El gobierno tóxico ha producido una
educación universitaria miserable
■ Existen dos circuitos educativos: uno de excelencia y otro subalterno, el mayoritario.
Qué tipo de educación se requiere para conjurar la miseria, desarrollar la sociedad, modernizarla, mejorar su calidad de vida y tener mejores ciudadanos, preparados para enfrentar la vida? ¿La educación existente forma para el trabajo? ¿Cómo insertar el sistema educativo en la revolución científico técnica? ¿Se puede seguir enseñando lo mismo de hace décadas o años?
Estas son las preguntas que se responden en Latinoamérica los gobiernos decentes, que han dado un salto monumental de progreso. En Venezuela, por el contrario, la triste preocupación es hasta dónde se puede seguir destruyendo la sociedad y la educación. Escuelas ranchificadas, universidades de quinta categoría, profesores y maestros de ingresos miserables que no alcanzan -y menos a los estudiantes- para adquirir libros actualizados.
En vez de inquirir sobre los pasos para establecer convenios con Harvard, Yale, MIT, como hizo Dilma Rousseff, nuestra preocupación es cuándo será la próxima incursión de los grupos paramilitares ligados al gobierno, cuya tarea es destruir la infraestructura física de las universidades y vejar profesores y estudiantes. Una situación insólita, sin precedentes, inconcebible en cualquier país civilizado.
El próximo gobierno deberá eliminar el paramilitarismo y abrir debates sobre profundas reformas que garanticen una nueva era, un salto quántico en la calidad, la utilidad y la actualidad del conocimiento impartido para sacar del horror los sectores de mayor vulnerabilidad.
Formar la niñez y la juventud es imposible sin extinguir el Estado bellaco, y al tiempo de dedicarse a invertir masivamente en la reforma educativa, calificar el cuerpo docente en nuevas tecnologías, modernizar la infraestructura educativa, revisar los sistemas curriculares, la metodología de enseñanza. Según Unesco la inversión educativa transparente debe ser como mínimo de 8% del PBI y de 2% para investigación.
Existen dos circuitos educativos: uno de excelencia y otro subalterno, el mayoritario. ¿Sabrán los seudoministros las grandes deficiencias en las capacidades cognitivas de los niños, particularmente de bajos recursos, que han multiplicado en estos oscuros 13 años?
Para cerrar las brechas que la barbarie exasperó, se requiere educación de excelencia para todos, para pasar de la igualdad de oportunidades a la igualdad de competencias. Si dos jóvenes compiten por un empleo o una beca, el que conoce las tecnologías de la información, maneja powerpoint, Internet, triunfará sobre el que carece de esos conocimientos. Ganará el más calificado.
La revolución científico técnica creó nuevas ocupaciones, transformó las que ya existían, y con ellas las calificaciones requeridas. A mayor calificación mejores posibilidades de superar la pobreza como indican las tasas de empleo, la evolución de la vida del trabajador y las diferencias salariales.
Los menos capacitados tienen salarios inferiores y muchos más episodios de desempleo. Empeoran su posición respecto a los mejor capacitados. Las tareas puramente físicas ceden ante las que exigen conocimientos, pensar y hacer y no sólo hacer. El sistema educativo del siglo XXI requiere una organización estructural de los aprendizajes.
La nueva educación que avanza en el mundo decente es integral, para la vida, produce beneficios en la convivencia, el desarrollo humano, el progreso y la cohesión social. No enseña odio sino solidaridad. No es provinciana sino universal.
La educación tradicional es un proceso “largo” y aún así, los profesionales entran a las empresas a completar su calificación. Aunque hay diez mil quinientas (10.500) ocupaciones registradas, pocas requieren educación superior. En el clasificador internacional de Escala de Ocupaciones, las más altas, hasta el nivel 9, representan apenas 30% de la ocupación.
Para el otro 70% requiere formación técnica media. Una vez cometida en el pasado la estupidez infinita de eliminar las escuelas técnicas industriales, debería el nuevo gobierno crearlas. La formación técnica media dota para un empleo que permite la realización personal y familiar. La universidad es el camino más largo, y el más corto, una carrera técnica de gran demanda
El gobierno tóxico ha producido una educación universitaria miserable de profesores sin postgrados, sin obra profesional, con contratos temporales, mal remunerados, sin raíces en el instituto, que no son responsables del diseño del plan docente y que tienen una relación externa con la institución. No basta democratizar, la educación, sino que sea útil.
Por: CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ
Politica | Opinión
@carlosraulher
EL UNIVERSAL
sábado 2 de Junioo de 2012