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ESPECIAL: “Los Zetas operan en Maracaibo”

El Sebin detuvo en el caso central de Maracaibo a Diego Armando Gómez Sierra, un alto mando del grupo paramilitar “Águilas Negras”. Extorsionaba a comerciantes.

Los Zetas mexicanos compran funcionarios
públicos mediante una especie de nómina

 

Las Farc, el ELN, “los Rastrojos”, “los Urabeños, las “Águilas Negras” y “Los Zetas” mexicanos, operan en Maracaibo, denuncia el libro La frontera caliente entre Colombia y Venezuela, en un entramado de narcotráfico, de contrabando de extracción y criminal que ya no solo en la zona fronteriza, sino también en el corazón de las ciudades, como Maracaibo.

El texto, elaborado por la Fundación Nuevo Arco Iris, de Colombia, una investigación de Ariel Fernando Ávila, Coordinador del Observatorio del Conflicto Armado, Profesor de la Universidad Nacional de Colombia y especialista en temas de Conflicto Armado, muestra detalles de operaciones de estos grupos en territorio venezolano.

Elaborado por tres equipos de investigadores colombiano que trabajaron durante 24 meses en Colombia y Venezuela, el libro cuenta que en “el Zulia se puede hablar de dos niveles diferentes en los que se relacionan agentes legales con actores armados ilegales y estructuras criminales. Un primer nivel se presenta en las interrelaciones locales y en el día a día de los municipios zulianos, incluido Maracaibo.

Allí, desde Las Farc hasta “los Rastrojos’ y ‘los Zetas’ mexicanos intentan cooptar funcionarios públicos mediante la aplicación de una especie de nómina que garantice la seguridad de los diferentes mercados ilegales”.

Estos grupos armados, dice el texto editado por la Fundación Nuevos Arco Iris, -un centro de investigación que promueve acciones vinculadas al conflicto armado, la paz, el post-conflicto y la seguridad en Colombia- operan al amparo de una “corrupción institucional que es una práctica extendida, cotidiana y normalizada en la formación social fronteriza venezolana y colombiana, por tanto goza de amplias formas de legitimación: la aceptación de dineros por parte de la Guardia Nacional Bolivariana y las policías municipales o estadales en el estado Zulia para permitir el contrabando de extractivo (gasolina, alimentos), la salida de carros robados, así como el ingreso y posterior exportación de drogas”.

“Del lado colombiano -dice el libro- los grados de corrupción son bastante altos. Tanto la Policía, como el Dian y sectores de la clase dirigente del departamento (Cesar) son parte activa de las diferentes economías ilegales y criminales que se desarrollan en la región”.

De acuerdo con la investigación, “se detectó que las redes criminales de grupos neoparamilitares habría obtenido el control de cooperativas (de combustible) para alcanzar los beneficios de la comercialización del combustible minimizando los riesgos, puesto que tanto el suministro, como el transporte y la entrega final en Colombia estarían protegidos por el acuerdo binacional.

Los wayúu asumirían los trabajos y las responsabilidades mientras que los paramilitares se quedarían con las ganancias”.
Agrega el informe que el municipio Guajira “sería un corredor de vital importancia (…) Ya que desde Venezuela se pueden traficar alimentos, carros robados e insumos para el procesamiento de la coca, mientras que desde Colombia se trafican drogas tanto para el mercado interno como para la exportación al Caribe, Estados Unidos y Europa”.

El entramado por la droga:

Según el libro, en su capítulo dedicado a La Guajira y Cesar-Zulia, “se logró detectar que la incursión de “los Rastrojos” tiene varios objetivos (…) Por un lado, intentan controlar las rutas de exportación de droga desde la Sierra Nevada de Santa Marta y sur de Bolívar hacia La Guajira y el Puerto de Maracaibo, desde donde salen embarcaciones o avionetas hacia Centroamérica o el Caribe.

Esa ruta se hace en asocio con “los Zetas” mexicanos, quienes a la vez han controlado gran parte de la costa Caribe centroamericana. También por la Península de La Guajira en la Alta Guajira colombiana, “Los Rastrojos” se han embarcado en una fuerte guerra por controlar la salida de las lanchas en el municipio Uribia”.

“Los Rastrojos’ del lado venezolano cuentan con una base social bastante estable, ya que su presencia data de 1987, cuando varios miembros del Cartel del Norte del Valle se trasladaron hacia Venezuela. Ello les ha permitido penetrar varias instituciones venezolanas, lo que les ha garantizado grados altos de impunidad. Sobre todo las múltiples policías locales y estadales y la Guardia Nacional se han convertido en sus grandes socios. Este poder les ha permitido establecer alianzas con carteles mexicanos y dominicanos para la exportación de droga”, cuenta el libro.

“Adicionalmente, la investigación logró establecer que las alianzas entre ‘Los Rastrojos’ y testaferros del Bloque del Norte con parte de la clase política zuliana es bastante estrecha, vínculos que se han logrado rastrear desde 1998, pero que se profundizaron en la administración de Manuel Rosales, quien fue financiado en su campaña a la gobernación del estado Zulia por el Bloque Norte de las AUC”, revela el libro editado en Colombia.

“Las dinámicas conocidas de parapolítica se viven igualmente en el Zulia. En dos oportunidades, en diciembre del 2001, se reunieron en Ureña y Cúcuta Jorge Iván Laverde, alias “El Iguano”, el exalcalde de Maracaibo y candidato presidencial Manuel Rosales, más unos empresarios venezolanos, y pactaron un precio por la vida del Mandatario venezolano. Quizá como no se concretó ese objetivo en la frontera fueron hasta Caracas en 2004 para cobrar suculenta oferta”, dice el texto.

Los niveles de cooptación institucional -revela el libro- “llegan a ser tan altos (…) que tanto la Policía estadal del Zulia, como la Guardia Nacional comenzaron un proceso de delación de narcotraficantes y testaferros, no tanto para mejorar la seguridad de la zona, sino para quedarse en el negocio. Hoy día existen carteles que se llaman el Cartel de la Policía y de la Guardia”.

Según el testimonio de un contrabandista de combustible que publica el texto: “Llámese Guardia Nacional, policía, todos los cuerpos de seguridad están involucrados en este tipo de prácticas y yo creo que la más comprometida, porque es su función, es la Guardia Nacional”.

Para el autor del trabajo, “la Policía regional del Estado Zulia parece una estructura criminal más”.

“Ahora bien”, agrega el libro, “para el caso del Zulia las presencia de actores armados ilegales colombianos de corte paramilitar cada vez es más constante (…) Es factible vislumbrar una presencia semipermanente o itinerante de este tipo de actores (…) en momentos guardando relación con lo que los expertos han denominado “efecto cucaracha” (atacan en un punto y se repliegan en otro) o motivados por intereses netamente económicos.

Lo cierto es que su presencia es más invisible que la de las Farc; no utilizan camuflados, ni se mueven en grandes grupos. Solo en las zonas rurales se han detectado cocinas de procesamiento de clorhidrato de cocaína, pero su influencia en las zonas urbanas es bastante fuerte, sobre todo en Maracaibo, que en este momento es controlado por “los Rastrojos’, en asociación con “Los Zetas”.

La batalla por Maracaibo:

“La guerra por Maracaibo comenzó en 2009. En ese momento, los panfletos esparcidos con amenazas de muerte comenzaron a aparecer en las calles de Maracaibo desde el 26 de marzo de ese año. Los primeros circularon en el barrio Rey de Reyes, progresivamente fueron apareciendo de forma simultánea en las urbanizaciones El Naranjal, La Trinidad y San jacinto, y en los sectores Buena Vista y Los Haticos, para luego extenderse a otros municipios del Estado Zulia”, relata “La frontera caliente entre Colombia y Venezuela”.

Posteriormente a la aparición de los volantes ocurrieron algunas muertes en los lugares donde los textos circularon. Los primeros “ajusticiamientos” vinculados a estos grupos fueron cuatro jóvenes asesinados mediante disparos en el mes de abril en una cancha ubicada en el sector Los Haticos. A estos siguieron, también en abril, el asesinato de ocho personas: cuatro en el barrio La Chinita y otros cuatro en Ciudad Lossada”.

Según cuenta el trabajo de investigación, “en Maracaibo, al igual que en Colombia, estos grupos inician actividades con actos de “limpieza social” en donde ajustician a supuestos delincuentes, trabajadoras sexuales, adictos a las drogas y personas con orientación sexual diversa. Estas actividades se desarrollan en varias etapas.

En un primer momento se distribuyen los panfletos, luego se pasa a la imposición de un toque de queda y, por último, se ejecutan los asesinatos. El procedimiento se realiza en concentraciones urbanas, particularmente en zonas populares”.

“El aumento del homicidio tiene (…) Por un lado, la guerra que se vive entre carteles mexicanos y algunas estructuras colombianas, sobre todo la que se desarrolla entre ‘los Restrojos’ aliados con ‘los Zetas’ mexicanos que se encuentran en confrontación con la alianza entre ‘los Urabeños’, el Cartel de Sinaloa y el Cartel de la Familia, este último, una disidencia de la ‘Familia Michoacana’. La disputa, que comenzó en el año 2011, obligó a Marcos Figueroa, narcotraficante colombiano que quedó en medio del conflicto y que podría ser considerado el brazo armado de narcos locales, a dejar Maracaibo y desplazarse hacia Maicao, hasta donde la guerra también ha llegado”.

En todo este ajedrez, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), a decir de Ávila, autor del trabajo de investigación, son una amenaza, pero “no juegan en este partido del crimen organizado, por lo que no son el gran problema de la frontera”.

Águilas extorsivas:

“En el mes de abril del 2011, el Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) detuvo en el caso central de Maracaibo a Diego Armando Gómez Sierra, presuntamente perteneciente al grupo paramilitar “Águilas Negras”. Según la prensa, detención se produjo cuando extorsionaba a comerciantes en los alrededores del centro.

Al parecer Gómez se dedicaba a extorsionar bajo amenaza a los comerciantes y vendedores informales del mercado de Las Playitas y a buhoneros del centro de la ciudad, utilizando como fachada la modalidad de usura, a través de préstamos diarios a cambio de intereses exorbitantes”, señala el texto.

El documento, trabajado a lo largo de 2 años en territorio colombiano y venezolano, cuenta que “las detenciones de varios mandos de las ‘Águilas Negras’ en la ciudad de Maracaibo evidencian que posee una estructura, lo suficientemente afianzada, en la capital estatal de la zona como para dar resguardo a responsables operativos, políticos y militares de este grupo paramilitar. La evidencia es clara: Maracaibo se ha convertido en un centro de operaciones importante para este grupo”.

En las conclusiones del trabajo, dice: “Si se quiere hacer un orden descendente de la importancia y grados de control de estas estructuras ilegales en ambos lados de la frontera, se podía decir que ‘los Rastrojos’ son el grupo dominante, ya que controla cerca del 20% de la frontera de La Guajira con Zulia. Además, debido a sus alianzas con ‘Los Zetas’ mexicanos, controla gran parte de Maracaibo y Zulia. Después están ‘los Urabeños’, que han entrado con fuerza a la Alta Guajira, disputándole el territorio a ‘los Rastrojos’. En tercer lugar se encuentran las Farc que se han posicionado sobre la Serranía del Perijá, donde contarían con cerca de 600 hombres”.

De acuerdo con el informe, “hoy Zulia vive lo que vivió Colombia hace una década con la expansión paramilitar con el proceso de homogenización política”.

El libro

El libro La Frontera Caliente entre Venezuela y Colombia, publicado el lunes por la Corporación Arco iris, revela cómo fue la reconfiguración criminal colombo-venezolana motivada por una guerra invisible, el sicariato, el homicidio, el narcotráfico, contrabando de gasolina y cocaína, trata de personas y la violencia entre estructuras ilegales.
La investigación fue dirigida por Ariel Ávila, coordinador del Observatorio del Conflicto de Nuevo Arco Iris y editor del libro, quien en una entrevista exclusiva a PANORAMA, narró cómo fue el proceso de recopilación de datos y estadísticas.

—¿Por qué investigar lo que pasa en la frontera entre ambos países?

—En primera instancia queríamos saber cuál era el impacto del conflicto armado en la frontera, pero a medida que se desarrollaba el estudio el tema fue mucho más complejo. Nos dimos cuenta que había corrupción institucional, crimen organizado, narcotráfico, contrabando y el estudio se fue ampliando.

—¿Cómo fue el despliegue del equipo reporteril en el eje fronterizo?

—Tuvimos que dividir la frontera en seis partes. De lado colombiano se desplegó un equipo hacia el César-Guajira, Norte de Santander y Arauca. En Venezuela estuvimos en Apure, Táchira y Zulia.

—En Venezuela ¿Dónde llegaron y con quiénes se reunieron?

—Nos reunimos con la sociedad civil, empresarios, ganaderos, líderes políticos y sociales. Tuvimos entrevistas con las personas que estaba en la ilegalidad, con gran parte de la institucionalidad venezolana y funcionarios policiales. Tuvimos la oportunidad de llegar al puerto de Maracaibo y fue impresionante ver allí la población mexicana como especie de comisionistas delegados de “Los Zetas” aliados con carteles colombianos que sacaban la droga en ese puerto.

—¿Luego de las entrevistas ¿Cómo comprobaron la presencia de estos grupos irregulares en la frontera?

—La investigación tiene cinco fuentes de información: datos estadísticos de uno y de otro país, declaraciones de parapolíticos y paramilitares del lado venezolano, entrevistamos a narcotráficos en cárceles, a personas involucradas en la ilegalidad, a los grupos de “Los Rastrojos”, y lo más importante de todo fue la investigación en el terreno. Observaciones y múltiples entrevistas.

—¿A qué se enfrentaron durante la investigación?

—Tuvimos muchos problemas, por ejemplo en Táchira fue muy difícil, porque allí nos pararon las “Águilas Negras”, pero pudimos lograr la investigación.
 
“Los Zetas”, narcos, asesinos y terroristas:

“Los Zetas” son una peligrosa organización de México, integrada por militares desertores, dedicada al homicidio, secuestro, extorsión, tráfico de droga y de personas. Son señalados por matar a oficiales, jefes de policías, cantantes, inmigrantes, robos a casinos, lavado de dinero y delitos informáticos.

“Los Rastrojos” trafican la cocaína:

“Los Rastrojos” es una organización colombiana neo-paramilitar, involucrada en el conflicto colombiano, compuesta por 1.500 combatientes y sicarios. La operación del grupo es el tráfico de cocaína-heroína. Tienen su ruta desde Venezuela hacia Europa. Operan en el Valle del Cauca y Cali.

“Los Urabeños” tiene 560 redes criminales:

Los Urabeños está compuesta por paramilitares y es catalogada como una de las organizaciones más mafiosas, integrada por 1.300 insurgentes y está relacionada con 560 redes criminales. Los jefes del grupo paramilitar son los hermanos Dairo y David Úsuga. Se le involucran en masacres.

Los tentáculos de “Jorge 40”:

Rodrigo Tovar, alias “Jorge 40” es un ex comandante paramilitar y narcotraficante colombiano, miembro de la AUC. Era comandante del Bloque Norte que operaba en el Cesar, Magdalena, Guajira, Atlántico y Santander. Confesó unos 600 crímenes. En 2008 fue extraditado a Estados Unidos.

Las AUC descuartizan a sus víctimas

Las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) es catalogada como una estructura terrorista. Fue responsable de miles de masacres en territorio colombiano. Descuartizan a sus víctimas vivas. Sus miembros han sido extraditados como narcos a Estados Unidos. Controlan rutas para el tráfico de droga.

Sangrientas Farc

Comandadas por Rodrigo Londoño Echeverri, alias “Timochenko” esta cúpula terrorista tiene un historial de narcotráfico; la implantación de minas antipersona en terrenos; asesinato de civiles, funcionarios públicos y del gobierno colombiano; secuestros políticos con fines políticos o extorsivos y atentados con bombas.

“Quieren enlodar a la policía”: gobernador Pablo Pérez

El gobernador Pablo Pérez defendió ayer al Cuerpo de Policía del estado Zulia (Cpez) de las informaciones publicadas en un informe colombiano que involucran al organismo con mafias y carteles del narcotráfico mexicano y de otros países.

“Hay una revista colombiana que dice que ustedes son delincuentes, yo los voy a seguir defendiendo (…) Ese cuerpo de policía del estado Zulia, el cual ha sido vejado, ultrajado que lo quieren irrespetar, aquí tienen a su gobernador dando la cara por ellos”, expresó el gobernador.
Recordó: “El Cpez tiene una prohibición legal de estar en la frontera, quien atiende la frontera es la Fuerza Armada Nacional, recibiendo instrucciones de la Ejecutivo Nacional. Aquí se han recibido denuncias de funcionarios de la Fuerza Armada Nacional de tener vínculos con la guerrilla colombiana (…) Quieren enlodar e l nombre de la institución que tiene 170 años”.

“No tiene fundamento el informe”: director del Cuerpo de Policía del estado Zulia

El comisario Jesús Cubillán director del Cuerpo de Policía del estado Zulia, “rechazó categóricamente” las aseveraciones del informe La frontera caliente entre Colombia y Venezuela, que califica a la institución como una “estructura criminal”.

“Para nadie es un secreto que las fronteras en nuestro de estado, de alguna forma u otra pasan fácilmente personas sin requisitos de ley (…) la policía del estado no tiene injerencia en la frontera” declaró Cubillán.

“Reiteramos que algunos delitos fueron traídos al Zulia. De allí a que hayan vinculaciones o complicidades del organismo del estado Zulia a complacer a irregulares hay mucho trecho (…) Mal estaría que nosotros aceptáramos un comentario de personas que no pueden dar fe a ciencia cierta de conocer a profundidad la institución policial como una institución criminal. Son comentarios que no tienen ningún fundamento”, dijo.


Por: Redacción
Diario PANORAMA
Zulia/Maracaibo
viernes 27 de abril de 2012