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MIGRACIÓN: Más de 800.000 personas han emigrado de Venezuela



La migración en Venezuela: Huyen jovenes, estudiantes, profesionales y llegan chinos, iraníes y haitianos.

“Obligados a huir de Venezuela..”

 

Calculan que alrededor de 800.000 personas han emigrado.

Unos buscan mejores condiciones de vida y otros son perseguidos políticos.

El clip de 18 minutos Caracas, Ciudad de Despedidas avivó el debate sobre las razones para emigrar de Venezuela.

Entre 1999 y 2011, 8.159 venezolanos han solicitado asilo en Estados Unidos, una experiencia que no se vivía desde la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.

“Me iría demasiado” El clip Caracas, ciudad de despedidas avivó el debate sobre las razones que tienen los jóvenes para querer irse de Venezuela, unas veces por desencanto y otras por la inseguridad.

Muchos se han ido buscando mejores condiciones de vida, pero otros alegan que han sido víctimas de persecución por sus convicciones. Más de 8.159 personas han solicitado asilo en Estados Unidos entre 1999 y 2012.

El sociólogo Iván de la Vega afirma que la emigración nacional es fundamentalmente intelectual, pues está formada en su mayor parte por profesionales universitarios. Más de 12.000 científicos del país trabajan en el exterior.

El video muestra el desencanto de un grupo de jóvenes deseosos de irse del país porque no hallan oportunidades para superarse. Asoma una de las caras del asunto: la de quienes piensan irse, porque se sienten empujados por un entorno que consideran hostil.

El sociólogo Iván de la Vega es uno de los investigadores que se han ocupado del problema. Sus investigaciones indican que para el año 2010 residían en el exterior aproximadamente 800.000 venezolanos. El dato revela una tendencia que se manifestó en las últimas décadas, porque hace 20 años los venezolanos que habían abandonado el país no superaban los 50.000.

De la Vega, quien presentó los resultados de la investigación en el VIII Congreso Iberoamericano de Indicadores de Ciencia y Tecnología, recopiló información que demuestra que la emigración venezolana ha acarreado una “diáspora intelectual”, formada en buena parte por científicos, pues casi 12.000 están trabajando afuera.

Sin embargo, otra cara de la emigración está formada por quienes deciden irse por el temor a ser blanco de persecuciones por razones políticas, religiosas e incluso por orientación sexual. Estado Unidos, por ejemplo, desde el inicio del gobierno de Hugo Chávez hasta el año pasado, ha recibido 8.159 peticiones de asilo de parte de venezolanos. Entre 2004 y 2006, las solicitudes superaron las 1.000 anuales. En total, 1.757 personas están en esa condición en ese país.

A. L., quien prefiere mantener su nombre en resguardo, es uno de esos casos. Hizo su vida estudiantil en Valencia, donde obtuvo la licenciatura en Administración en la Universidad de Carabobo. Era activista de bajo perfil del partido Acción Democrática. Pocas veces era el vocero de las protestas. Prefería más bien organizar a la gente para que marchara o acudiera a votar.

Por eso asegura que no se imaginó que huiría del país por disentir de las ideas del Gobierno. “Empecé a recibir llamadas amenazantes. En 2003, al salir de mi oficina, me emboscaron y me llevaron hacia la vía de Tocuyito. Allí me golpearon. Dijeron que me estaban vigilando. Empecé a tener más cuidado pero me siguieron llamando. Sabían mi historia. Decían que me iban a enjuiciar por traición. Cuando quise denunciar mi caso en la Disip, me dijeron que ellos me estaban investigando”, señala.

Luego de dos años de persecuciones viajó en 2005 con su esposa a Estados Unidos. Ese año fue uno de los 1.407 venezolanos que solicitó asilo. Sólo 153 fueron aceptados, pero entre ellos no se encontraba A. L., quien aún lucha por quedarse legalmente en esa nación.

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Motivos políticos:

Patricia Andrade, directora de Venezuela Awareness Foundation, ONG dedicada al apoyo de perseguidos y presos políticos venezolanos en Miami, indica que la mayoría de las peticiones de asilo que se recibieron en esos años en Estados Unidos fueron por motivos políticos, especialmente hechas por ex trabajadores de Pdvsa o por gente señalada en la lista Tascón.

Andrade aboga porque Estados Unidos reconsidere las solicitudes de sus compatriotas.

Señala que con frecuencia los peticionarios son empleados públicos, a quienes han obligado a vestirse de un color o a actuar de determinada manera. La activista recuerda casos como el de un matrimonio de ex trabajadores petroleros que huyó luego de ser golpeados.

No pudieron vender su casa, tampoco organizar la partida. En tres días emigraron del país.

“A ellos les negaron el asilo.

Mientras apelaban, decidieron irse a la frontera con Canadá.

En esa zona hace mucho frío, la temperatura es extrema.

Aún así, la mujer, con cinco meses de embarazo, se arriesgó y saltó la pared divisoria para evitar ser deportada. Lloraba mientras explicaba su caso, hicieron muchos trámites hasta que obtuvieron la residencia”, indica.

Venezuela Awareness Foundation pidió formalmente a las autoridades de inmigración del estado de La Florida que den un trato especial a las solicitudes de venezolanos.

Sientan como precedente el Programa de Revisión Nicaragüense que otorgó beneficios especiales (visas de trabajo y residencias) a las personas de ese país centroamericano durante el período sandinista.

“Ya el Departamento de Estado norteamericano reconoce que hay presos políticos, abogamos para que Inmigración reconozca que en Venezuela se violan los derechos humanos.

Ellos no otorgan el asilo hasta que ven que hay un riesgo contra la integridad, pero tienen que entender que Venezuela ya no es democrática ni tiene las mismas condiciones que otros”, sostiene.

Huyen los profesionales:

En este continente, que vive un verdadero boom, la Venezuela rica en petróleo es la excepción: es la única economía de América latina que año tras año se ha contrae. El gobierno raciona las monedas fuertes. Las expropiaciones de empresas privadas van en aumento. Hace poco, un destacado analista financiero resumió su consejo para los inversionistas en apenas una palabra: “Huyan”.

Muchos venezolanos ricos y de clase media han hecho exactamente eso, lo que ha generado un éxodo de científicos, médicos, empresarios e ingenieros. Pero basta caminar por el bazar que está a la sombra de la basílica de Santa Teresa, en el centro histórico de la ciudad, para advertir que también está ocurriendo un fenómeno contrario.

Los comerciantes murmuran en árabe, urdu o hindú. Los haitianos que empujan carritos de helados charlan en creole. Los vendedores callejeros de DVD gritan con acento colombiano. En el local de ropa de Naji Hammoud, decorado con fotos del valle libanés del Bekaa, el panorama es próspero y floreciente.

“Siempre hay dinero en la calle, no importa si el barril de petróleo cuesta 12 dólares u 120″, dice Hammoud, un libanés de 36 años que llegó aquí hace unos años y no tiene intenciones de irse. “Podría haberme ido a Europa u otro lugar y me habría ido bien, pero sería un empleado. Aquí soy mi propio jefe.”

Venezuela está sumida en un curioso enigma migratorio: mientras la clase media se agolpa para abandonar el país, cientos de miles de comerciantes y trabajadores extranjeros han puesto sus fichas aquí en los últimos años, lo que ha complicado aún más el retrato de cómo se produce la fuga de cerebros.

Estas oleadas contrapuestas reflejan la polarización creciente que vive el país. El gobierno de Hugo Chávez, que recientemente declaró una “guerra económica” contra la “burguesía”, ha expropiado cientos de empresas , incluyendo bancos, campos y desarrollos inmobiliarios, según la asociación industrial venezolana Conindustria, y ha impulsado a muchos a buscar refugios más seguros en otra parte.

“Siento que finalmente puedo volver a respirar”, dice Ivor Heyer, de 48 años, dueño de un astillero que acaba de trasladar todas sus operaciones a Colombia, donde generó más de 100 puestos de trabajo. “Me fui de un país donde hay miedo constante por la criminalidad y las expropiaciones del Estado a otro que da la bienvenida a compañías que no están necesariamente en el negocio del petróleo.”

En el otro extremo del espectro económico, muchos de los nuevos inmigrantes siguen llegando a Venezuela con visas de turista y prolongan su estadía, alentados por el nivel de ingresos, que son más altos que en algunos de los países vecinos, y también por una amplia red de programas sociales impulsada por el gobierno de Chávez.

“Aquí se puede vivir con un poco de dignidad, como para enviar dinero a casa de tanto en tanto”, dice Etienne Sieu-Seul, un vendedor callejero de 35 años oriundo de Haití que se mudó aquí un mes después del devastador terremoto que sacudió la isla en enero pasado.

Por lo menos 4 millones de inmigrantes han llegado aquí desde Colombia, según Juan Carlos Tanus, de la Asociación de Colombianos en Venezuela. “En Venezuela hay trabajo para el que quiera trabajar”, dice Arturo Vargas, un colombiano de 39 años que se mudó a Caracas el año pasado, donde trabaja como personal de seguridad y en una planta de pollos. “No es perfecto, pero es mejor que lo que dejé atrás.”

Este flujo se debe en parte a la histórica laxitud de la política inmigratoria de Venezuela -que data de la posguerra, cuando el país era un imán para los inmigrantes de una Europa arrasada-, así como a la importancia del recurso que ha ayudado a definir a esta nación durante un siglo: el petróleo.

Incluso en épocas de fluctuaciones de precios y descalabro institucional los ingresos por exportaciones de petróleo le garantizan a Venezuela un colchón contra las crisis desgarradoras que han golpeado a sus vecinos en el pasado. Ese dinero también hace posible un amplio surtido de importaciones, que generan un gran mercado interno y oportunidades para la gente que quiera comercializarlas.

Más de 50.000 chinos se han instalado en ciudades y pueblos de todo el país, y casi todos tienen negocios minoristas. Miles de comerciantes con sus familias llegados del Líbano, Siria y Jordania en los últimos años han prolongado una tradición que se remonta al siglo XIX, cuando varios países de América latina empezaron a recibir inmigrantes árabes.

Aunque las principales razones son económicas, la ideología también tiene un pequeño papel a la hora de atraer a los inmigrantes. Algunos nacidos en Medio Oriente sienten afinidad con la política beligerante de Venezuela hacia Israel. Esas mismas políticas, sumadas a los años de miedo a la violencia y a los vuelcos económicos, han tenido peso en la decisión de miles de judíos de abandonar el país. Son tantos los venezolanos que se han ido que los diarios locales los llaman “balseros del aire”.

Así como no hay cifras precisas de los inmigrantes, tampoco se sabe con precisión el número de los que se van. Iván de la Vega, un sociólogo que estudia el tema, afirma que alcanza a cientos de miles, los suficientes para conformar enclaves venezolanos en Florida, Houston y Alberta, Canadá.

“La decisión no fue fácil, pero era necesaria”, dice Esther Bermúdez, que emigró a Montreal. Es la propietaria de Mequieroir.com, un sitio web que ofrece servicios para los venezolanos que quieren emigrar y que recibe más de 80.000 visitas diarias.

Los recién llegados no son inmunes a los problemas de Venezuela y deben enfrentar las restricciones a las remesas al exterior y la criminalidad. Sin embargo, eso no alcanza para disuadir a quienes buscan su destino en las caóticas calles del país. “Esto no es para una familia, pero para un soltero como yo está bien”, dice Subash Chand, de 25 años, que llegó hace un año de la India, para ocuparse de un comercio en el centro de Caracas.

“Aquí hay riesgo y movimiento todos los días -dice Chand-. Y en todo esta mezcla, también hay dinero.”

Deportados:

Las estadísticas del libro anual de la Agencia Federal de Servicios de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos indican que históricamente cerca del 20% de las solicitudes de asilo ha sido aprobado. El resto es negado o va a la corte. 

El asilo es concedido a extranjeros en territorio estadounidense y debe hacerse antes de cumplir el año de permanencia en ese país. 

Octavio Carrillo, abogado especialista en inmigración y representante del bufete Pederson Inmigration Law Group, advierte que algunos solicitan asilo porque creen que es una vía fácil y rápida para entrar a Estados Unidos. “Muchos han decidido recurrir al asilo para tener un estatus legal. No cumplen las condiciones y luego son deportados. ¿Si se obtiene ese beneficio cómo es que luego van de vacaciones al sitio del que se está huyendo? Al regresar al país de origen, ya la condición de amenaza no está y pierden el estatus”, afirma. 

El experto aseguró que Venezuela está entre los 10 países que más solicitan asilo en Estados Unidos. Los otros dos países latinoamericanos en esa lista son Guatemala y Colombia. 

El año pasado, 400 venezolanos fueron deportados desde Estados Unidos, indica el abogado. De acuerdo con las leyes estadounidenses ya no pueden retornar ni solicitar visas de ningún tipo. 


Por: LISSETTE CARDONA
lcardona@el-nacional.com
Simón Romero
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JUEVES 10 DE MAYO DE 2012