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Thursday, November 21, 2024
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FREDDY LEPAGE: Votos contra balas

Aquí y ahora

 

Los sucesos de Cotiza, ocurridos a propósito de la visita de Capriles a esa zona de la ciudad, no deben ser tomados a la ligera, ya que no se trata de algo meramente casual. Resulta evidente que la primera intención de sus promotores fue la de seguir sembrando el miedo, no solamente entre los pobladores de los barrios, sino también en la sociedad en general.

Eso lo ha hecho el régimen, con mayor o menor intensidad, durante 13 años. Ahora bien, no es descabellado pensar que quizás también el incidente pueda haber tenido otras intenciones, no tan claras. Especulando un poco, se podría inferir la incidencia del desespero que hace mella en la cúpula chavista, ante una eventual pérdida del poder el próximo 7 de octubre. Esa es una posibilidad que con el correr de los días se hace más patente.

El otro elemento a considerar es el de la enfermedad de Chávez, que, a pesar de lo que se diga, genera una gran incertidumbre en el país en general y, también, en los propios cuadros chavistas, en particular, que tampoco tienen una idea clara del verdadero estado de salud de su líder.

Cuando Chávez anunció la recurrencia del cáncer dejó con “los ojos claros y sin vista” a gente tan cercana a él como Diosdado Cabello (nada más y nada menos que el presidente de la Asamblea Nacional) y Andrés Izarra (su ministro de Información). Ambos tuvieron que comerse las arrogantes palabras dichas horas antes.

Ante este escenario, cualquier cosa podría suceder.

Chávez nunca se ocupó de construir una estructura política capaz de formar una dirigencia fuerte, bien equipada ideológicamente que, ante una eventualidad, sirviera de generación de relevo (cosa que sí ha hecho Fidel Castro). Antes, por el contrario, cualquiera que medio asoma la cabeza es decapitado de inmediato y sin contemplaciones.

En Venezuela no hay tradición histórica de magnicidios (salvo el caso de Delgado Chalbaud) y, mucho menos, de agresión física a candidatos presidenciales (El Nacional lo apuntó en su edición del pasado 6 de marzo: “Capriles es el primer candidato agredido desde 1978”), mientras que sí la ha habido en países latinoamericanos, como México y Colombia.

Ojalá, en el chavismo civil y en el militar, no se desborden las pasiones y ambiciones desmedidas, aunque ya hay indicios ciertos de que podría estar sucediendo. El hermano del Presidente, Adán Chávez, ha declarado, a mandíbula batiente, que hay que denunciar a los traidores de la revolución.

Las especulaciones sobre sus palabras han sido muchas, pero ya los hechos hablarán por sí solos…

Los cierto de todo es que la avalancha envolvente de las primarias y el claro triunfo de Capriles encendieron la alarmas en los más altos niveles de las camarillas chavistas, que han disfrutado del poder recostados, regaladamente, a la vera de la sombra del líder máximo de la revolución bolivariana. Pero, ¡cuidado!, este abrupto despertar del plácido sueño en que se encontraban puede desatar demonios de consecuencias impredecibles para nuestra tierra.

De tal manera que, sin pecar de alarmistas, es conveniente no echar en saco roto la balacera de Cotiza, en la que resultó herido un joven.

Sin embargo, después de las descalificaciones de costumbre de parte de la nerviosa dirigencia oficialista, el vicepresidente de la República, Elías Jaua, le hizo un llamado, prudente y sensato, a los violentos a que fomentaran un clima de tolerancia.

A pesar de los pesares, soy un firme creyente de lo dicho por Capriles: “Mientras más violentos se pongan, mayor será el castigo el 7 de octubre”. Así que a tomar nota…


Por: FREDDY LEPAGE
@freddyjlepage
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EL NACIONAL