En el contexto de la conmemoración de
los cinco años del cierre de RCTV
Repaso la introducción de un texto en imprenta, capítulo de una compilación de varios autores sobre “la farsa del Gobierno bolivariano”, en el cual recurro al vocablo “impostura” para calificar la conducta del gobierno del teniente coronel Chávez en relación, no sólo con expectativas ciudadanas y reclamos de los sectores académicos sobre los medios de comunicación en Venezuela, sino, también, particularmente con compromisos y mandatos constitucionales.
Recordemos que entre los inconsistentes balbuceos para justificar lo que se evidenciaba era una perversa retaliación política, se habló del cumplimiento de lo determinado en el artículo 108 de la Constitución para aparentar un mínimo de legitimidad para la clausura de RCTV. Se habló en esa oportunidad de una televisión de servicio público, de democratizar las comunicaciones, de acabar con los oligopolios mediáticos.
¿Qué pasó en realidad? Se improvisa una televisora que usurpa la frecuencia que usaba RCTV, se le confiscan sus equipos (sus propietarios hablan de robo) y se coloca la nueva emisora al servicio de la impúdica maquinaria de propaganda y de culto a la personalidad del jefe del Estado. Se recurre a una terminología reivindicadora de aquellos que no tienen voz, pero el nuevo canal en lugar de permitir la expresión plural de todos los venezolanos se usa para el proselitismo y la exclusión. Es decir, una impostura. El término “impostura” lo tomo del ensayo Impostures intellectuelles publicado por Alan Sokal y Jean Bricmont para criticar cierto establishment académico.
A mediados de 1996, la prestigiosa revista norteamericana Social Text presentó a sus lectores un texto con el curioso título: “Transgredir las fronteras: hacia una hermenéutica transformativa de la gravitación cuántica”, en el cual el autor, Alan Sokal, desarrollaba sus elaborados planteamientos apoyado en textos y citas de reconocidos intelectuales franceses y norteamericanos.
Poco después Sokal confiesa que, en realidad, su ensayo es una parodia para criticar el uso extemporáneo de terminología científica y extrapolaciones abusivas de las ciencias exactas a las ciencias humanas.
Al año siguiente, junto con Jean Bricmont, profesor de física teórica en la Universidad de Lovaina, publica el libro Imposturas intelectuales donde estos autores compilan y comentan textos que consideran mistificaciones físico-matemáticas de Jacques Lacan, Julia Kristeva, Jean Baudrillard, Gilles Deleuze y Paul Virilo, entre otros, para demostrar que detrás de una jerga imponente y una aparente erudición, “el rey está desnudo”.
Evoco el libro Imposturas intelectuales, por analogía con el concepto de “farsa”, para tratar un capítulo de fundamental importancia, corazón del proyecto político que lidera el presidente Chávez: la relación entre comunicación y democracia en el autoproclamado socialismo del siglo XXI, a partir de las constataciones desarrolladas en mi texto Cerco rojo a la libertad de expresión.
El Diccionario de la Real Academia Española define el vocablo impostura como “fingimiento o engaño con apariencia de verdad”. Convencido de que el propósito último del proyecto político del teniente coronel Chávez es su permanencia en el poder, adelanto la hipótesis de que en el campo de las comunicaciones todo el entramado legal y las decisiones administrativas y políticas de su gobierno ocultan un proyecto de sometimiento y silenciamiento de la sociedad, el cual se articula desde la confesada pretensión de lograr, la “hegemonía comunicacional.
Todas las acciones administrativas y legales del Gobierno, como las decisiones normativas que destacamos en sus exposiciones de motivo, aluden expresamente al propósito de la democratización de las comunicaciones. Pero al analizar la verdadera racionalidad de la ley o materialización de la misma, artículo por artículo, salta la liebre. Normas que, efectivamente, en su aplicación, limitan, restringen, censuran, criminalizan la garantía constitucional a la libertad de expresión y al derecho a la información de los venezolanos. Fue lo que ocurrió con RCTV.
Sin embargo, a cinco años del cierre de RCTV, el 27 de mayo de 2007, quiero valorar la gran movilización ciudadana que condujo a la derrota del inconstitucional proyecto de reforma del Presidente actual y, en vísperas del proceso electoral que se avecina, con la convicción de que elegiremos a un nuevo presidente, hacerme eco de la campaña promocional de la gente de RCTV: “Nos vemos en democracia”.
Por: ÓSCAR LUCIEN
@olucien
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