El solo riesgo de la ausencia desata
temores y diferencias del chavismo
Pese a que he explicado varias veces que la gravedad de la enfermedad del Presidente es una incertidumbre crítica de la cual no tenemos información concluyente (ni creemos que muchos la tengan), la verdad es que todas las discusiones de estas semanas se han orientado a la pregunta más dramática: ¿qué pasaría si Chávez no está?
Aclarando que este no es el único escenario y que el ambiente que genera este interés en el tema podría estar sesgado deliberadamente por el chavismo para dar pie a un sorpresivo regreso triunfal de Chávez “sano”, sin embargo, voy a compartir con ustedes mi visión sobre los escenarios en el caso de una ausencia total del Presidente, que sin duda, también es un hecho factible.
Cuando digo escenarios, adelanto una información fundamental: la ausencia de Chávez no determina un único camino y más bien abre nuevas incertidumbres, las cuales por cierto, no nos llevan necesariamente a la ruta optimista que parece indicar el precio de los bonos venezolanos en el exterior cada vez que los rumores sobre el deterioro de la salud de Chávez arrecian.
Para dibujar esos escenarios sin Chávez hay que analizar la variable que los define: ¿existirá un sustituto “bendecido” por Chávez y negociado con el ala dominante del sector militar y de los invisibles?
Es muy simple. El solo riesgo de la ausencia de Chávez tiene que desatar los temores de las diferentes facciones del chavismo (civilistas, militaristas, moderados, radicales). Su inquietud debe ser sobre quién controlará el poder en el futuro y cómo quedan ellos en eso. Los temores deben extremarse en el caso de aquellos actores cuyo riesgo de cambio no controlado es infinito en términos de la afectación de su poder, negocios, dinero e incluso libertad. Estos actores se pueden dividir en tres grupos: 1) quienes controlan visiblemente las instituciones políticas, 2) quienes controlan el poder militar vinculado a la revolución y 3) quienes, desde la invisibilidad, mantienen negocios, deudas o contratos gigantes que se arriesgan con el cambio. Ellos pueden sentir temor de perder todo en una sustitución no amigable.
Solo una negociación del propio Chávez con los sectores críticos, que representen el mayor riesgo de inestabilidad interna, puede validar un sustituto que evite una implosión y reduzca el riesgo de conflicto. Si lo consigue, su desaparición física en plena campaña no necesariamente significa la derrota del chavismo. Es más, ni siquiera representa la ausencia de Chávez en la campaña, ya que cualquier sustituto lo utilizará como símbolo central de su estrategia. Cada mensaje, cada reparto de renta, cada reunión masiva del chavismo con el pueblo estará repleta de Chávez, sus símbolos, sus fotos, sus recuerdos, sus grabaciones, si es que no también acompañada con el propio cuerpo presente. El guión de esa campaña tomará consejos del guionista de “Two and a half men” quien luego de la salida abrupta del protagonista estelar, buscó un sustituto de lujo en Ashton Kutcher, pero al no lograr el rating esperado, regresa a la serie al mismísimo fantasma del original, para fortalecer con él al sustituto y revivir los conectores fundamentales de la audiencia con el show. No sabemos si funcionará, pero no podemos descartarlo. En todo caso, este sería un escenario que nos conduce a una elección que, aunque con grandes dificultades, dejaría también viva la posibilidad de un triunfo opositor.
El otro escenario es que la imposibilidad de lograr un sustituto chavista de consenso, desate una batalla por el poder entre quienes realmente representan un riesgo de conflicto armado, radicalismo y violencia. Ahí, lo único que me resta desear es que Dios nos agarre confesados.
Por: LUIS VICENTE LEÓN
Luisvicenteleon@gmail.com
@luisvicenteleon
EL UNIVERSAL
domingo 29 de abril de 2012