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ALBERTO FRANCESCHI: “Dame tiempo… para montar la herencia”

“Dame Vida, dame tiempo”…
¡para montar la herencia.!

 

Esa es en realidad la mayor aspiración del pre-difunto.

¿Alguien puede dudar todavía que él ruega por tiempo para intentar arreglar los grandes entuertos que significará su partida?

No se imaginen que esté pidiendo otro periodo de 6 años de gobierno. Nadie mejor que él sabe, que al máximo tiene como esperanza de vida, el lapso que certeramente le dio el Dr. Navarrete, desde el primer anuncio del cáncer: le quedan, a la fecha de hoy 13 meses más. Es todo.

Pero tampoco, nadie mejor que él conoce, que la mitad de ese periodo difícilmente puede ser contabilizado como de vida útil y que más le vale, según sus criterios conocidos, intentar pasarlo en Cuba.

De manera que sobre lo que ruega, es por conseguir a cambio de la corona de espinas, cruz a cuestas y calvario, es llegar y pasar de las elecciones, porque quedó entrampado en el calendario, que de ser mas alterado aún, trayendo más hacia acá la fecha, ya fijada para Octubre, equivale a decir elíjanme para morir luego, o quiero un funeral de Presidente reelecto.

Pero ¿Por qué someterse a esta demente y agónica escalada de presiones, que generan además toda clase de incertidumbres al país y a sus huestes, con el alma en vilo ante el inexorable avance del mal?

Es un hecho que aunque ya se resignó al fatal desenlace, ahora está elaborando el plan trascendental que puede hacer congeniar los intereses mafiosos de la tiranía castrista con los de su familia político-militar y los de su parentela intima, que queda al garete y en peligro extremo, dada la codicia que despiertan sus enormes privilegios, que carecerán luego del suporte del autócrata. Y por supuesto cuida con mucho esmero, el merecer hasta el final la lealtad de sus votantes y fanáticos militantes, para intentar sobregirar su estafa de “poder revolucionario” mas allá de su propio entierro y el de su régimen que fundó y mantuvo a punta de cadenas y chantajes.

Nadie mejor que él sabe, que buena parte de su fuente de poder radicó en la credibilidad que tuvieran sus amenazas y aunque ahora él y su régimen están en terapia terminal, sigue esgrimiendo infundir pánico por un proyectado baño de sangre, contra quienes se les ocurra desafiar su revolución, o incluso desconocerle su ansiado fraude del 7 de octubre, si es que llega.

La máxima aspiración de Chávez, entre rezos, misas y peregrinaciones, quimios, radios y ensalmes, es lograr mantener la misma garantía de docilidad absoluta y total de la oposición, de estos últimos 10 años, siendo que, más que nunca y con muestras aun mayores de arrodillamiento, se precisa su colaboración en esta fase, cuando el mandamás venido a menos la necesita agónicamente.

Estamos entonces entrando en una fase de nerviosismo paroxístico. Más de uno puede ponerse bruto, es cierto, pero creo que los mayores peligros vienen inesperadamente de una inmensa mayoría de dolientes del régimen desde nuestro propio bando, que se ven muy incómodos en eso de administrar un derrumbe del chavismo, mucho antes de las elecciones, donde prima la política sobre los negocios. Me explico:

Es un hecho que en tiempos de normalidad política cuando se habla de alternabilidad y transiciones pactadas, se habla de transacciones. El gran mundo de los negocios tiene la primacía sobre quien pone los voceros y representantes, cuando debe financiarse un proceso de diligenciar tribunas, matrices de opinión, encuestas, más encuestas, cuñas, mas cuñas, Prime-time de TV, etc.

Pero en las crisis políticas, los reales cuentan pero cien veces menos, o al menos eso es un escenario posible. Aunque es cierto que si los reales van asociados a plutócratas mediáticos si son entonces de temer, por cuanto ellos se consideran automáticamente primeros chicharrones sobre todo, para generar matrices de opinión.

Sin embargo aun en ese caso, es tal la dinámica de los acontecimientos, que la balanza del poder se ponen en movimiento con piloto automático fundamentalmente hacia la influencia política en los cuarteles y la influencia política desde la calle.

En ambas el chavismo es poderoso, pero al encontrarse colapsado el liderazgo del mentor mayor, la fuerza del chavismo pasa a ser rápidamente residual y se da paso a las fuerzas que más bien detenten el poder de protesta o de esperanza, sobre el fin del régimen. El poder de calle del régimen de salida, tiende también a la merma vertiginosa.

Para decirlo en breve, la hora entonces no es de los magnates, sino de los generales y comandantes, con prestigio y mando de tropas y de los políticos que tengan autoritas, o de personas que representen instituciones de gran calado ético, como La Iglesia.

Esta etapa impone, que para poder llevar el barco a destino se escojan líderes con rango de capitanes, esto no es para tenientes ni para grumetes, que ciertamente también se necesitan. Es la hora de los incómodos. Se hace necesario que aparezca en la escena una comparsa distinta.

Aunque muchos sigan sin aceptarme esta elemental noción de la política: no estamos en una coyuntura electoral, estamos entrando en una situación de derrumbe de un régimen y su necesaria sustitución por otro.

Lo más probable incluso es que quizá no se llegue al final del calendario electoral y ello deja afuera, de hecho, a quienes se prepararon como asociados a los liderazgos de marketing.

Ante lo que se está cocinando en La Habana, esa Junta de gobierno, donde los tiranos Castro escogen, con el moribundo presidente venezolano quien dirige nuestra nación, hace impostergable que quien asuma nuestro liderazgo, no esté haciendo cálculos para Octubre sino de inmediato. Por la sencilla razón que para Octubre se necesitan dos y uno parece que ya no va para el baile y harán lo imposible por trastornar lo pautado institucionalmente.

Esto es tan cierto que incluso para aspirar la solución electoral de Octubre, habría que actuar sin calcular nada respecto a esa salida, porque estamos entrando es en la emergencia y el liderazgo que necesitamos es para esa emergencia.

Chávez necesita tiempo para montar la herencia que convenga a los Castro y a sus acólitos, a nosotros se nos acabó el tiempo de espera, hace rato, para volver a enderezar este país.

El poder va a quedar suelto en la calle y el que lo agarre es de él, no se por cuánto tiempo. Pueden ser semanas u otros años de oprobio y todas las viejas fórmulas conciliadoras serán sometidas a prueba.

Hasta para negociar se necesitan agallas y disposición a defender nuestros espacios mayoritarios. Esta puede ser también una hora de grandes frustraciones, si toda propuesta pasa solo por la criba de intereses de grupo.

Recordemos: la Calle y los cuarteles, allí se define todo. No se vale marketing. La capacidad para convencer con gran calidad de jefatura y con la mejor propuesta definirá quien llena el vacío de liderazgo en el gobierno y creo que en la oposición también, a menos que se nos demuestre lo contrario.


Por: Alberto Franceschi
Politica | Opinión
Martes, 11 Abril, 2012