Hoy hace cincuenta años
ocurrió “El Porteñazo”
■ Un golpe militar que atentaba contra la democracia que comenzaba a ver la luz, después de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.
Fueron tiempos muy difíciles que hoy los que tratan de reescribir una historia aislada de contextos y realidades, se deleitan en describir de acuerdo a esa falta de principios que hace de Venezuela otro pais, perdida entre manipulaciones y mentiras que avergüenzan y confunden. Y que cuentan con eso que se publicita en propósitos miserables y nunca se considera ni se soluciona: la ignorancia.
Hoy, este liderazgo que aplaude a Kadafi y Marulanda, que lamenta y levanta el dedo acusador contra Estados Unidos por los niños muertos de Irak, se niega a ver los niños asesinados en Siria.
Es verdaderamente aterrador, porque eso es lo que es: ver esta mesa del gabinete reir las gracejadas de un hombre fuera de sí, perdido en una soberbia demencial, burlándose de venezolanos expuestos y humillados, degradando la jerarquía que le fue entregada por un pueblo que puso en sus manos el destino de sus generaciones.
La risita compulsiva, los comentarios jactanciosos sobre Rosales – contra quien utilizó y públicamente hizo confesión vergonzosa- es una provocación a un Santos y Lula, que saben y conocen de estas agresiones a la moral y la identidad de Venezuela.
Es indignante ver a la Presidenta del CNE ofreciendo colocar una carpa con pocos escalones para que el enfermo no tenga que caminar mucho mientras este mismo enfermo encadena horas de horas los medios todos para permitirse seguir manoseando lo que queda de Venezuela, como incita a lo peor de nosotros que ya cuesta contener contra la violencia y esta venganza barata y corrupta.
Los que vivimos esos años tenemos que ser contestarios y rebatirlo. Porque serría una gran irresponsabilidad no hacerlo cuando de lo que se trata es de conservar viva esa sed inagotable de dividir, de empobrecer, de ahogar la libertad de pensar, de conocer, de decir.
Uno ve a Hugo Chávez reir, juguetear con reputaciones y momentos, como si Venezuela, la de la democracia y la razón, no existieran, como si lo bueno enseñado por nuestros padres fuera hoy malo porque a él no le interesa, porque no sirve a sus propósitos de mando.
Está enfermo. Y lo está desde siempre. Porque no se puede destruir confianza y pais impunemente, porque un hombre que tiene o tuvo un cancer o aseguró a toda una población y el mundo que lo tenía, que un día se está muriendo y al otro amenaza, miente, tiene que tener podrida el alma.
Un pasado de lucha, de hombres esforzados en conciliar y no destruir, están en esa misma historia que la mentira y suciedad escriben hoy. Gallegos, Betancourt, mi padre Alejandro Oropeza, Valmore Rodriguez, Andrés Eloy, Luis Beltrán y tantos más no pueden ignorarse.
Y mucho menos aceptarse, en este aniversario del intento de golpe militar contra la democracia que se ganaba en juego limpio- que lo condenan los amargados de siempre. Con el modelaje canallesco de un hombre enfermo.