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MORDAZA: La caricatura se volvió tema de Estado


Rayma, Weil y Edo defienden sus
creaciones ante las amenazas

 

Xenófobas, racistas, clasistas. Con semejantes adjetivos los funcionarios del gobierno del presidente Hugo Chávez han catalogado a las caricaturas de los dibujantes Rayma Suprani, Roberto Weil y Eduardo Sanabria, conocido como “Edo”.

Mario Silva, conductor del programa televisivo La Hojilla, que transmite Venezolana de Televisión, acusó a Rayma de “racista y clasista y de incitar al odio”. Mientras que la Asamblea Nacional (AN) rechazó una caricatura de Weil -publicada en el diario Tal Cual el pasado 16 de marzo- por considerar que contiene “tintes racistas”.

La caricatura, que muestra a un militar junto a dos niños que abren un grifo que libera agua negra, y que estaba acompañada por el texto: “Basta de supremacía blanca… ahora tenemos aguas afro descendientes”, desató la furia del sector oficialista.

Se trata de una caricatura que “degradó a los afrodescendientes”, dijo el escritor Luis Britto García en la audiencia número 144 de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, celebrada en Washington, Estados Unidos. “Es una conducta reprobable, es inaceptable”, dijo.

Y no fue el único. El presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, afirmó el lunes pasado que los caricaturistas se habían convertido en “actores políticos y como tal serán denunciados”. “Nosotros los vamos a denunciar donde tengamos que denunciar, y ejerceremos las acciones que tengamos que ejercer”, agregó.

Reacciones tan acaloradas, a decir verdad, como las que recibieran los caricaturistas del diario danés Jyllands-Posten, a quienes se les ocurrió dibujar en 2005 al profeta Mahoma como si fuera un terrorista, razón por la cual tuvieron que huir y resguardarse por la lluvia de amenazas de muerte recibida.

Algo similar a lo que ocurriera tres años después con la caricatura La política del miedo, que publicara la revista New Yorker, y que mostrara a Barack Obama, antes de ser presidente de Estados Unidos, vestido como musulmán junto a su esposa Michelle como si fuera una terrorista. Una ocurrencia que el comando de campaña de Obama calificó de “insultante” y “mal gusto”.

“Los caricaturistas siempre vemos la realidad de una manera crítica y aguda”, sostiene la periodista de El Universal, Rayma Suprani. “Se trata de develar la realidad y las cosas que no se hacen bien. ¡El problema se da cuando los gobiernos cambian y les molesta que la caricatura se les presente como un espejo frente a sus caras! Gastan mucho dinero en tapar las cosas que no se hacen bien”, dice ella, que la semana pasada acudió al Ministerio Público para denunciar al conductor de La Hojilla por difamarla y exponerla al escarnio público.

Pero las críticas al trabajo de Suprani y a los dibujantes de diversos medios de comunicación no han cesado. Más bien se han convertido en una constante en la agenda política del gobierno.

“Los caricaturistas aquí hace tiempo dejaron de ser chistosos”, sentenció el lunes pasado, por ejemplo, Diosdado Cabello. “Ahora son actores políticos que utilizan el medio para atacar a un pueblo, para atacar a una revolución y para atacar al presidente Chávez”, apuntó.

Pero “Edo” Sanabria discrepa del presidente de la Asamblea. Para el caricaturista del diario de economía El Mundo, el humor a través de los dibujos hace posible que los venezolanos se detengan frente a la realidad de forma distinta.

“El humor y el poder siempre han sido como agua y aceite. Con tanta información, la gente a veces no está muy consciente de lo que está pasando. En eso el humor es más certero, pero incomoda al poder (…) Con lo que sucedió con (Roberto) Weil se demostró lo certero que puede ser una caricatura. Él dio en el clavo al tocar el tema del agua, que se trataba de desviar. La idea es que la gente no hable del problema real”, dice “Edo”, que asegura que los caricaturistas no se censurarán. “Esto es una enseñanza para ser menos obvios”, dice.

Roberto Weil, en cambio, ha confesado que con su trabajo tan solo quería denunciar el problema del agua contaminada. Y para hacerlo, dice, se valió del mismo lenguaje que usa el gobierno.

“Ellos analizaron esa caricatura de esa forma y llegaron a ese acuerdo. Yo no hice mi caricatura con esa intención. Quería era denunciar el problema del agua y utilizar su lenguaje. Siempre con los términos racistas y divisionistas para tapar el problema. Esa fue toda mi idea para la caricatura”, explicó Weil la semana pasada.

“Nosotros estamos haciendo un trabajo crítico, gráfico y de reflexión desde hace mucho tiempo. Y no hemos cambiado. Lo que ha cambiado es la realidad, que se ha vuelto grotesca, al punto de que la quieren ocultar y tapar. Es como si no no nos estuvieran matando o como si las morgues no estuviesen llenas de gente”, dice sin tapujos Suprani, que ha recibido críticas por todos los medios.

Porque las amenazas han llegado por diversas vías: desde ruedas de prensas y programas de televisión hasta por las redes sociales. A través de la cuenta de Twitter @ContraGolpeVTV le escribieron: “Que falta de respeto con tus caricaturas diciendo que VTV es PURA PAJA (sic) Grosera majunche anti imperialista (sic)”.

“El caricaturista no trabaja con balas, trabaja con ideas; y no mata sino da vida, hace que la gente piense; o da una propuesta para que podamos ser cuestionados, pero no insultados (…) Los caricaturistas tenemos mayor creatividad y tenemos nuestra bandera muy en alto; tenemos un compromiso con la hoja en blanco y nuestra conciencia”, remata Suprani.


Por: DUBRASKA FALCÓN
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EL UNIVERSAL
jueves 29 de marzo de 2012