El caso es el epítome de
un referente negativo
■ El modelaje es la forma más poderosa de enseñar conducta social.
Los niños, mediante la observación e imitación del comportamiento de los padres, aprenden a ser humanos; internalizan hábitos, normas y habilidades que luego reproducirán, matizados por los aportes de su propia experiencia y reflexión.
En la vida moderna los referentes públicos compiten con los familiares como fuente normativa.
Los muchachos internalizan los valores que transmiten los personajes públicos. Y mientras menos estructurada es su familia, más sensible es un chamo a la influencia axiológica de los modelos extrafamiliares. El guapetón del barrio, un personaje público en el ámbito comunitario, se convierte en un modelo a seguir.
Compite y derrota al maestro de la escuela como encarnación del deber ser: un educador subpagado, atracado mil veces, en un carrito destartalado no tiene nada que buscar frente al hampón armado, con plata y carro nuevo que cambia a diario.
Lo mismo pasa con personajes de películas y novelas: transmiten conductas moldeadoras, la vara para medir lo que está bien y está mal.
Esos ejemplos de origen familiar, comunitario o público impactarán más en una sociedad en proporción directa a su nivel de estructuración e institucionalización. Las sociedades menos institucionalizadas procurarán rellenar con liderazgo sus vacíos normativos. Mientras más débil es una sociedad más tiende a liderazgos fuertes y más busca modelos que inspiren y orienten el alma colectiva. Y más poder constructivo o destructivo tienen esos modelos.
José Antonio Abreu es un modelor. Un ejemplo de amor, tesón, talento y sabiduría. Encarna la Venezuela posible. Igual que Andrés Galarraga, Gustavo Dudamel, Juan Arango, Yolanda Moreno, Simón Díaz y miles más.
Pero la televisión también nos trae la imagen de un diputado diciéndoles ratas a sus adversarios, o un comunicador diciéndole hijo de puta a un editor. Suena feo escrito. No es nada comparado a como se ve en televisión. Y peor cuando se internaliza que humillar y ofender es aceptable como comportamiento en la sociedad de los humanos.
El caso de Aponte Aponte es el epítome de un referente negativo. No sé que hay de verdad en lo que dijo. Si es verdad, hay inocentes presos. Y están presos a conciencia de que son inocentes.
Una monstruosidad. Pero Aponte no está solo. Hay muchos Aponte. Otras caras, otros nombres.
Pero el mismo asco. Personajes que hacen daño concreto a gente concreta. Gente enquistada en el poder para servirse de él. Pero su efecto corrosivo trasciende a sus víctimas, se difunde y corrompe las entrañas del cuerpo social. Su ejemplo es el verdadero peligro.
Sus carreras ascendentes evidencian complicidad o impericia y desidia de los tomadores de decisiones. Son modelos destructivos que deben ser rechazados unánimemente. Y la forma concreta de rechazarlo, y generar un ejemplo constructivo de cómo debe actuar el Estado, es investigar cada uno de los casos en los que este señor actuó.
Por: VICENTE DÍAZ
POLÍTICA | OPINIÓN
@vicenteDz
EL NACIONAL