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Thursday, November 21, 2024
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ALEJANDRO MARCANO: Prohibido olvidar



(*grafica archivo) Una mujer protesta por el cierre de 34 emisoras de radio en Venezuela.

El recrudecimiento
de la autocensura

 

Poco a poco han silenciado la voz de cada televisora, de cada radio de cada periodista en mi país. El pasado 27 de mayo se cumplieron cinco años de una de las peores tragedias comunicacionales en Venezuela. La medianoche de ese fatídico domingo del 2007 el país entero lloraba y suplicaba al presidente Hugo Chávez para que no apagara la señal del canal más grande y con más historia de Venezuela, lo que evidentemente ni escuchó ni ocurrió.

Recuerdo como si fuera ayer los últimos minutos de transmisión del canal 2, tal cual uno espera el conteo regresivo para que termine cada año, sin embargo a las doce de aquella noche de mayo la revolución chavista logró dar una gran lección que sirvió para amedrentar a dueños, periodistas e incipientes comunicadores .Ese triste evento permitió el recrudecimiento de la autocensura en mi país de origen ya que todos los medios de comunicación desde la fecha rediseñaron y acomodaron su programación para evitar terminar sus días como RCTV.

A partir de esa triste e inolvidable fecha la programación de los grandes canales se tuvo que volver complaciente, se quitaron muchos programas y callaron a aguerridos defensores de la democracia y la libertad de expresión para poner en su lugar shows de cocina, o magazines donde la noticia política ya no tenía cabida pues los cantantes, los eventos de moda y los consejos para amaestrar mascotas resultaban ser las principales y más importantes noticias a reseñar.

Sin duda alguna fue la gran obra maestra de Hugo Chávez , el autor intelectual de esa operación de silenciar los medios y quien por cierto logró otras victorias en el último quinquenio y es fácil evidenciarlo cuando se enciende la televisión venezolana y uno se da cuenta que ya casi nadie opina, nadie critica, y son muy pocos los que enfrentan con guáramos al desgobierno de Chávez.

La víspera de este aniversario del cierre de Radio Caracas Televisión me ha permitido verificar a la distancia que todo fue fríamente calculado por Hugo Chávez y fue un plan lento pero seguro y terminé de comprender los alcances y las repercusiones del cierre de ese canal opositor. Desde ese momento la voz de centenares de comunicadores tuvo que callar y la autocensura contaminó a muchos otros y quizás en el fondo fue el motivo de que muchos colegas tuvieran que dejar el país ya que sin empleo era más fácil aventurar en el extranjero que quedarse en s u tierra sin su modus vivendi. Chávez envió al exilio forzado a decenas de voces críticas que desarticuló, a muchos temporalmente, pero a otros quizás de por vida.

El cierre de Radio Caracas televisión fue la más dura de las pruebas que le tocó vivir al país y sin duda alguna a los periodistas, ya que a todos los trabajadores de los medios audiovisuales se nos impuso desde el gobierno ir a nuestros respectivos trabajos con una sola misión: No agredir , ofender o criticar al régimen. A todos nos tocó cuidarnos y sólo pensar en no decir tal o cual cosa que comprometiera al canal o al periódico o a la estación de radio ya que cualquiera de esos comentarios ofensivos levantarían la ira de algún funcionario oficialista y este sin pensarlo mucho presionaría a los dueños de los medios, para que nos reprendieran o en el peor de los casos nos despidieran.

Fue y es una gran cruz que pesa sobre los hombros de los comunicadores venezolanos que con el paso de los años han bajado la voz crítica por exigencias del gobierno, que de esa forma mantiene su status quo.

Los canales, los dueños de las radios y la prensa escrita hoy están callados pero ojalá no nos acostumbremos a estar sin voz y sin poder conocer ni contarle al mundo lo que realmente pasa en las calles de Venezuela.

Es horrible definir la autocensura a los que nunca la han experimentado. Yo prefiero ser libre que vivir en una jaula en una habitación oscura, por eso para mí está prohibido olvidar lo que pasó y sigue ocurriendo en Venezuela y mientras tenga amígdalas, lápiz y papel, lo seguiré denunciando desde cualquier rincón del mundo donde me encuentre.


Por: Alejandro Marcano

Política | Opinión