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MANUEL MALAVER: Chávez: presidente desde las catacumbas



Llegó, vio… y se escondió

 

Así podrían describir los historiadores del futuro la última visita de Chávez al país, misteriosamente signada por una estadía de 9 días en la cual no se la ha visto el cuerpo, y, mucho menos, el espíritu.

Semana y día casi de silencio absoluto, apenas interrumpido por algunos tuiter y una llamada no muy larga al canal de televisión oficial hace dos noches, impensable hasta hace meses en el presidente más radiofónico de cualquier tiempo y lugar y que, literalmente, convirtió sus 13 años en la Primera Magistratura en un ejercicio lenguaraz, donde fueron escasas las horas, escasísimas, en que no estaba frente a un micrófono en tribunas abiertas o cerradas, o en estudios de televisión o radio donde la imagen y el sonido pasaron a ser herramientas de tortura para los venezolanos.

Millones, toneladas de palabras, y briznas, partículas, esquirlas de ideas, que, además tenían la peculiaridad de ser sabidas y archisabidas, pero que Chávez tenía la pretensión, la arrogancia o la ingenuidad de creer que se oían por primera vez.

Claro, sin dejar de maquillarlas de acuerdo a sus intereses instantáneos de mal o buen humor, de aprecio o menosprecio y absolutamente convencido de que un dios o demonio se las susurraba desde el más para alumbrarlo en la “Gran Obra” de refundar la república y salvar a la humanidad.

Hoy, y después de semana y un día de haber reaparecido en el país, Chávez es el hombre-espejismo, el presidente esfumado, el jefe de Estado que gobierna desde el más allá o las catacumbas, en el espectáculo único en la historia -y que no dudo será dentro de poco pasto de novelistas, cineastas, historiadores, autores de corridos mexicanos, romances llaneros o payas argentinas, de antropólogos y filósofos de la historia- de ser el primer presidente que gobernó un país sin saberse a ciencia cierta si estaba vivo o muerto, si era un fantasma o un retazo de la realidad.

Transfigurado, ya en vida, ya en muerte, en una leyenda donde no son pocos los venezolanos que juran que lo ven de noche en hábito talar recorriendo los cementerios, otros que afirman que regresó a Cuba la misma noche y en el mismo avión que lo trajo por unos minutos a Maiquetía para integrarse a una comunidad santera en Regla o Guanabacoa, y otros que se arriesgan a sostener que Lula y Dilma Rousseff lo trasladaron a Brasil para aplicarle el mismo tratamiento que los curó a ellos de un cáncer agresivo: una combinación de radio terapia en el hospital Sirio-Libanés de Sao Paulo, con ritos de la Macumba en la propia basílica de Nuestra Señora de Aparecida.

Yo, sin embargo, menos telúrico, religioso o místico, y absolutamente convencido de que Chávez y el chavismo utilizan el catolicismo romano y las religiones afro e indo americanas en un sentido puramente instrumental, creo que el hombre debe estar más bien encuevado en un sótano, quizá de algunos de los búnker que tienen él, o los hermanos Castro, en Caracas o La Habana, rodeado de su equipo médico, curas, babalaos y shamanes, agobiado de pinchazos y tubos para el alivio del ritmo cardíaco y las dificultades para respirar, pero concentrado día y noche en las elecciones del 7 de octubre, y haciendo un esfuerzo supremo para reponerse y ser el aspirante del chavismo en el proceso electoral.

Imperativo que surge de las encuestas que establecen que el candidato de la oposición a las presidenciales, Henrique Capriles Radonski, le ganaría con comodidad a otro postulado del oficialismo que no sea Chávez, por lo que, unos meses más de vida y en condiciones medianamente presentables, son una variable fundamental para determinar si el chavismo prolonga su vida política más allá del 2012, o muere para siempre.

De modo que, un Chávez reducido a una cama y al rigor de un tratamiento antisarcoma, pero rodeado de encuestas, sondeos, tracking, focus group, informes sobre tendencias, cambios, recambios y disponibilidades de lo que puede ser la última posibilidad para su proyecto político y para sí mismo, es el Chávez que me resulta más probable, frente a las versiones que nos lo traen vagando por los cementerios de Venezuela, en paroxísticos ritos santeros en santuarios de Regla o Guanabacoa o asistiendo a misas sincréticas en la basílica de Nuestra Señora de Aparecida.

Pero también escaldado de acertijos, incógnitas, preguntas: “¿Podré, no podré? Y si arranco la campaña y tengo que pararla a mitad de camino, digamos que en una fecha que esté entre el primero agosto o el 15 de septiembre ¿habrá quien pueda completar la faena o tendremos que aplazar las elecciones? ¿Pero y si puedo, pero en condiciones muy precarias y deterioradas que en vez de sumarme, me resten votos?

Por ahí me mandaron un informe (creo que del G-2) contándome que este muchacho de aquí, de Caracas, un tal Rendón, que dicen fue el “genio” tras las campañas electorales victoriosas de Uribe y Santos habló con Capriles y le dijo que no le estén prendiendo velas a los santos para que Chávez se muera, ya que si hay alguien difícil de derrotar en unas elecciones, ese es un muerto. Ja, ja, ja, es para pensarlo, porque si hay que hacerse el muerto para ganar estas elecciones, ¡hay que hacerse el muerto!

Por cierto, que no sé por qué Capriles no tiene al tal Rendón en la jefatura de su equipo de campaña, y me dicen que vive rodeado de gringos, colombianos, brasileños, ¡hágame usted el favor! Yo porque fue empleado de Uribe, y Uribe me da escalofríos, me pone la carne “e” gallina, si no lo tendría aquí.

De todas maneras, vivo o muerto, presentable o impresentable, me queda el recurso de la sucesión, de apelar a un sucesor, y ese sí es de verdad el desafío más difícil para cualquiera que tenga que dejar sus asuntos en manos de individuos que, desde el más allá, no podrá controlar…Porque no va a tratarse sólo de decidirse en base a lealtades, sino de tentaciones…Si, de cuál será entre “mis leales” el menos propensos a ceder a tentaciones.

¿Diosdado, Nicolás, Elías, Adán? Porque el primero ya fue probado el 11 de abril, pero entonces yo no tenía cáncer, ni estaba en trance de vivir o morir, ni él tenía el liderazgo que tiene ahora en el Ejército, ni la influencia política de que goza en algunos estados orientales, dicen que por el poder económico que ha acumulado en estos años de revolución. Pero tampoco es un hombre con carisma para desempeñarse y ganar una campaña electoral y mucho menos para sostener un gobierno que, sin mí, será como una canoa sin rumbo y al garete.

Nicolás, ¡qué problema con Nicolás!…Amado por Raúl y odiado por Fidel. Quizá por esa manía del viejo de sentirlo parecido a Robertico Robaina o a Pérez Roque, pero en conjunto muy separado de las bases del partido y de la burocracia. Dicen que con apoyo en la Asamblea Nacional, y entre algunos gobernadores y alcaldes, pero como muy engolosinado con la perspectiva presidencial y eso, de verdad…no lo recomienda.

En ese sentido, me gusta más Elías, muy jojoto en realidad, pero con un gran trabajo en las expropiaciones e invasiones de tierra, sumergido día y noche con las bases del PSUV y las políticas sociales, gran ministro y mejor vicepresidente y que sería una carta a jugar sino fuera porque la edad y la inexperiencia le restan muchos puntos.

Por último está Adán, el candidato de Fidel, de mamá, de papá y de toda la chavera, porque supuestamente sería el único confiable del cual jamás se esperaría que vaya a perseguir y expropiar a la familia, pero ¡cuidado!… ¿Cuántos hijos y hermanos no se han visto persiguiendo a los suyos desde la presidencia o haciéndoles la vida imposible? Claro, eso jamás podría esperarse de Adán que es un excelente padre, hijo y hermano, pero el problema es que no se trata de una solución familiar sino de política y de política revolucionaria. Y que me perdone la chavera, pero Adán no es Raúl.

Hace mucho silencio aquí, en este sótano, pero está fresco y el altar con la virgen del Socorro (la misma de mi abuelo “Maisanta”), la Reina María Lyonza, Guaicaipuro, el Negro Felipe y el Libertador, me reconforta. Claro, a veces me molestan los sahumerios y los rezos, pero en general la soledad milagrosa, o milagrera, me reconforta.

¿Saldré de aquí? Quién sabe…pero es lo que le pido con todas las fuerzas de mi alma a mi señor Jesús y a los espíritus de la sabana, pero no para volver a ser presidente vitalicio ni dinástico, sino para ayudar a los muchachos a ganar las elecciones, y quedarse en el poder 6 años más, y después que Dios haga conmigo lo que quiera.

No me importa morir si puedo garantizarle 6 años más a los míos en el poder.

Por: Manuel Malaver
Politica | Opinión
20 Mayo, 2012