“Teníamos meses
sin reunirnos..”
En el ínterin se dañaron los dos ascensores. Mucho uso, alegó el encargado de la conserjería. No hay personal fijo desde hace un buen tiempo. Desde que Chávez decretó que los trabajadores de ese ramo no pueden ser desalojados de la vivienda que habiten, indistintamente de si cumplen o no sus obligaciones. Vienen por un día cada dos. La intriga recorría las mentes de los presentes. Y también la alegría por el triunfo de Pastor Maldonado.
El punto único a tratar era la nueva LOT. Nadie le hizo caso al temario. La verdad sobre la enfermedad del tercio aquel era lo que reinaba en el ambiente. Se cruzaron docenas de teorías. Abierto el derecho de palabra para discutir sobre la famosa ley, nadie habló. Nos miramos los unos a los otros.
En el piso 6, apartamento 6C, habita un viejo veterinario, que por ser lo más cercano a un médico fue, literalmente, bombardeado a preguntas.
Un sobrino de Américo Martín que apenas está en el tercer semestre de Medicina hizo unas apreciaciones sorprendentes.
Hablaba como si fuese el mismísimo Hipócrates. Usó unos términos que sonaban gravísimos. Yo creo que si el Presidente tiene lo que ese muchacho dijo, de verdad que tiene la salud bien comprometida.
La señora López, que siempre tiene un chisme fresco, dijo que su hermana tenía como empleada doméstica a la madrina de la hija del chofer del diputado Juan Carlos Caldera, quien repara su carro en el taller donde también parapetean el carro del general García Carneiro, y que el sargento que trabajaba con el general contó que había oído cuando en forma muy extraña y medio escondido el militar cuchicheaba con alguien “muy importante” y decía palabras como “golpe”, “listo”, “nosotros”, “el traidor se fue”, “Diosdado” y “que se jodan, quién los mandó”.
El primo del diputado Darío Vivas, que tiene tiempo mudado a Caurimare, donde queda nuestra residencia, también arrimó su chisme. Nos narró que en la última reunión en la casa de infancia del diputado, en Catia, ahora vive en la Alta Florida, al lado de la mansión del jefe del comando rojo, reunida toda la familia, a Darío se le salió una lágrima grandísima, un suspiro con sollozo y 2 tosidas cuando vio colgado en la sala el retrato oficial del Presidente. Dice que alzó un crucifijo, resulta, este es un cuento adicional, que el Comando Carabobo ordenó la fabricación de 100.000 crucifijos como los que carga el Presidente en su bolsillo al lado de la Constitución (supuestamente perfecta, y a la que Chacumbele, repentinamente, trató de enmendarle 175 artículos), de manera que cada ministro, diputado, director, alcalde, concejal, en fin, la crema de la crema chavista pueda llevar igualmente en sus bolsillos Constitución y crucifijo, las 2C, y alzando la cruz con musicales letanías dijo: “Dame lo mío”, “ni un paso atrás, “no somos ni traidores ni desgraciados ni majunches”, “no somos mariconsones”, “rodilla en tierra”.
Luego de eso se persignó y se secó la lágrima. Allí Rolando, que así se llama el primo, se convenció de que la cosa era seria. Calló prudentemente.
Al cierre, el señor Manuel, del PB1, gerente de la Fuller en Chacaíto, relató, con lujo de detalles, que sus empleados, quienes asean el piso 9 del Hospital Militar, recientemente renovado y fuertemente custodiado, habían hablado con una de las enfermeras que atiende a los pacientes de ese piso, a uno de ellos en particular, cuyo nombre se negó a decir, pero que por las caras de los médicos que entraban y salían se veía que algo terrible estaba pasando.
Después hablan de que si el FBI, la CIA o el G2. Aquí en Venezuela la comunicación informal es la base de la democracia y la garantía de la información veraz. Viva la ley mordaza, digo, Resorte.
Concluyó la reunión sin resolución alguna pero con gente bien enterada.
Qué Bocaranda ni qué Bocaranda.
Por: EDUARDO SEMTEI
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@ssemtei
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