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THAYS PEÑALVER: Los dioses deben estar locos



En el chavismo la manipulación mediática ya no es la misma desde que Hugo esta con cáncer.

¿Por qué será que a la hora de la chiquita
todos los comunistas apelan a Dios?

 

Luego de asesinar a 3 mil religiosos en España y a más de 500 en América, otros 600 en África y miles en Europa. Luego de sacar a patadas de Cuba a cientos de sacerdotes (porque otros 600 salieron por “voluntad propia”). Luego de quemar y destruir más de 30 mil iglesias a lo largo y ancho del planeta además de destruir esculturas religiosas milenarias, los comunistas terminan llorando abrazados a la fe.

Quizás por eso todos los dioses a los que recurrieron durante estos años para darle salud a la revolución al parecer se han puesto de acuerdo unánimemente. “No queremos nada con la revolución”. Quizás fue un gesto de solidaridad porque vieron que las iglesias católicas fueron atacadas con lo que cínicamente llamaban “pequeños artefactos explosivos”, quizás porque vieron que le lanzaron granadas al arzobispo de Caracas o a la Nunciatura Apostólica, porque vieron cómo eran heridas personas que estaban arrodilladas rezando en las iglesias, porque llamaron a sus líderes demonios o cavernícolas, o porque se dieron cuenta que todo era una mentira, que un día decían que eran los más católicos y al día siguiente atacaban al Vaticano diciéndole al Papa que “ese no es embajador de Cristo nada”, para al año siguiente pedirle audiencia al “embajador” para que hiciera tramites pertinentes para salvar a la revolución.

Así, al mejor estilo de la guerra civil española, los vieron atacar verbalmente a la Iglesia y a los pocos días una bomba hirió a sus feligreses, insultaron al Obispo y a los pocos días le lanzaron una granada, atacaron verbalmente al Cardenal y a los pocos días otro bombazo. Quizás fue porque se pusieron las barbas en remojo al ver que luego del ataque sistemático contra la iglesia Católica, comenzaron los ataques a los líderes religiosos judíos, mientras que un grupo paramilitares policiales, entraron por primera vez en la historia, a robar en una Sinagoga.

O a lo mejor fue que sospecharon que la cosa era bastante atea cuando dijeron que no existía el “más allá” que todo era una mentira. Que la cosa era aquí y punto. Porque al decirlo se convirtieron en anticristianos, anticatólicos y antimusulmanes ya que estos últimos también tienen su Jannah, un más allá mucho más detallado que el de nosotros los católicos. O antibudistas al negarles sus 10 reinos espirituales (esos otros 9 “más allá”) que consagran a la iluminación a sus creyentes.

A lo mejor les espantó la indefinición de usar cuanto adminículo existe en todas las religiones desde los rosarios católicos, las cuentas africanas o el tasbih musulmán, los tabacos, los ensalmes y pócimas implorando que todos los dioses salven a la revolución. En fin que esta gente no solo mancilló el último deseo del Padre de la Patria de que cesaran los odios y divisiones para bajar tranquilo al sepulcro avivándolos como nunca antes, sino que renegaron de todas las religiones en vivo y directo, hasta que la cosa se les puso chiquita.

Pero lo peor es que cuando a la gente le suceden cosas graves, reflexionan y dicen: estamos cayendo uno detrás del otro, ¿qué estará pasando? Esto no es normal. Caramba ahora me tocó a mí, voy a reflexionar y a enmendarme. Esta señal de enfermedad debe hacer que ordene las cosas, debemos cambiar. En aras de hacer el bien no podemos hacerles mal a otros. No podemos desearle el bien a una parte de la gente, destruyendo otra parte. No es solo religión, sino karma. Debemos honrar el pensamiento de El Libertador, no irrespetar su lugar de descanso, manipularlo, sacarlo de la iglesia de la Santísima Trinidad (Panteón) para llevarlo a esa espantosa “mitad de pirámide de Keops” como a un faraón (donde quedarán bastantes cupos por cierto), mientras paralelamente estimulan al pueblo a volverse a matar.

¡Pero no!, en vez de rectificar, unir al país, sembrar la paz y la concordia en Venezuela, abrir las puertas de las celdas donde hay hombres y mujeres injustamente privados de su libertad y hacer un llamado a los perseguidos para que regresen, prefieren acelerar su revolución. En vez de exclamar: “Señor dame vida, prometo enmendar, ya entendí por qué me mandaste todas esas señales”, prefirieron decir: “Señor dame vida, porque aún me quedan cosas por hacer” (destruir). Y fue así como después de retar y provocar, no a uno, sino a todos los dioses del universo, estos finalmente tomaron una decisión unánime. Y a pesar de su trágico presente, siguen sin rectificar, empeñados en pensar que los “dioses deben estar locos” porque no quieren a la revolución.


Por: THAYS PEÑALVER
tpenalver@me.com
@thayspenalver
www.temas-debate.com
EL UNIVERSAL
jueves 17 de mayo de 2012