Aquí y ahora
La polémica sobre la veracidad de los sondeos de opinión que dan ganador a Hugo Chávez por un amplio margen sobre Henrique Capriles, mandadas a hacer y pagadas por el Gobierno, realmente deben llamar seriamente la atención.
Desde hace un tiempo, no solamente en Venezuela, sino en la toda geografía latinoamericana, se ha puesto de moda la utilización de dichos instrumentos de medición sobre lo que piensa la gente en materia de las preferencias electorales con fines netamente publicitarios. En una campaña electoral, se supone que una encuesta sirve de fotografía para determinar, en un momento dado, las tendencias de la intención de voto (aunque ese sea uno de los muchos aspectos importantes, pero no el único) para cualquier cargo de elección popular. Y, de esta manera, delinear las acciones a seguir desde el punto de vista táctico y estratégico.
Pero sucede que, en tiempos de revolución, algunos encuestadores, o mejor dicho, los “encuesteros”, como yo los llamo, han descubierto una mina de oro a la hora de torcer sus trabajos a favor de un determinado candidato (el oficialista, o el que más pague), porque estas son manejadas como un elemento importante de la propaganda electoral. Es decir, estos señores, privilegiando la parte crematística, han desvirtuado y prostituido el fin para lo cual son realizadas.
Ahora bien, más allá de los intereses de lo dueños de estas empresas están los supuestos beneficios políticos de quien las ordena. En el caso venezolano, el régimen chavista hace uso y abuso de ellas.
Hay algunas abiertamente comprometidas con Chávez y todo el mundo lo sabe, pero hay otras quizás sean las más peligrosas en las que sus representante hablan, supuestamente, desde la acera de la oposición. Con estos las cosas son distintas porque se mimetizan para engañar incautos, disparándole por mampuesto al candidato opositor, haciendo ver que están contra el gobierno, cuando realmente están literalmente “comprados” por el dueño del patio.
Es bueno detenernos a estas alturas para adentrarnos, a vuelo de pájaro, en el terreno de las arenas movedizas de la intención oficialista de manipular los estudios de opinión.
¿Qué buscan? ¿Por qué lo hacen? Las respuestas, a simple vista, pueden parecer obvias.
Pero, aún así, es bueno hacer algunos ejercicios de especulación sobre el tema.
La primera que salta como la libre es la intención de dar muestras de que, aún en las actuales circunstancias tan adversas, Chávez sigue siendo el coronado rey invencible.
A Capriles, dependiendo del “encuestero” de turno, lo colocan rezagado, muy muy lejos.
Algunos audaces tarifados dan hasta 25 puntos por debajo de Chávez. O sea, el propósito propagandístico de tales resultados es por demás evidente.
Lo otro sería crear una matriz de opinión en el mismo sentido anterior en los ámbitos nacional e internacional, para justificar una nueva trapacería.
Es conocido que cuando este tipo de información se machaca reiteradamente a través todos los medios disponibles del Estado, al final mucha gente termina por creer que es cierta.
Es lo que podríamos llamar el tantas veces transitado mito de la invencibilidad de Chávez.
Ya mucha prensa del exterior se hace eco de estas “encuestas” que, a ciencia cierta, sabemos que están trucadas o sesgadas a favor de quien o quienes son sus obsequiosos padrinos. Pero no todo en la vida es color de rosa. Los sondeos también pueden crear un ambiente de triunfalismo entre sus seguidores que los desmovilizaría y, entonces, ¡oh sorpresa!, el tiro les saldría por la culata…
Por: FREDDY LEPAGE
@freddyjlepage
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EL NACIONAL