“Yo creo en el disenso en la política y
más aún en una campaña electoral…”
Pero seamos honestos, es complicado en un país polarizado y dividido ejercer la sana crítica. Mi crítica jamás es sobre la campaña, muy bien organizada, con un buen programa y un esfuerzo titánico de un excelente candidato puerta a puerta que seguro garantizará resultados. Lo que pasa es que una cosa es hacer una campaña ante un mal gobierno y otra muy distinta es hacerlo contra un régimen despiadado.
Es difícil hacer campaña bajo una lluvia de balas desde sus inicios, recorrer calles donde está infiltrada la misma gente que fue capaz de colocar bombas en las iglesias, granadas en los patios de los sacerdotes, bombas en las sedes de partidos y en los principales medios de comunicación. No es fácil entrar a barrios donde han sido capaces de alienar niños y enseñarles a cargar una ametralladora como en África. Es peligroso hacer campaña en un país en el que penden sobre las cabezas de nuestros líderes, juicios penales como espadas de Damocles y muchos otros están en el exilio por delitos “gravísimos” sin pruebas.
La oposición venezolana está en campaña contra un oponente que se prepara ya sin tapujos a ejercer la última fase para imponer una revolución a la fuerza. Para ello se apresta a salir de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y planea salir también de la Corte Penal Internacional para aislarse de la justicia internacional, que no es otra cosa que el preludio de lo que viene. Ante el zarpazo final que sin disimulo busca eliminar las pocas libertades económicas que quedan y conquistar por completo la hegemonía comunicacional que eliminará las últimas opiniones porque ya cientos de programas y referentes periodísticos están fuera del aíre o prejubilados en sus casas.
Es muy difícil hacer una campaña mientras se pretende desarmar a los venezolanos que adquirieron su arma legalmente, mientras los presos y el hampa que nos mata impunemente en las calles, cuentan con un arsenal que no se compra en armerías. Materializan la maldad reformando una ley a tranca y a mocha, para acusar de terrorista a todo aquel que se atreva a levantar su voz en contra y aprovechan el asombro de esto último para abrir investigaciones a todas las llaves electorales de Henrique Capriles como es el caso de Ledezma y Pérez Vivas, investigan a Gerardo Blyde, Delsa Solórzano y a Stalin González, mientras Henry Falcón anuncia que será el próximo “liquidado político” junto con el gato Briceño, a quien le están dando “un golpe de estado” en Monagas con toda la furia del régimen hasta acabar con él. Y así harán con todos los que pueden arrastrar votos y organizar electores, que de nuevo terminarán destruidos, presos o exiliados.
Como el aparato reproductor de maldades y cinismo no descansa, traen a Venezuela a un “experseguido” y lo utilizan para arrebatarle un partido vital a la oposición y con sendas sentencias eliminan el soporte de legal de dos partidos. Que difícil es ir casa por casa ofreciendo las manos para trabajar por Venezuela, mientras el otro candidato diseña una estrategia para mantener a la oposición con la suficiente fuerza para que lo legitime, pero suficientemente débil para no permitirle remontar el 40% del electorado.
Mientras la voz de la máxima autoridad penal de Venezuela se exilia y reconoce que toda esa maldad es planificada y busca cerrarle los caminos a la oposición venezolana. Y le dan la razón porque ahora se pueden juzgar a las personas en ausencia y quitarle sus bienes sin que medie una sentencia firme como se hiciera en la Cuba de Fidel en 1959.
Mientras en las elecciones de la UCV los votantes opositores fueron recibidos a tiros, una sentencia eliminó el proceso, las autoridades son investigadas, multas millonarias y en Carabobo irrumpen en la Universidad otros “estudiantes” disparando y desconociendo los resultados, en clara demostración de lo que las “autoridades” piensan de las elecciones.
Hay quienes han preferido el silencio ante esta gravísima situación, no los culpo porque cada jueves cuando me toca escribir, lo hago bajo una lluvia de amenazas y miedo, pero con más tristeza al comprender que a pesar de todo lo que pasa aún hay que convencer a una leve mayoría que Henrique es el mejor candidato y que es él quien puede evitar que la “Malicia destruya al País de las Maravillas”.
Por: THAYS PEÑALVER
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@thayspenalver
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EL UNIVERSAL
jueves 21 de junio de 2012