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CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ: Tienes nombre de mujer



La acción corruptora
del “socialismo”

 

El Gobierno soborna para comprar sumisión, e impedir el esfuerzo de la gente para crecer por sí misma.

Cuando termine la pesadilla que “asesina el sueño”, como MacBeth, el destino de las nuevas generaciones obligará al Estado y la sociedad civil a una cuasi emergencia. Las principales víctimas del socialismo del siglo XXI son los jóvenes. Son los que hacinan en los penales y ruedan acribillados en los callejones. Los que venden caramelos en las autopistas, porque la política económica destruyó más de 5 mil empresas. Tienen de la peor educación del continente y mala vida.

Son la inmensa mayoría de los seis millones de desempleados. Por culpa de la miserable insensatez que ocupó el país, mueren en accidentes o crímenes y carecen de trabajo y futuro. Pero los más pobres entre los pobres son las mujeres jóvenes, tal vez una buhonera con apenas educación básica, que además trabaja en el hogar sin remuneración.

Pero eso no se enfrenta con limosnas que envilecen y corrompen, sino con políticas sociales de nueva generación, como Brasil, Colombia, Perú, Chile, Uruguay, etc., “transferencias condicionadas” que dan espacio para que quien las recibe aprenda un oficio y pueda progresar por sí mismo, desarrollarse como ser humano.

Durante los noventa hubo muchos programas sociales con extraordinarios resultados, entre ellos las “madres cuidadoras”, mujeres queridas en la comunidad que establecían en sus hogares una guardería, con asistencia y supervisión técnica.

Así la labor del hogar produce beneficios para ellas, sus vecinas, sus hijas, hermanas y bebés y otras madres podían trabajar en la calle o estudiar. Con turnos de todo el día en las escuelas, desayuno y almuerzo escolar, se crea un círculo virtuoso que favorece a todos, y facilita que las mujeres jóvenes se eduquen o entren al mercado laboral.

La transformación tecnológica, la sociedad de información, servicios y conocimiento, originó cambios profundos en la familia, la comunidad, y nuevas pautas de socialización, consumo y valores. La escuela, desactualizada y aburrida ante el cine, Internet, la televisión y las calles, proporcionan instrumentos sustanciales pero no al paso del cambio.

Ipod, Iphone, BB, Twitter, FB, tabletas, son tecno-sociabilidad que revoluciona la vida juvenil, y forma sociedades hiperplurales, segmentadas, con múltiples y contradictorios mensajes. Tribus, modas, gustos musicales, creencias, símbolos, se diferencian y se integran en su riqueza cultural.

Nativos informáticos, ejercen su liderazgo mientras los docentes tienen problemas con el uso de las tecnologías para la enseñanza. La computadora refuerza su papel en la familia y la sociedad. Pero la pesadilla autoritaria profundiza las diferencias sociales y destruye los avances de 40 años de democracia para cerrar la distancia entre el primero y el último quintil de ingresos.

Un joven del primer quintil vive con sus progenitores hasta los 30 años, estudia hasta los 33, decide ser padre a los 35. Cuando corta el cordón umbilical, sale de su casa, deja de estudiar y trabaja. Administra su juventud. Un joven del último quintil embaraza o se embaraza a los dieciséis años, sale a trabajar a los diecisiete. Si es niña no estudiará, para cuidar a sus hermanos o limpiar la casa.

La empleabilidad, la demanda de mano de obra es clave. Pero hay que enseñar a las nuevas generaciones a forjar su propia fuente de trabajo, educarlos para emprendedores. Sembrar cultura empresarial, mediante sencillas escuelas de marketing, negocios, impuestos, contabilidad, leyes laborales, finanzas. Facilitar acceso a la tecnología, la innovación y el conocimiento.

El Estado puede aligerar procesos administrativos (como registrar una empresa, por ejemplo) para que los informales dejen de serlo y conviertan sus precarios trabajos en negocios establecidos, con financiamientos que crecerán en la medida que ellos mismos lo hagan.

Los microcréditos productivos y microseguros, “incubadoras de empresas”, son palancas para arrancar gente de la miseria, salir de la miseria y que los pobres sean empresarios viables. En todas partes se demuestra que los informales convertidos en emprendedores cuidan el crédito incluso más que otros sectores.

La acción corruptora del socialismo y el desempleo hicieron que el trabajo perdiera centralidad en la vida de los venezolanos. Hay que recuperar la importancia de estudiar, trabajar, esforzarse, ahorrar, ir por pasos en la conquista de una vida con dignidad. El Gobierno soborna para comprar sumisión, e impedir el esfuerzo de la gente para crecer por sí misma, por su familia, y ayudar a construir una mejor vida en sociedad.


Por: CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ
Politica | Opinión
@carlosraulher
EL UNIVERSAL
sábado 16 de Junio de 2012