¡Y claro que viniendo de
Chávez lo conocemos!
■ Una de las cosas más importantes en estas lides electorales, es, por supuesto, el discurso de los protagonistas.
Descalificaciones, burla, provocación, manipulación, uso del afecto para conmover, deleite en su victimización, y una extrema cursilería. Un estilo chabacano y barato, pero que se ha inducido a aceptar como “el lenguaje del pueblo”. Como fue con las telenovelas en las que se definió un lenguaje malandro como el del pueblo, y algunos guionistas lo emularon sin importarles un pito el daño que le hacían a los venezolanos con ese tratamiento que ha sido explotado por los políticos.
Inútil, tiempo perdido, hasta ridiculez, es llamar a Chávez al “botón”. Está enmarcado en él. Y con esas características juega a ganar.
Por supuesto que es motivante meterse en ese juego, contestarlo, dejarse llevar por las emociones.
Pero no se puede.
No se debe.
Ser la “contrafigura” de un Hugo Chávez saludable y pendenciero es una cosa. Serlo del mismo pendenciero pero enfermo, y tal vez muy grave, es otra cosa. Pero lo que hay que dejar claro y establecido es que lo que marca la diferencia en el discurso es la personalidad del candidato. Es un contrapunteo de emociones. De sentimientos.
Yo no creo que la hace ningun bien a Capriles Radonski caer en el mismo terreno de Chávez, muy por el contrario. Como ajustar ese discurso en el reiterado trajín de promesas, planes, trayectoria, anécdotas, no es fácil. Hay que ser cuidadoso. Y muy hábil. Sustentar el discurso, hilvanarlo, protegerse de su misma emotividad requiere de un esfuerzo personal, íntimo, casi desgarrador. Requiere de una reflexion casi constante, entre un momento y otro.
Pero Capriles Radonski tiene con qué.
Si algo tenemos que defender es la libertad de expresión en cuanto a ese candidato y nosotros. Porque dependemos de eso. De esa relación intensa y transparente que nos ha sido negada por largos y amargos años. Y ya tenemos que haber aprendido de esta lección, de esta depravación que ha manoseado el capital humano sin compasión.
Y que ha hecho un daño inmenso, yo diría que mas allá de lo económico, ese daño espiritual costará más a los venezolanos que millones de barriles de petróleo.
Y a eso tendremos que enfrentarnos todos, los que han aplaudido y recibido regalías miserables por uniformarse de rojo, y los que hemos defendido el derecho de usar y pensar lo que decidamos nosotros mismos sin ninguna presión que ponga en peligro nuestra vida o nuestras propiedades y sustento. Pero con neveras, carros que primero llegan a los garajes de los funcionarios de peso que al pueblo, créditos, pensiones que distorsionan los valores fundamentales de la sociedad exitosa, la ignorancia se deja seducir casi siempre porque es utilizada en el discurso irresponsable pero no solucionada porque no interesa un pueblo sabio.
Un dueño de encuestadora asegura que “El presidente Chávez es cursi pero eso funciona”. Eso es lo dramático, lo urgente, lo que no se puede subestimar. ¿Hasta donde este discurso, estas inmoralidades, esta agresión, estan sembradas en el alma de Venezuela?
Contra ese veneno un hombre como Capriles tiene que convencer con lo que necesita el venezolano embrujado, y hasta el indolente o avestruz que esconde el pico en la arena o el cobarde que se esconde en el miedo o el cómplice que firma tras bastidores.
No se puede olvidar un segundo que en cada paso de este camino hay que educar… O no hay camino.