Considerado uno de los militares
más cercanos a Hugo Chávez
Con la muerte del capitán Aguilarte se entierran 23 expedientes por corrupción y todos los secretos que sabía sobre las relaciones con las FARC.
Hace poco más de un año fue obligado a renunciar como gobernador del estado Apure el capitán Jesús Aguilarte Gámez, compañero del actual Presidente de Venezuela en el golpe de Estado de 1992. La mano peluda que pergeñó aquella renuncia forzada no pudo ser más escueta: la misiva explicativa solo contenía 49 palabras que fueron suficientes para mentir diciendo que Aguilarte dejaba la Gobernación por razones de salud.
Al antiguo cómplice caído en desgracia no lo dejaron ni entregar el cargo, simplemente desapareció en noviembre del 2010 y tras él se esfumaron 23 expedientes por corrupción que nunca fueron conocidos. La orden era desaparecer discretamente al imprudente capitán sin hacer escándalo. El Gobierno trataba de evitar que esos trapos cochinos se lavaran públicamente. De esa manera furtiva terminó la carrera de quien en su época de oro fue uno de los militares más cercanos a Chávez.
Además de las acusaciones por apropiación de fondos públicos, en el ambiente rondaban graves rumores de la relación de Aguilarte con las FARC y el activo tráfico de drogas que se hace a través de ese estado fronterizo. A todas estas, la Fiscal General no tomó ninguna medida para investigar un hecho que se había convertido en un noticia criminis ampliamente difundida. (Algo parecido se hizo recientemente cuando la mayoría chavista en la Asamblea Nacional impidió investigar el caso Makled).
Poco después de su desaparición del ojo público, el capitán Aguilarte sufrió un asalto intimidatorio en casa de su suegra. En esa oportunidad lo golpearon y lo amenazaron, pero no lo hirieron. La idea era hacerle llegar un mensaje fuerte y claro: si hablaba iba a tener problemas. El ex gobernador calló para salvar su vida y se fue a Cuba a seguir un tratamiento de desintoxicación por su adicción a la cocaína. El año pasado, en una de las visitas de Chávez a La Habana, su figura apareció en el trasfondo en un paneo del comité de recepción.
Luego de su regreso de Cuba, a Aguilarte se le empezó a soltar la lengua. Esta vez no le enviaron una amenaza sino unos sicarios que hicieron su trabajo. El Capitán Gobernador no dijo una palabra después de ser herido. Ya era muy tarde para él.
¿Quién era este muerto? ¿Qué sabía? ¿Por qué cayó en desgracia este prominente chavista a quien su jefe entregó el control de un área crítica para sus relaciones con las FARC, tan importante que el propio presidente le distinguió como uno de los pocos dignos de recibir la condecoración 4 de Febrero, conocida en el amiente militar como la “Gran Orden del Golpe”? Esta presea solo le ha sido otorgada a próceres como Alí Rodríguez Araque, Florencio Porras Echezuría, Ronald Blanco La Cruz y Diosdado Cabello, quienes representan la crema y nata del golpismo chavista.
Veamos. Aguilarte se graduó de subteniente en la Academia Militar en 1983. Como cadete tuvo a Chávez como oficial de planta del instituto, de manera que hubo suficientes oportunidades para reclutarlo y lavarle el cerebro. En el 4F no se le conoce una participación relevante, pero al salir Chávez de la Cárcel de Yare pasa a ser uno de sus hombres más cercanos. El futuro gobernador tenía dos funciones.
La oficial era servir de coordinador del Grupo Garibaldi, el cual estaba encargado de diseñar el programa de gobierno de Chávez. Entre sus integrantes estaban Jorge Giordani, Héctor Navarro, Maripili Hernández y Héctor Ciavaldini. La tarea extraoficial era la que “”El Platinado” Fortunato Herrera cumplió al lado de Pérez Jiménez. Por esta vía accedió a la intimidad del gran jefe, junto con el teniente Alejandro Andrade. Este último manejaba los reales. Aguilarte se encargaba del personal.
Eventualmente, Aguilarte entró en dificultades con el general Cruz Weffer por cuestiones de faldas. Para entonces el general tenia vara alta en el Gobierno. Aguilarte fue a San Fernando de Apure escogido por el dedo elector como gobernador. Allí hizo amistades peligrosas y empezaron sus problemas mayores.
Algún día conoceremos los detalles de esta relación. “Por ahora” hay cinco presuntos sicarios detenidos. Son profesionales. Ninguno de ellos es el autor intelectual. Es la macabra picaresca revolucionaria.
Por: Gral. Carlos Peñaloza
Gmail genpenaloza@gmail.com
Twitter http://twitter.com/GenPenaloza
Blog www.puestodecombate.org
Jueves 5 Abril, 2011