El derrotado de Miranda no da la
talla como pitcher de relevo
Sin lugar a dudas Diosdado Cabello nunca tendrá el vuelo cósmico, teológico y poético de Chávez Frías, nunca dirá que su deseo es que el pueblo venezolano se transfigure en un solo ente físico (una suerte de concentrado de veintiocho millones de votantes) para arrancarse el corazón y ponérselo como una condecoración en el pecho (sic), como dijo en estos días. Cuestión de caracteres. Pero ahora que está en todos lados declarando, como cierto fruto usado en los más diversos platos, ha demostrado que tiene otras virtudes oratorias, menos altisonantes pero ciertamente rudas y contundentes y no exentas de originalidad.
En la rutinaria rueda de prensa semanal del PSUV, esta vez empañada por el dilema del agua turbia, el vil asesinato de la joven chilena y el inicio de la radioterapia famosa, se permitió algunas licencias de las que no es ocioso dar cuenta. Por ejemplo, trató de insinuar osadamente responsabilidades de Pablo Pérez en la muerte de la hija del cónsul, cuando todo el mundo sabe que nuestra policía científica, científica repito, es propiedad exclusiva del Proceso y ya se había hecho el mea culpa de rigor. Algo queda. No dejan de ser notables dos observaciones precisas y micrométricas sobre dos confesas y horribles taras de Henrique Capriles, según el teniente: es antieuropeo porque sus ciudadanos no usan desodorante, ni siquiera el de la bolita regulado socialistamente, y antigordo por lo flojos que son los susodichos.
Lo primero que no ubicamos simplemente no lo tomamos muy en cuenta porque Capriles es descendiente inequívoco de europeos y no le va a pegar a su familia. Lo otro es más grave porque podría quitarle muchos votos de cerveceros y glotones que abundan, pero obviamente, seamos sinceros, se refería más bien a políticos apoltronados y aburguesados seguidores de Bolívar que era más bien un flaco de solemnidad. Ten cuidado, Henrique, con los gordos, no te metas ni siquiera con los boligordos.
Pero a lo que vamos es que la emprendió con los medios por montar ollas desestabilizadoras como esa de que el agua de cada día está inoculada de todo tipo de alimañas siniestras y hasta cancerígenas.
Lo cual es agua mojada, para no salirnos de la jerga de moda. Lo que es más interesante es que se metió con nuestro Weil, un gran artista unánimemente reconocido y un insigne jodedor. Mala cosa, que alguna vez hizo Chacu con Zapata, lo cual le dio al maestro una dosis adicional de energía creadora que tuvo que pagar el agraviante con una interminable catajarria de genialidades artísticas y humorísticas. Militar poderoso contra artista desvalido es una pelea mal cazada. Entre otras cosas porque las lecturas semánticas (perdón por la palabreja) de los uniformados empoderados son muy primitivas. Tildó la caricatura de racista, cuando en realidad lo que ésta significa es que ustedes los teóricos del Proceso militarista son capaces de convertir cualquier vulgar desatino propio no sólo en una siniestra maniobra del enemigo sino en un triunfo de las “ideas” revolucionarias. Algo así como “ser rico es malo” para que los pobres se calen el mal gobierno, que en el fondo es bueno porque los mantiene en su feliz condición.
Por último, ¡qué tino!, nos enteramos hoy de que la otra gran figura de la nueva caricatura arte en serio, hijos de Zapata, Rayma, fue atacada por el esteta de La Hojilla con los originalísimos epítetos de racista, clasista y agente del Imperio, lo cual ha dado lugar a un brutal acoso de insultos y amenazas de twiteros patriotas.
La verdad es que el derrotado de Miranda no da la talla como pitcher de relevo.
Por: Fernando Rodríguez
Miercoles, 21 de Marzo del 2012