“Salvando el mundo
con la guerra…”
Esa parece ser la premisa del presidente Hugo Chávez a juzgar por su última aparición en cadena nacional, quien con mucho orgullo anunció que en Venezuela comenzó la fabricación de fusiles, granadas y aviones no tripulados, pólvora entre otros artículos bélicos.
Paradójico como siempre, cuando el propio Chávez en su momento quiso optar hasta por un premio Nobel de Paz y en una nación sumergida en la violencia, ¿a quién beneficia este proyecto?, ¿quién lo fiscaliza? Preguntas sin respuestas.
Un país que importa la mayoría de los rubros que consume por la caída de la producción, la cual se ve afectada por los controles a las divisas, expropiaciones y leyes que aniquilan la creación hecha en casa, pero mientras esto ocurre, el Presidente con orgullo dice que: “Ya se está produciendo un fusil venezolano que se llama Catatumbo, un equipo para francotiradores de distintos calibres, incluso hay uno .50”.
Chávez aspira que el país se convierta en exportador de armamento en los próximos años, sería interesante conocer qué país del mundo estaría interesado en eso, a juzgar por la calidad de los equipos que Venezuela le ha comprado a Rusia y lo desconocido del armamento nacional es predecible el fracaso del objetivo.
Esta fábrica de fusiles, ubicada en Maracay, estado Aragua, y que forma parte de los convenios con Rusia, generará supuestamente 800 empleos directos. Mientras tanto, los principales problemas cotidianos siguen en ascenso a la espera del cambio que permita reconstruir a la nación, para ser más formadores de talentos que exportadores del terror como lo plantea el Gobierno en su afán por provocar miedo en la población bajo el esquema de la revolución pacífica pero armada.
Preocupación causa en el mundo este aumento descontrolado en la adquisición de armas y municiones por parte del Estado. Ojalá los principales compradores de las armas socialistas no sean los pranes de los penales del país, quienes requieren de todo un arsenal para tener el control de la cárcel. Podría resultar una idea exagerada pero para nadie es un secreto que muchos reclusos cuentan con armas bélicas con la complicidad de las autoridades.
La mejor arma será la educación y los valores que se requieren para que Venezuela recupere un sitial en Latinoamérica, que le permita ser la carta de presentación en el mundo de ciudadanos de primera.
Por: ORIAN BRITO PEÑA
Politica | Opinión
EL UNIVERSAL
sábado 16 de junio de 2012