HomeÚltimas NoticiasALBERTO FRANCESCHI: Pensar en el derrumbe militar

ALBERTO FRANCESCHI: Pensar en el derrumbe militar



Los militares están ahora
tentados a jugar con fuego

 

Parece que un sector pretende hacer viable y duradero su propio liderazgo, buscando mediante un manotazo de madrugada, la perpetuación inviable del régimen chavista.

Tal pretensión está calculada basándose en las más delirantes conjeturas y sin percatarse que hasta ahora, este engendro paranoide de las FFAA “chavistas”, solo pudo sobrevivir como accidente político, al tomar una forma cuasi institucional transitoria, mientras duró la fortaleza, por acción u omisión opositora del liderazgo de Chávez.

Y lo más seguro que pueda uno pronosticar, es que al llegar esta jefatura a su fin, lo que viene es el derrumbe del estamento militar rojito, más aún si a la cúpula actual les convierten en chivos expiatorios, para el salvamento del resto de las fracciones que, esas si, estarán más que dispuestas a negociarles el alma.

A beneficio de inventario, déjenme decir que “el imperio“ al que los rojos acusan infundadamente de todo puede, por esta vez, estar complaciéndolos , al vigilar y meterse ellos en el tema militar venezolano, ahora apoyados en evidencias provistas por las venganzas de Aponte Aponte, intentando mezclar a Diosdado, según otros contra toda lógica, dentro del llamadosector narco, para salir de todos juntos, dado que estiman, me imagino, que si ha de derrumbarse el régimen, con la muerte de Chávez ¿Por qué tolerar todavía un ala post- chavista que pretenda sobrellevar el modelo militar de partidización de las FFAA y de ideología anti norteamericana?

Mientras se arma y explota la crisis, aquí necesitamos comprender donde estamos parados, para ver a donde va todo este embrollo militar.

Y lo primero que requerimos, para comprender sus conductas díscolas, es puntualizar elementos del desarrollo histórico del proceso de cubanización, de estas FFAA, que conocerán en los próximos meses duras pruebas, midiendo su solidez o artificialidad, como cuerpo armado institucional, capaz o no de mantenerse como sostén fundamental del Estado, más allá de las actuales obediencias políticas e ideológicas.

Antes que nada es necesario que se establezca como un tema imponderable, la cuestión de la naturaleza histórico social de las FFAA.

Fundadas por el régimen gomecista y perfeccionadas por todos los regímenes y gobiernos posteriores, es un hecho que esas FFAA venezolanas son el sostén de un Estado capitalista en su esencia y fines, independientemente de los matices de formación profesional u opciones ideológicas personales de moda entre sus oficiales, cuadros profesionales y elementos de tropa en todos sus componentes.

Este Ejército, aunque ni lo sospechen algunos de sus bocones voceros gubernamentales, no saldrá a matar miles para imponer un Estado socialista, aboliendo la propiedad privada, mediante la expropiación general y una ruptura con occidente, que fue lo que se impuso en Cuba, desde el triunfo de un ejército guerrillero, que liquidó al del dictador Fulgencio Batista, antes de los barbudos convertirse en la nueva elite militar privilegiada.

Un tanto parecido a lo de Nicaragua en 1979, aunque su temprana vocación por la rebatiña de propiedades privadas, para los oficiales corruptos sandinistas, lo hizo un Estado aun más vulnerable que el cubano, donde el privilegio es de usufructo sobre la propiedad de Estado, pero no generando derecho de propiedad privada, como en Nicaragua y Venezuela, aunque sean casos muy distintos.

Allá en Cuba en 1959, el viejo ejército fue liquidado físicamente y puesto en desbandada y en su lugar surgió uno nuevo, ligado a la propuesta y realidad de la revolución socialista.

La FFAA venezolanas, han sido manoseadas, desnaturalizadas, corrompidas, compradas en segmentos directivos importantes, etc, pero no han sido ni destruidas, ni transformadas cualitativamente en un órgano de la “revolución”, y la más simple de las razones para entender esto, es que habiéndose dado un serísimo trastocamiento institucional del poder político repercutido en el mundo militar, nunca hubo una verdadera revolución, sino una colosal pantomima de tal.

Nunca hubo un cambio de la razón social del Estado, es decir de la estructura y organización social que sirve de base a todo. Esta sociedad sigue siendo capitalista hasta los tuétanos.

Aquí nunca hubo alguna revolución social que, como la cubana, cambiara la naturaleza de las relaciones sociales que, esas sí, se hicieron estatistas y totalitarias.

Es más, la gran rebatiña de real, que generó una nueva clase media de origen casi delincuencial además de haber hecho beneficiarios de la manguangua del reparto y los subsidios, a un vasto sector popular, terminaron por generar una ampliación de la base de propiedad privada personal y familiar, en millones de personas. Negar esto como hecho objetivo, solo sería producto de ceguera para el análisis.

Aunque sea con características ramplonas, aquí hay mucho más capitalismo que hace 14 años para despecho del improvisado teórico del socialismo, que terminó pudriendo sus propias cúpulas dirigentes y haciéndolas carentes de toda autoridad ética, igual como él, su némesis, para merecer algún respeto sobre su probidad anidada en latrocinios.

Pero todo esto no ha resultado de un proceso lineal, sin contramarchas e importantísimas vacilaciones, siempre interrogándose sobre la confiabilidad de este modelo de control social.

Esta historia militar de estos 14 años está por escribirse por sus propios integrantes que hubieren logrado mantenerse idóneos.

El contrapeso de una sociedad democrática, constituida por masas de pequeños y medianos propietarios privados y segmentos profesionales independientes , aunque hayan sobrevivido acorralados políticamente, terminaron siendo la garantía para poner límites visibles al proyecto de despotismo económico y social inspirado por los castristas.

En 2002 la fractura grave del 11 de abril, puso en evidencia la precariedad del control chavista sobre la institución militar heredada del régimen que les perfeccionó como corporación clave del Estado, desde Juan Vicente Gómez hasta el último de los gobiernos del punto-fijismo.

Los remesones de noviembre -diciembre del 2002, con la disidencia pública de altos oficiales de Plaza Altamira en medio del “paro indefinido “ le permitió al gobierno empezar a cerrar la brecha, aplastar la disidencia y generar un progresivo compromiso político del sector de más alta graduación, correspondiéndole una neutralidad resignada y/o complaciente al resto del cuerpo de oficiales.

El encuadramiento ideológico, la cooptación por vía partidista y filial de la parentela “rojita” lleno las escuelas militares de prospectos “leales” a la “revolución”.

Paralelamente se conformaron la “reserva” y “la Milicia” ambas fuertemente inspiradas en la concepción paramilitar del activismo político uniformando bajo la forma de un plan de empleo clientelar apenas disimulado. Su carácter circunscrito a ser un componente bajo tutela de la oficialidad regular, consigna que su margen de maniobra es mínimo para actuar por fuera dele estamento cupular de las FFAA. Casi más desestabilizante vino a resultar más tarde, la promoción automática de los suboficiales a oficiales, para convertirles en parte de la elite.

“La arepa” va delante, la ideología detrás. Aunque todavía prima el obsesivo control partidista. Del Patria Socialismo o Muerte” en los frontis de los cuarteles, hasta el ensayo reciente de probar izar la bandera cubana, como evidencia de la lealtad perruna a la potencia ideológica y chula, inspiradora del modelo militar que se cree ya consolidado. Veremos…

Desde que Chávez llegó a Miraflores se impuso cambiar los propósitos de la institución armada en la que se educó. Imaginó entonces erróneamente que podía también cambiar hasta su función social, al iniciar el cambio de su razón política institucional, convirtiéndolas en su partido político armado, a partir de su sola influencia personal.

Esta tarea estratégica en su ideario, para lo cual necesitaba por lo menos otra década de conducción del Estado, nunca quiso, ni pudo realizarla basándose solamente en recetas ideológicas y por eso prefirió ir al fondo del “tema social”, aunque por una vía abiertamente maleada: hacer ricos mediante el dolo a miles de adeptos uniformados.

Se habrá dicho: “Si no puedo convertirlas farisaicamente en un supuesto soporte ético armado de mi ideario bolivariano, entonces las convertiré en una casta privilegiada mediante las prevaricación masiva, amarrándola a lealtades de naturaleza mafiosa con mi liderazgo”

Y así nacieron las FAB que expresan una especie de federación de “cotos de caza”, de cotos de corruptelas, con el símbolo del manejo masivo de dinero en efectivo, sin ningún control ni medida.

Estamos hablando no de un caso tal o cual, estamos hablando de un sistema tolerado y hasta inducido de “cesión” o “creación” de mil, dos mil, diez mil quizás, nadie lo sabe, de “territorios” bajo control del coronel tal, el general tal, el comandante tal, del mayor tal y hasta del teniente tal.

Es el reino del peaje universal, de la coima universal, del manejo de cuentas sin techo ni fondo, que constituye ahora un régimen crematístico que distingue solo para el reparto entre jerarquías y cercanías a los más altos niveles del gobierno y sus derroches. Para muchos oficiales chavistas, el sueldo es la menor de sus remuneraciones.

Por ello vimos ocurrir como al paso de algunos años, se terminó por preferir, más allá de otorgar promoción y privilegios de orden profesional por lealtades políticas, llegar hasta más bien apostar a cambiar la naturaleza social, por movilidad ascendente de ingresos , que es la verdadera clave del control, evasivo por definición, al detentar los jefes militares, nada menos que un poder de disciplina, pie de fuerza y fuego enorme.

Su único contrapeso real, para no salir del redil de sus obediencias, es su absoluta conveniencia para “mamar” de la ubre asignada y a esto lo remata la cadena impresionante de delación y control, del aparato de “inteligencia“ del G 2 cubano, enquistado en los cuarteles de todo el país.

Antes se consagraba la disciplina jerárquica ligada a privilegios de ingresos y funciones, pero ahora estas mismas funciones fueron inducidas a convertirse en cotos privados, que bajo el chavismo resultaron coludidas con esos manejos financieros de la más diversa índole, que implican una gravísima corrupción general, haciendo aparecer una especia de burguesía militar delincuencial, donde hasta vínculos con el narcotráfico parecen ya demostrados.

Permítaseme insistir en lo árido del tema, pero es que eso de la naturaleza social, es cualitativamente distinto cuando uno describe la situación personalizada, del militar como individuo, que es diferente a la naturaleza social indistinta de la institución, que está referida al modelo de Estado y a la base social de su sistema de propiedad dominante y las relaciones estructuradas en la actividad económica, inmersas todavía en libertades de intercambio, aunque sean retaceadas por el intervencionismo de los controles.

La naturaleza social del las FFAA cubanas son las de un Estado totalitario comunista, las FFAA venezolanas están contenidas en un Estado capitalista de régimen político populista despótico semi-dictatorial, que nunca terminó de subsumir plenamente las FFAA en ese modelo, aunque si las corrompió y sojuzgó hasta niveles sorprendentes.

Y es eso lo que hay que determinar, para ver si en verdad Chávez consiguió o no cambiar esa naturaleza social, hasta convertirla en cuerpo delincuencial total, o parcial regenerable, y de esta manera poder diagnosticar como terminará este ciclo histórico, marcado por su liderazgo, tanto del Estado como del estamento militar que subordinó a su exclusivo servicio.

Si al cambiar el régimen político no se produce como mínimo, y aunque resulte algo traumático, una depuración importante de los segmentos de oficialidad superior, que agenciaron intereses ligados a la corrupción, lo más probable es que, y por los más variados motivos, se generen procesos quiebra intestina de la unidad de las FFAA.

De no darse una depuración drástica, el Estado venezolano apenas sobrevivirá como rehén secuestrado por clanes y mafias militares, extorsionando a los dirigentes políticos electos.

Por eso el liderazgo que debe asumir estas enormes tareas de conducción de un país al borde de su disolución institucional, no podemos imaginarlo nacido de un proceso electoral mediatizado al máximo, y donde en el mejor de los casos se pactan cuotas de poder retaceado, de un régimen en ascuas y al borde de su propia disolución por caos intestino de su clase política dirigente, dejada al garete por su jefe, en viaje de vuelta a la Pacha Mama, la madre tierra que nos recibe a todos al final de nuestras vidas, seamos tiranos, déspotas u hombre libres.


Por: Alberto Franceschi
Politica | Opinión
www.albertofranceschi.com
franceschi1947@gmail.com
@alfranceschi
Martes, 8 Mayo, 2012