el CNE. Para no asustar a nadie, argumentan. Y sonríen, ¿con picardía? Por fortuna, en el curso de los últimos días se percibe una leve pero creciente modificación de esta actitud y ya comienzan a señalarse notorias irregularidades en la gestión del CNE de cara a las elecciones de octubre. Todas estas observaciones, sin embargo, parten de la hipótesis de que el sistema electrónico de votar es en sí mismo confiable, y que si se logran suavizar ciertas aristas del procedimiento y a la vez se moviliza un ejército de testigos electorales suficientemente amplio como para abarcar todos los centros de votación, la preferencia final de los electores estará garantizada. Mentira podrida. Como si el único fraude posible se hiciera el mismo día de las elecciones, cuando todos sabemos que desde los tiempos de Francisco Carrasquero y Jorge Rodríguez el fraude del oficialismo siempre ha sido una operación continuada.
En la actualidad, mediante los mecanismos tramposos de seguir incrementando desmesuradamente el Registro Electoral con la Misión Identidad que le propuso Fidel Castro a Chávez en 2003 y que según el propio Chávez le salvó la vida a su Presidencia en el revocatorio, el uso sin control alguno de todos los recursos del Estado en favor de la candidatura del oficialismo, la confusión permanente que hace Chávez de sus derechos como Presidente y como candidato (peculado de uso, cadenas de radio y televisión a todas horas, uso ilegal de los espacios que los medios audiovisuales están obligados a facilitar gratuitamente a Conatel) y, por supuesto, el abuso sin freno ni medida del hegemónico sistema llamado de medios públicos de comunicación. Fraude, fraude flagrante e insolente, que altera notablemente el equilibrio de fuerzas que supuestamente debe existir para garantizar la transparencia real de un proceso electoral democrático. Y todo ello a la vista indiferente del CNE.
Media Venezuela se apresta, pues, a abordar bajo condiciones muy adversas (lo reitero, en eso consiste el verdadero fraude) la tarea de derrotar a Chávez en las urnas de octubre. Para transformar esta misión en un trámite menos imposible es importante que la oposición acentúe sus reclamos al CNE, que convierta esos reclamos en exigencias y que recurra a todos los procedimientos que autoriza la Constitución, incluido el derecho a la protesta pública y a la movilización ciudadana. Vaya, que para eludir la amenaza del CNE y el peligro de la abstención opositora, y estimular en cambio al votante que sueña con cambiar a Venezuela a defender desde hoy mismo su derecho de elegir, se impone decir la verdad, tal como no se cansan de hacer diariamente organizaciones de gran seriedad profesional, como Esdata o Súmate.
A estas alturas de la historia, si de algo sirve la experiencia es para no confiar en el CNE, depositar toda nuestra certezas sólo en la voluntad soberana del pueblo, como ha repetido en varias ocasiones Capriles Radonski, y denunciar en todo momento, incansablemente, sin tregua y a tambor batiente, las acciones inaceptables del CNE, encaminadas a arrebatarles a los votantes de la oposición, en nombre de la revolución y de la lucha de clases, aunque sólo sea por aquello de que “la burguesía apátrida no volverá jamás a gobernar en Venezuela”, sus más esenciales derechos electorales.
Por: ARMANDO DURÁN
Política | Opinión
EL NACIONAL
LUNES 18 DE JUNIO DE 2012