¿Creerá en sí mismo el Presidente?
¿Qué hará en las mañanas al levantarse y constatar que lo dicho el día anterior por radio y televisión nada tiene que ver consigo mismo sino todo lo contrario? ¿Cómo hará a medianoche cuando se queda solo con sus pensamientos y trata de poner en orden esa suerte de sancocho ideológico, político y religioso que va colocando en el fogón de la opinión pública según y como le venga en ganas? A lo mejor, a golpe de mediodía (porque le gusta dormir hasta tarde), mientras se emperifolla con un chaleco antibalas y decide si usa franela roja, camisa verde oliva o se deja guíar por el olfato y opta por un traje sobrio, una camisa azul para bajar la intensidad de la imagen, pero sin dejar a un lado una corbata de color fuerte, tirando a rojito aunque no mucho, piensa que debe comenzar la jornada tirando de las orejas de uno de los ministros, en especial si es joven y está dispuesto a recibir una buena paliza mañanera. Igual da, lo que quiere es meterle las cabras en el corral, de acuerdo con el informe que, de mañanita, le entregan a su entorno los servicios de inteligencia.
Decidido esto, hay que atender los problemas que ya pasaron por el filtro de alcaldes y gobernadores y que su gente de confianza considera que deben ser apoyados, firmados y dotados de la partida presupuestaria necesaria para que, alguna vez, los recursos permitan pagar parte de esas obras y, de esa manera, adelantarle el famoso 20% que corresponde a los gestores del PSUV, sin lo cual nada marcharía porque a la maquinaria rojita hay que aceitarla.
En ese momento se presenta el o la enfermera de guardia (cubana para estar más seguro), que le entrega la primera dosis del día. Allí ocurre la epifanía: debo hablar de mi salud, tengo que informar (o desinformar) a los venezolanos que ven VTV, hablar empleando unos términos médicos que dicen o no dicen nada, que están entre un sí verdadero y un no dudoso, es decir, una zona gris.
Desde luego, esperar a estas alturas un diagnóstico claro y convincente de la enfermedad del Presidente es como pedirle a los programas de opinión de VTV que dejen de ser escenarios de obscenidades e insultos. Es como solicitarle al grupo La Piedrita que no porte armas de guerra o que el pimentón Diosdado deje de hacer negocios, o que la petrolera familia Ramírez ya no tenga a salvo su dinero en el exterior.
De manera que el Presidente, sabiendo que no puede ocultar la gravedad de su enfermedad, ha decidido volverse un hombre religioso, un dirigente partidista, marxista y comunista, que hoy encuentra en la fe católica la reafirmación no sólo del camino para restaurar su precaria salud sino la resurrección de liderazgo político, tan disminuido y en peligro por las ambiciones de sus segundones en el PSUV.
Ayer Chávez afirmó: “En verdad, parte del tratamiento es la oración, la fe en Dios, en nuestro Dios, en nuestro Cristo redentor”.
¡Tremendo salto de talanquera!
Por: Redacción
Politica | Opinión
EL NACIONAL