“A todos nos lastima, nos afecta
y nos preocupa verlos…”
Ellos deambulan desde la mañana muy temprano hasta avanzadas horas de la noche a jóvenes, adolescentes, niños y niñas por las calles de las ciudades venezolanas, tocando de puerta en puerta, desfilando por los sitios de comida rápida, centros comerciales, negocios y restaurantes, pidiendo dinero o un poco de alimento.
La mayoría de las veces pasan vergüenza, si es que algo tienen de ella, cuando se niegan a darles. Se estacionan en los semáforos, extienden sus manos suplicando que por amor a Dios le den unas monedas. Algunos hay que no lo hacen de manera directa, pues presentan un mini espectáculo de circo, payasadas, malabarismo para de esta manera llamar la atención y hacerse digno de que le den algo, mientras otros limpian vidrios de los carros.
Ante estos brotes dolorosos de necesidad o negocio, la gente se dice que mejor es no darles, porque si les dan dinero se está fomentando este humillante oficio, y lo que es peor, para comprar vicios, drogas, o llenarle el bolsillo a personas inescrupulosas o de baja moral que contratan a los niños y a los jóvenes para pedir limosna, e incluyendo algunos padres que los autorizan para estas tristes actividades.
Hay otros, señores y señoras que han hecho de la limosna un lucrativo negocio; pobre de aquel que no les dé lo suficiente o rotundamente se nieguen, porque les cae encima una lluvia de amenazas y maldiciones. No aceptan ya ni monedas de 50 ni de 100 bolívares de los de antes, mínimo una moneda de mil
En este oficio limosnero, antes, sólo veíamos personas procedentes de barrios marginales, ahora los hay de aquí y de allá; como que el oficio resulta ser productivo o la miseria ha tocado también a nuestras puertas. En estos casos
la fuerza expresiva que se percibe no es tanto la miseria o el hambre, sino más bien se trata de un negocio fácil y sin inversiones que lucra con facilidad a quienes lo practican.
Hagamos una comparación: los vendedores de café que recorren todo el día las calles de las ciudades bajo el sol y la lluvia, llenan los bolsillos de moneda a moneda, el método del pavo, 20.000 bolívares diarios de los de antes para el dueño del negocio y 15.000 bolívares de los de antes para el vendedor; de aquí se deduce que en el oficio de las limosnas ocurre lo mismo.
De no ser así, que Dios me perdone, pero en todo esto, lo que no estaremos de acuerdo nunca, es que la niñez y los jóvenes sean explotados en actividades humillantes, y que estén contados dentro de los miles de indigentes que hay en Venezuela de acuerdo a las últimas estadísticas.
La Lopna, Bienestar Familiar y autoridades competentes, deben tomar cartas en este asunto, y recuperar a estos chicos de ese mundo bajo y sin esperanza de un buen destino para ellos. Aboguemos también por un control de la natalidad con base en los principios cristianos, que los matrimonios y parejas en general, sobre todo en la población pobre, no tengan más de dos hijos. A fin de lograr para el mundo infantil una vida digna, promisoria y de sana convivencia social. Salvando a las nuevas generaciones, salvamos a Venezuela.
Por: Zenair Brito Caballero
britozenair@gmail.com
@zenairbrito
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