“La palabra mueve multitudes y
no puedes eximirte de ella…”
■ Los 7 minutos de Capriles colocaron su contraste de hombre joven, sano y moderno.
Qué tenemos que decir con respecto a los discursos de inscripción de Capriles y Chávez? En una sociedad polarizada, las evaluaciones que hacen los bandos comprometidos ensalzan a sus preferidos. Para los opositores duros, el discurso de Capriles fue: corto, conciso, directo, moderno y emocionante, buscando diferenciarse de la habladera de pistoladas de su adversario.
Por su parte, los chavistas creen que el discurso de Chávez fue una pieza estelar de historia política. José Vicente Rangel presentó a Chávez como un intelectual profundo, leído, formado y sólido, por lo que es probable que el PSUV le pida publicación de esta pieza a Anagrama o Alfaguara para que se reconozca la valía de este importante filósofo de la lengua española, perdón, debo decir autóctona.
Si nos limpiamos de estas empalagosas interpretaciones, ¿qué queda?
En términos de forma, no cabe duda que Chávez domina mejor que Capriles la escena de los discursos masivos. No es esta la fortaleza del candidato opositor. ¿Es esto dramático? Depende. Me huele a que Capriles lo sabe y ha intentado sacar provecho de su fortaleza en el contacto cara a cara y sus destrezas en entrevistas, donde Chávez está hoy prácticamente inhabilitado. Y eso es lo que tiene que hacer. Mal hubiera terminado Rodin si hubiera pretendido competir con la escultura griega en la perfección de sus bustos. No lo hizo, buscó su propuesta propia y ahora solo los muy cultos recuerdan a un griego y casi nadie olvida a Rodin.
El problema para Capriles no es si es menos discursivo que Chávez (que obviamente lo es), sino si es capaz de construir un mecanismo distinto a los discursos convencionales, que le permita llevar sus mensajes a la mente de los electores, de una manera diferente, creativa y fresca. La palabra mueve multitudes y no puedes eximirte de ella, solo debes buscar tu mejor canal para expresarla y emocionar con ella.
Si nos ubicamos en el tema del fondo, los 7 minutos de Capriles (y aún mejor en su entrevista del día después) colocaron su contraste de hombre joven, sano y moderno, con su propuesta de acabar con el conflicto existencial que Chávez plantea al ofrecer patria solo a quien lo siga y obedezca. Simple el discurso de Capriles, pero directo el mensaje, superando en términos de elementos nuevos a las horas y horas del discurso de Chávez, centrado en símbolos básicos y enemigos imaginarios. Calvin Coolidge contaba que: “a un campesino que había estado escuchando durante dos horas el discurso de un político, le preguntaron de que había estado hablando el orador. El campesino contestó: no lo ha dicho aún”.
La celebre frase de Cicerón: “qué hay más insensato y vano que un ruido de palabras magníficas, bajo las cuales no se encuentra pensamiento alguno ni reconocimiento sólido”, o la reflexión de James Joyce, sobre el uso en discursos de palabras altisonantes como guerra, enemigos, destrucción, sobre las que dice: “temo esas grandes palabras que nos hacen tan infelices”. Pero no se equivoquen. Que el discurso sea repetitivo, desgastado y primitivo no indica que no haya sido efectivo para conectar masas, recordándonos de nuevo que el populismo… es popular.
Como plantea Sabino Fernández Campo, los discursos pueden ser magníficos en la forma, pero intrascendentes o vulgares en su contenido y, al contrario, con palabras sencillas y corrientes pueden expresarse temas fundamentales y atrayentes. Ojalá algún día logremos tener la coincidencia de la belleza de la expresión y la convicción en el mensaje que transmiten.
Decía Aldoux Huxley: “gracias a las palabras nos hemos elevado por encima de los animales, pero también por ellas nos hundimos frecuentemente al nivel de los demonios”.
Por: LUIS VICENTE LEÓN
Luisvicenteleon@gmail.com
@luisvicenteleon
EL UNIVERSAL
domingo 17 de junio de 2012