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El Editorial: Malos rojitos; Andan en la calle



“Malandros rojo, rojitos..”

 

¿Qué puede pensarse de un gobierno que, de diversos modos maneras, comienza a sacar a la calle a prisioneros peligrosos entrenados en el arte de asaltar, violar y matar a los ciudadanos que van o vienen de su trabajo, o que deben quedarse en sus casas porque son ancianos o están enfermos, o de niños que permanecen en sus hogares porque no van a clases o no tienen posibilidades de acceder a los centros escolares? ¿Qué puede el ciudadano común pensar de un gobierno que en vez de mejorar las condiciones de las cárceles, instruir y formar personal para que actúen profesionalmente en las prisiones y entregar los recursos para que los prisioneros se les dé una oportunidad de reformarse, los suelta para se conviertan en un peligro mayor? Las respuestas a estas preguntas hay que buscarlas en los 12 años de gobierno rojo rojito, incapaz de manejar correctamente los agudos problemas de la inseguridad. Por una parte, se han desmantelado los cuerpos policiales pero no han sido sustituidos por otros mejor formados y entrenados.

Tampoco se han articulado las políticas de las diferentes policías ya sean nacionales, regionales o municipales sino, por el contrario, lo que se ha hecho es politizar su áreas de acción y comunicación, al punto de que no se comparten las memorias computarizadas de quienes están incursos en hechos delictivos, lo que permitiría identificar a los detenidos en las diferentes áreas municipales o regionales y vincularlos de inmediato con la policía nacional y otros organizamos de seguridad.

¿Por qué sucede esto? ¿Por qué la lucha contra el hampa organizada y contra la inseguridad no es un problema prioritario que debe estar por encima de cualquier color partidista o tendencia política? ¿Quién juega a favor del hurto, el asalto, el robo de automóviles y de teléfonos celulares, los homicidios y los secuestros? Desde luego que a la oposición no le interesa que crezca el número de venezolanos secuestrados, asaltados o asesinados por el hampa. Las gobernaciones y las alcaldías opositoras hacen todo lo posible por bajar los índices delictivos en sus jurisdicciones, pero el Gobierno y sus organismos adscritos trabajan en sentido contrario, es decir, juegan al sabotaje de los cuerpos policiales que no dependen del poder central.

Mientras tanto, desde el ministerio que dirige la Fosforito dejan salir a la calle, lenta y calladamente, a presos que son un peligro para la sociedad y no a aquellos que verdaderamente merecen una libertad condicionada porque sus delitos no son de monta mayor.

La idea es quizás armar a los malos y crear un caos en un momento de crisis social. Es un juego peligroso porque toda la sociedad está en peligro y un criminal armado y respaldado oficialmente no respeta a un opositor pero tampoco a un militante rojo rojito. Cuchillo para su propia garganta.


Por: Redacción
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EL NACIONAL