“Estuve trabajando por
años en el Seniat…”

Alcancé el grado 20. Una escala altísima. Había en el país sólo tres funcionarios con ese nivel. Cuando se acercaba mi tiempo de jubilación el señor Cabello me transfirió, creo que para Puerto Ayacucho, como asistente del jefe de aquella oficina, que si mal no recuerdo era grado 6. Eso o renunciar.

Capriles Radonski también fue funcionario del Seniat, poco tiempo. El camino político lo alejó del tributario, pero estoy seguro de que recuerda qué orgullo se sentía al trabajar para una institución de patrones tan elevados. Llena de los mejores profesionales, provenientes de todas las universidades del país.

Los estudiantes destacados se esforzaban por ingresar a la institución. Eran Pdvsa o el Seniat. El ambiente era muy técnico. Competencia sana.

Sueldos inmejorables. Financiamiento de posgrados y cursos avanzados en las mejores universidades del mundo. Cada mes cuatro o cinco funcionarios asistían a intercambios con otras instituciones similares en todo el mundo: Argentina, Inglaterra, Brasil, Taiwán, Japón, Estados Unidos, Francia, en fin.

Las instituciones tributarias mundiales le reconocían al Seniat su liderazgo regional. Pero llegó el Monje. En sus primeros años hizo alianza, entre otros, con Rafael Isea para liquidar a José Gregorio Vielma Mora, quien ciertamente había no sólo continuado, sino mejorado el funcionamiento del organismo vigilante del impuesto sobre la renta. Finalmente, triunfaron en su afán destructivo y sacaron al funcionario de mayor reconocimiento técnico del chavismo. A Vielma lo mató su eficiencia, criterio propio y alto reconocimiento público.

Les cuento que organicé y dirigí el primer Curso de Inteligencia Tributaria, primero y único, destinado a luchar contra las mafias, la corrupción y la evasión; buscando igualmente aumentar el compromiso de los trabajadores para con su institución y producir manuales de procedimientos en inspecciones, metodologías de trabajo, técnicas de búsqueda, tablas comparativas de rentas por sectores, teoría de la huella tributaria, en fin.

En tal curso participaron fiscales del Ministerio Público, oficiales de la Guardia Nacional, funcionarios de la antigua PTJ, jueces de la República y un nutrido grupo de inmejorables estudiantes, todos con alguna experiencia laboral.

Fueron alrededor de 300 horas académicas y 60 cursantes. Se cumplieron todos los requisitos necesarios para que fuera considerado como una Maestría en Investigación Tributaria.

El Monje y su pichón Cabello terminaron convirtiendo la Oficina Nacional de Investigaciones, ONI, en un centro de espionaje contra el personal que no es rojo rojito, y perseguidor de las empresas no socialistas ni comunitarias. A la Polar la tienen de sopa. El Seniat es, por cierto, la principal fuente permanente no petrolera de financiamiento del Presupuesto Nacional. Su participación supera 50% del total. El estimado para el año 2012 es de cerca de 162 millardos de bolívares, un poco más de 54%. Frente a ello encontramos un personal deprimido. Tienen más de 5 años sin aumentos salariales. La deserción es penosa. Los mejores profesionales o se marchan al extranjero o emigran al sector privado. Ya ningún estudiante sobresaliente tiene como meta ingresar a una institución politizada, de bajos sueldos, sin estímulos para la formación, donde los méritos se miden por el número de kilómetros caminados en las marchas de Chávez o por las recomendaciones de los jefes chavistas.

Sólo el personal de Pdvsa ha sido más despreciado, perseguido y desestimulado que el del Seniat. Ambos son rescatables.

Se hará. El Monje no se saldrá con la suya.

Lo cubrirá el polvo del olvido.

Por: EDUARDO SEMTEI
@ssemtei
POLÍTICA | OPINIÓN
EL NACIONAL
LUNES 11 DE JUNIO DE 2012