“El régimen se come a sus hijos…”
Los engulle después de haberlos envenenado con tanta pócima de maldad. Tienen años nublándoles el entendimiento con sus teorías liberadoras, ahora sólo pueden exhibir como su obra cumbre. A más de una banda de bribones que tienen como único objetivo el destruir a cualquier venezolano que no se deja someter con sus múltiples coacciones. Es por ello que nadie debe sorprenderse de la actitud agresiva de estos grupos tratando de contrarrestar las actividades de los sectores democráticos. El resentimiento estratosférico del chavismo los hace vivir rumiando su odio y frustraciones. Planificando acciones en donde el arma tiene la potestad de escribir con su lenguaje de violencia. Es el silabario maligno en donde actúan con total impunidad y fuerte colaboración gubernamental, buscan amedrentar a la mayoría de un país que ya decidió apartar a su anodino líder en los comicios del próximo 7 de octubre. Evento electoral que con toda seguridad marcará el destino final de este periodo tan funesto en el devenir histórico de la nación.
Para desgracia de Hugo Chávez y sus adláteres. La traición se cuece en sus pervertidas entrañas. La elite que ha usufructuado el poder a sus anchas anhela salir de él, no soportan estar pendiendo de un hilo entre el cáncer que vuelve y las espeluznantes locuras de un presidente con peligrosas alucinaciones, que lo hacen un elemento nocivo para la salud mental de Venezuela.
Diosdado Cabello sale al ruedo a recorrer al país. Utilizando actos de solidaridad con el primer mandatario nacional, ofrece discursos llenos de la verborrea incendiaria y hasta pide, de manera extraña, minutos de silencio por Hugo Chávez, como si la simple elegía fuera un momento para honrar el recuerdo de un fallecido. El hecho, deja entrever que si el cáncer termina venciéndolo, allí está quien puede recoger sus armaduras de lucha. Sólo que estas piezas de guerra pueden estar todavía cubiertas de olorosas muestras orgánicas de su proverbial cobardía. En donde huyó de manera apresurada dejando a los demás con el peso de la culpa.
En el sórdido mundo del cogollo chavista se motoriza la traición. Los grandes compañeros se esconden tras la carátula de la supuesta solidaridad con el procerato del régimen. Cada uno aplica su estrategia, desean ser el escogido del rey en los momentos en que este sufre el drama de no estar en condiciones de librar una disputa que luce cuesta arriba.
La traición tiene la habilidad de la serpiente. Subrepticiamente se escurre tras la senda oscura hasta ponerse cerca del objetivo, al menor descuido su víctima caerá fulminada por un veneno potente. Cuando la felonía se apodera de la voluntad de un grupo no existe amistad que pueda detener su ambición. La codicia de la elite del régimen es tan grande que estamos seguros que terminarán devorándose entre ellos, como una jauría de lobos hambrientos que sueñan con un botín con sabor a muslos de pavo.
Dramático debe ser para Hugo Chávez saber que la perfidia avanza. Por un lado el cáncer persistente, y por el otro, los grandes compañeros que dedican minutos de silencio en honor de alguien que vive en su refugio imperial de La Habana. Es como manifestar las ganas o creer que están participando de las pompas fúnebres. Hacemos constar que no fue la oposición democrática que realizó esto, fueron sus compañeros de viaje. Ratificamos, larga vida para Hugo Chávez, para que pague por el daño hecho a los venezolanos.
Por: ALEXANDER CAMBERO
alexandercambero@hotmail.com
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EL UNIVERSAL
miércoles 14 de marzo de 2012