Por haber acabado con
las instituciones…
Por haber degradado a los poderes públicos a ser simples brazos ejecutores de sus designios y caprichos. Por haber destruido la estructura formal del Estado para volverla una cueva de administradores de intereses y corruptelas. Perdónalo señor.
Por usar las facultades supremas otorgadas de buena fe por los ciudadanos a través del voto, en su propio beneficio, el de sus familiares, el de los grupos que lo acompañan y el de mandatarios extranjeros que se han dedicado a aprovecharse de unas riquezas que no son sino del pueblo venezolano. Perdónalo señor.
Por mandar a meter en la cárcel a ciudadanos cuyo único delito ha sido mantener una conducta apegada a las leyes, pero que en su ejecución generan consecuencias consideradas agresiones por el régimen. Por provocar el exilio y hasta la huida de compatriotas por el solo hecho de no compartir las ideas de Fidel Castro y menos que se entregue el país a los cubanos. Perdónalo señor.
Por destruir la economía de una manera bestial, a pesar de contar con la mayor cantidad de recursos que registre la historia del país. Por poner a los venezolanos a hacer cola para comprar un pollo o para ponerle gasolina a su carro. Por obligar a los venezolanos a vivir con un dinero que si acaso vale tanto como el peso cubano. Que no es aceptado en ninguna parte del mundo y que cada día que pasa vale menos. Por haber asaltado a miles de venezolanos de trabajo haberlos despojado de sus propiedades. Perdónalo señor.
Por convertir todo lo que ocurre en el país en un show propagandístico improductivo en el que el gobierno hace creer a los ciudadanos que lo que ve, siente y escucha es mentira. Por criminalizar la protesta y amenazar con cárcel, como haría un tirano cualquiera, a todo aquel que se atreva a declarar, denunciar o publicitar asuntos que, a la vista de todos, están causando graves daños a la gente. Perdónalo señor.
Por engañar a los pobres y mantenerlos cada día más pobres con la única intención de aprovecharse de la debilidad del votante y de las necesidades de ese sector tan grande de la población. Por estafar a ese pueblo con promesas falsas que jamás cumplirá. Por aprovecharse de su poder para reprimirlo y acorralarlo con sus armas y dinero. Perdónalo señor.
Por dejar al país sin luz, sin agua potable, endeudado hasta la coronilla, lleno de malandros por todas partes, sin orden, sin disciplina, sin norte, absolutamente desmoralizado, sin valores. Por colocar al país a las puertas de un verdadero infierno casi irrecuperable. Perdónalo señor.
Por engañar a millones de venezolanos que creyeron en sus palabrerías y en sus promesas. Casas, paz, trabajo, tranquilidad, bienestar, la mayor suma de felicidad posible. Todo es mentira. Siempre fue mentira. Perdónalo señor.
Por dividir al país y poner a pelear hermanos contra hermanos, padres contra hijos, amigos contra amigos. Por usar las facultades que le dio el pueblo para inculcar y promover una guerra de clases absolutamente retrógrada y muy perjudicial para un país que necesita todo lo contrario. Unidad y visión de trabajo. Perdónalo señor.
Por entregar todas las riquezas e instituciones de Venezuela a los cubanos, facilitando la invasión más descarada desde que inventaron el comunismo hasta nuestros días. Perdónalo señor.
Será un trabajo grande y pesado, pero perdónalo señor.
Por: ELIDES J. ROJAS L.
erojas@eluniversal.com
@ejrl
EL UNIVERSAL
jueves 05 de Abril de 2012