Aquí y ahora
En días recientes, y luego del acto de postulación de Chávez ante el CNE, el diario norteamericano The Washington Post escribía, a modo de interrogación, sobre el tema, y se atrevía a expresar que podría ocurrir lo impensable… Pues sí, así están las cosas.
La posibilidad de una derrota de Chávez ya no es impensable. Tal como se presenta el escenario político, nunca antes la oposición tuvo una oportunidad como la presente. Se ha configurado un conjunto de factores favorables que apuntan en esa dirección.Hay rasgos evidentes que acusan un profundo y sostenido deterioro del régimen que, a todas luces, aparece agotado, sin nuevas propuestas que trasciendan los repetidos estribillos patrioteros que el caudillo único de la revolución bolivariana expresó, machaconamente, en el acto de su inscripción como aspirante presidencial a seguir gobernando Venezuela durante 20 años continuos.
Ya no es solamente el trillado melodrama electoral de su enfermedad. Apuestas van y apuestas vienen sobre la gravedad del paciente y cuánto tiempo le queda de vida.
Incluso, algunos periodistas ventilan el tema a través de los medios y ofician, literalmente, de oráculos sobre lo que le está ocurriendo al militar presidente. Esto no es bueno.
Pero, tratando de hacer un esfuerzo por salirnos del campo engañoso de la adivinación esotérica, lo importante es que los venezolanos nos centremos en el campo electoral, y evitemos distracciones que representan, para muchos, deseos de cambiar las cosas por medios sobrenaturales o por injerencia de la Providencia divina.
Lo que estoy diciendo ya lo ha señalado Henrique Capriles en varias ocasiones, en el sentido de que, enfermedad aparte, hay que hacer el trabajo político que nos lleve a un inobjetable triunfo electoral en las elecciones presidenciales de octubre. Allí radica el quid del asunto. Seguir con las especulaciones que, por lo demás, lo que hacen es generar falsas expectativas (o, por lo menos, inciertas), no le hace nada bien a la campaña de los sectores democráticos.
Hay que pisar tierra y trabajar sobre la posibilidad de que Venezuela, en 2013, estrene una nueva forma de hacer política, radicalmente diferente de la actual; en la cual todos los venezolanos independientemente del color político de nuestra preferencia nos sintamos representados por un presidente y un gobierno incluyente que trabaje, sin sectarismos, por la paz, el progreso y el bienestar del colectivo nacional. Ya eso es un gran logro y un objetivo en sí mismo.
Las diferencias entre los dos contendientes son ostensibles.
Mientras Chávez hace pariciones esporádicas, previamente montadas como si fuera una obra teatral, Capriles llena el país de largas y agotadoras caminatas y visitas casa por casa que lo ponen en contacto directo con el pueblo y, aun cuando algunos no le den mayor importancia a este hecho, lo cierto es que tienen un efecto multiplicador capital. Amén de generar un entusiasmo popular que no veíamos desde hace mucho tiempo.
Uno luce cansado, reiterativo, histrión, con destellos apagados, sin fuerza, de una verborrea desgastada por el tiempo que lo reiterar las promesas incumplidas durante 13 años en el poder. Peleando con los mismos fantasmas que lo persiguen desde hace tiempo.
El otro, un candidato lleno de energías, joven, con la convicción y el compromiso de llevar el país al sitial que le corresponde de acuerdo con sus potencialidades reales de desarrollo. Lo demás es cuento…
Por: FREDDY LEPAGE
@freddyjlepage
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EL NACIONAL