Con libreto en mano,
le “eché pichón…”
“Cara de cachapa” se quedó con los ojos blancos, cuando sus amigos le rodearon y le preguntaron de una manera tan fea que parecía que lo iban a llevar al patíbulo:
-¿Cómo se te ocurrió decir que “…Hasta que llegó el Bolívar este…” -refiriéndote al Presidente- comparándole con el mismo Libertador? -Hermano- contesta “Cara de cachapa”-, no es mentira lo que digo en la propaganda.
El presidente me dio mi apartamento, me amuebló el mismo, me llenó la nevera y la despensa de comida y además, me dieron trabajo para mantener a mi familia.
Antes que se me cayera la casa por el “palo de agua” y quedara damnificado, yo vivía como un vulgar “escuálido”, marginado como si estuviera en la lista de Tascón o como un tipo de esos que son contrarios al Presidente y sufren las de Caín para hacer cualquier cosa o no consiguen nada del gobierno.
Yo vivía como si estuviera muerto y la suerte se me apareció cuando quedamos en la calle. -Está bien que pidas ayuda, pero te pasaste de meloso, “Cara de cachapa”-le dijeron sus amigos en medio de una especie de indignación, muy difícil de explicar- ¿Cómo se te ocurre decir que el Presidente es el Libertador de un continente? -Ustedes tienen que estar en mi lugar, con una mujer y cinco muchachos pasando trabajo y viene el gobierno a resolverme la vida a cambio de mi posición política.
Estaba metido como en una trampa donde no tenía alternativa.
Allá en el refugio, aprendí cómo tenía que hacer las cosas, a pesar que pasábamos mucho trabajo y angustia viviendo como ratas en un hueco. Para que me ayudaran, tenía que estar con el proceso revolucionario.
Aquel cristiano que sea un refugiado, no puede estar por un pasillo gritando contra el gobierno o diciendo que va a votar por la oposición: sería un loco si lo hiciera, porque le harían la vida un infierno y no le dan ni sardinas de la misión “alimentación”.
Es verdad, que me pasaron la factura para que yo demostrara mi agradecimiento y con libreto en mano, le “eché pichón” y así pagué mi deuda. No soy el primero y no seré el último. Les digo-insistía “Cara de cachapa”-, que me tenían el ojo puesto desde hacía tiempo, por mi cuadro familiar, además yo tenía siempre la disposición “cien por ciento” para lo que hiciera falta.
¿Ustedes saben, que en cuanta movilización que había, uno estaba en una lista que checaban todo el tiempo, como la asistencia en la escuela? Si no iba- él mismo se respondió- y no me ponía la franela del día, entonces, quedaba “frito”.
Ese fue mi trabajo durante tres años, día a día. Mi mujer estaba más clara todavía. Entonces, me aprendí el guión y le puse entusiasmo.
No tenía nada que perder. Todo era ganancia-dijo “Cara de cachapa”-. -¿Entonces eres un revolucionario seguidor de este nuevo Bolívar?-le preguntaron nuevamente con picardía– Si tengo que decir que es un segundo Jesucristo como la canción de “Un solo pueblo” entonces, que vengan a filmarme.
Peor están los que siguen en los refugios y deben votar primero para recibir ayuda.
Yo no tenía vida… hasta que llegó el Bolívar este.
Por: Luis Alfredo Rapozo
luisrapozo@yahoo.es
@luisrapozo
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