“Clima de conflictividad que
vivimos es intenso…”
-No quiero ser fatalista- me decía el señor Hilario, con su voz de hombre viejo que vivió los rigores del golpe de Estado contra Don Rómulo Gallegos en 1948 -, pero el ambiente que se está viviendo con esta revolución, no me gusta nada. El clima de conflictividad que se vive es francamente intenso.
-¿A qué se refiere exactamente, Don Hilario? – le pregunté-.
-Bueno, es que nunca se había visto el país tan dividido. El presidente no pierde oportunidad para acentuar diferencias,-me dijo-, quiere crear odio entre las clases sociales; insulta permanentemente a sus contrarios, es sumamente soez en el uso de la palabra. Es muy inconveniente, que el primer magistrado del país fomente la desunión y la discordia.
-La verdad es que esa división se ve en todas partes-le dije-, no me imagino cómo se pueden relacionar los diputados en el parlamento. Da la impresión que viven como perros y gatos- allí no hay dialogo para nada.
Fíjese a la diputada vicepresidenta de la Asamblea: esa señora no sale de un discurso caliente contra el sistema capitalista-donde vive-, ataca a los empresarios, a los capitalistas, a los banqueros, a los productores industriales, etc., y vuela los puentes de la comunicación. Yo me pregunto Don Hilario, ¿Cómo se puede entender un país de esa manera? El presidente por un lado llama a los empresarios a trabajar, pero luego los escupe con insultos y amenazas de expropiación. De esa manera, no se puede caminar juntos hacia el desarrollo de cualquier sector. Nadie va a poner su capital con el alto riesgo de que venga el gobierno y ¡zuas!, expropie su inversión de la noche a la mañana. Y si un gobernador no está con el gobierno rojo, pues no recibe ayuda de ningún tipo y si le pueden entorpecer su gestión lo hacen sin escrúpulos.
-Es cierto- me dice Don Hilario-, pero a mi me preocupa es el escenario político que se de, si Chávez pierde las elecciones y luego no quiere entregar el coroto.
– Eso si sería feo, Don Hilario.
-Claro que sería feo-me dijo-. Equivaldría a una guerra civil prácticamente, porque el daño que le ha hecho a las Fuerzas Armadas es muy grande. Esa institución está sumamente politizada y ya varios Generales han declarado a vox populi, que no entregarán el Poder, si la revolución pierde. ¿Y si hay militares contrarios a ese planteamiento?
– Y lo otro es que en la calle hay mucho armamento regado-le añadí-, como si fueran matas de cambures.
-Exacto. Con ese clima tan agreste y con una población ideologizada puede pasar cualquier cosa, como sucedió en la Alemania de Hitler, que seguían las locuras de ese hombre con una fanática actitud sin mirar para los lados y usted, ya sabe las consecuencias para ese país- me dijo el viejito-.
¿O sea, que usted intuye que podría darse en Venezuela una guerra civil, hablando por la calle del medio?-le pregunté-.
-¡Dios nos ilumine y proteja, muchacho-me dijo-, pero no lo veo imposible de que suceda!. Te digo una cosa:”El que siembra vientos, cosecha tempestades”. Todos saben, que el presidente quiere imponer un sistema socialista y que quiere mantenerse en el mando por mucho tiempo. El amor que le ha cogido al coroto, es obsesivo y no quiere dejar para más nadie. A veces, los hombres pierden el sentido de la realidad, y cuando pierden el poder, también tienden a hundirse llevándose a otros con él, en la caída.
– ¿Es decir, que el discurso que siempre repiten que “no volverán” que por cierto niega la democracia y la alternabilidad en el poder, es una clara demostración, que si gana la oposición, se prendería un clima hostil y que se negarían a entregar el mando?
-Eso creo yo y lo digo sinceramente-respondía el viejo Hilario-. Los comunistas han estado trabajando para instalar un sistema socialista sacado de un viejo manual ruso-me imagino- , y sería inconsecuente, que Chávez acepte la perdida del Poder como si fuera la madre María de San José-.
-Y qué va a ser usted Don Hilario?-le pregunté con una curiosidad supina-.
-Yo estoy viejito, mijo-me dijo-. Si Dios me da vida hasta Octubre, espero estar apertrechado de mis medicinas, alimentos y mis dulcitos que siempre escondo en la despensa, para soportar lo más que pueda un conflicto. ¿Y tu que vas a hacer mijo?-me preguntó con una picardía, que solo era comparable con la mirada de curiosidad que sus ojos grises emitían-.
Yo le dije que haría lo mismo que él, además compraría alpargatas y me dispondría a bailar el joropo que sea necesario. No hay muchas alternativas Don Hilario.