Hugo Rafael y quienes lo
adulan para enriquecerse
En carnavales no siempre es sencillo descubrir la identidad de quien está detrás de una careta. Para no tener dudas, es necesario conocer muy bien los gestos del disfrazado para no equivocarnos.
En el mundo de la política sobran los disfraces: de trabajadores, de revolucionarios, de honestos, de guapos, o de ovejas. Es casi hasta normal escuchar a personajes ligados a la política decir cosas que sabemos son falsas. Aunque suene chocante, no en pocas ocasiones algunos gobernantes suelen vestir el disfraz de estafadores. No exagero, son capaces de engañar la buena fe de sus seguidores, con tal de obtener su favor el día de las elecciones.
Venezuela en estos últimos años ha vivido de mentira en mentira. Llevamos tiempo escuchando discursos cargados de falsedad y engaño; o sea, por la burla, que no es otra cosa que una estafa con máscara de revolución. Ya son pocos los que se comen el cuento de las bondades de Chávez. Aunque siguen existiendo ingenuos que lo ven colmado de misericordia al extremo de colocarlo en los altares junto al Negro Felipe o a María Lionza. Otros, no creen en él, pero lo siguen venerando, adornando sus oficinas con horrendos retratos del personaje, bien sea con la banda presidencial o con el mancillado uniforme militar. Lo hacen porque ese comportamiento es garantía para el crecimiento de sus alforjas. Mientras más lo veneren y le adulen, mayor será el tamaño del tesoro que acumularán.
Trece años en el poder son suficientes para conocer a Hugo Rafael y a quienes lo adulan para enriquecerse.
Rector maléfico
La semana pasada, el Presidente de la República, trajeado con toga y birrete (anticipándose a los carnavales), arremetió contra el candidato de la Unidad. Los insultos fueron en cadena nacional y nada menos y nada más que en un acto académico de graduación de 2.000 médicos comunitarios. ¡Vaya mensaje “académico” el del Presidente! Cochino y majunche fueron algunas de sus expresiones contra Henrique Capriles. “Usted irá a gobernar en el territorio de Tarzán y la mona Chita, porque aquí no”. Chávez con su lenguaje quizás intentó describir el único mundo en el cual el chavismo puede ser comprensible: el mundo salvaje. Pero no tengo la más mínima duda de que allá no tendría ninguna oportunidad, porque en la barbarie gobiernan los más valientes y, sobre todo los fuertes, condiciones no presentes en el comandante Presidente de Venezuela. Y no lo digo por ofenderlo. Me remito a señalar lo que ha demostrado cuando ha tenido que hacerle frente a situaciones difíciles: el 4 de febrero de 1992 se rindió, y el 11 de abril de 2002, también. Eso es en cuanto a la valentía. La fortaleza, ya sabemos que está disminuida, en el entendido de que lo afectó una enfermedad muy grave. Muchos aseguran que se le ha propagado por todo el cuerpo y le ha afectado órganos vitales.
Hay un camino
Definitivamente hoy Capriles es quien tiene loco al comandante. Más de tres millones de votos en unas elecciones primarias es la antesala de lo que ocurrirá el 7 de octubre. Lo que Venezuela vivió la semana pasada es algo inédito. De los dieciocho millones inscritos en el Registro Electoral asistió el 17% para escoger al candidato de la unidad. Los invito a revisar todas las estadísticas mundiales para que confirmen que en ningún país hay antecedentes como las primarias venezolanas. Jamás se ha llegado al 17% para escoger a un candidato en primarias. De arrancada, ya comenzamos con tres millones de votos durísimos, que sabemos que, en el peor de los casos, se multiplicarán por tres. El mensaje de Henrique Capriles en estos meses que faltan para el 7 de octubre serán vitales para salir de esta desgracia que insisten en llamarla revolución.
Incertidumbre electoral
La gran pregunta: ¿llegado el 7 de octubre y resultar electo Henrique Capriles todo será en paz? ¿Chávez entregará sin chistar? ¿Los militares reconocerán a Capriles como su nuevo Comandante en Jefe? Les confieso que, por ahora, para las tres interrogantes le tengo una respuesta negativa. Eso no significa que no lo entregará, o que no lo obliguemos a entregar. Todo dependerá de la cantidad de personas que votemos y estemos dispuestas a defender nuestra voluntad.
Ayer conversando con un amigo, precisamente sobre la enfermedad de Chávez, a propósito de nuevos rumores sobre la gravedad, él me decía: que si en realidad está mal el Presidente y es irreversible el deterioro de su salud lo mejor que pudiera ocurrirle al país es que el desenlace se produzca antes de las elecciones. Sería la única posibilidad de que la transición no fuera traumática. Porque de manera distinta tendríamos a un Chávez agitando a los grupos que han sido armados para defender la “revolución”.
Me dejó pensando, pero le contesté: si Chávez se siente derrotado quizá no habrá elecciones el 7 de octubre, hará lo que sabe hacer para posponerlas para otra fecha. Cuenta con el TSJ para que realice el trabajo sucio. Y en la calle hay muchos Velásquez que pidan un amparo ante la Sala Constitucional. Los tiempos se acortan y la película está por terminar.
Por: Pablo Aure
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